viernes, 12 de enero de 2024

PERDONAR Y ANDAR

 

Algunos días después volvió Jesús a entrar en Cafarnaún. Al saber que estaba en casa, se juntaron tantos que ni siquiera cabían frente a la puerta, y él les anunciaba el mensaje. Entonces, entre cuatro, le llevaron un paralítico. Pero como había mucha gente y no podían llegar hasta Jesús, quitaron parte del techo encima de donde él estaba, y por la abertura bajaron en una camilla al enfermo. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al enfermo:
– Hijo mío, tus pecados quedan perdonados.
Algunos maestros de la ley que estaban allí sentados pensaron: “¿Cómo se atreve este a hablar así? Sus palabras son una ofensa contra Dios. Nadie puede perdonar pecados, sino solamente Dios.” Pero Jesús se dio cuenta en seguida de lo que estaban pensando y les preguntó:
– ¿Por qué pensáis así? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados quedan perdonados' o decirle: 'Levántate, toma tu camilla y anda'? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados.
Entonces dijo al paralítico:
– A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
El enfermo se levantó en el acto, y tomando su camilla salió de allí a la vista de todos. Así que todos se admiraron y alabaron a Dios diciendo:
– Nunca habíamos visto nada semejante.


Si queremos "actuar", debemos perdonar. Y para perdonar, tenemos que sentirnos perdonados. No podemos amar a los otros, si no nos amamos a nosotros primero. Y esto no es narcisismo. Amarse a uno, es conocerse, lo bueno y lo malo, y aceptarse. Pedir que se nos perdone por lo malo y dar gracias por lo bueno. Entonces, si sabemos reconocernos como perdonados, sabremos aceptar los defectos de los otros y los perdonaremos. ¡Ah! y seremos capaces, como aquellos cuatro hombres, de llevar en camilla al otro, abrir el tejado y acercarlo a Jesús para que lo perdone.

"La Palabra de hoy pone en relación dos cosas que muchos no relacionaríamos: el perdón y la curación de una parálisis. ¿Qué tienen que ver?
En la mentalidad judía, la enfermedad era consecuencia del pecado. Si uno tenía una enfermedad o una parálisis, era porque algo malo había hecho –él o sus antepasados. Por eso Jesús aplica una sanación integral: le perdona y le levanta de su postración.
Eso es lo que viene a hace Jesús: quiere sanar la raíz para que todo el árbol esté sano; quiere reconciliar el corazón, para que toda la persona se levante.
Bien mirado, el perdón y el volver a caminar tienen mucho que ver. Porque vivir dividido, no-reconciliado, implica vivir postrado, empequeñecido, desde lo peor de uno mismo. Y eso se nota. En cambio, cuando uno puede llegar a re-conciliar aquello que estaba roto, quebrado, uno puede volver a levantarse y tomar la vida en sus manos. El rencor paraliza. El perdón levanta. Por eso Jesús hace las dos cosas.
Dos mil años después, Jesús sigue pudiendo sanar a quien se acerca a Él. Él es perdón que levanta de la postración. La cuestión es conseguir ponerse cerca... o lograr que alguien te acerque –como en el evangelio del hoy-.
Señor Jesús,
tú nos das la paz del corazón.
Gracias por tu perdón,
que reconcilia lo que en nosotros está roto.
Con tu perdón podremos levantarnos,
caminar,
y ayudar a caminar a otros."
(Luis Manuel Suárez cmf, Ciudad Redonda)

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