jueves, 18 de enero de 2024

SABERLO RECONOCER

 

Jesús, seguido por mucha gente de Galilea, se fue con sus discípulos a la orilla del lago. Al oir hablar de las grandes cosas que hacía, acudieron también a verle muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del lado oriental del Jordán y de la región de Tiro y Sidón. Por eso, Jesús encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una barca, para evitar que la multitud le apretujara. Porque había sanado a tantos, que todos los enfermos se echaban sobre él para tocarle.
Y cuando los espíritus impuros le veían, se ponían de rodillas delante de él y gritaban:
– ¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús les ordenaba con severidad que no hablaran de él públicamente.

Los espíritus impuros lo reconocían y los fariseos y doctores de la ley, no. ¿Lo sabemos reconocer nosotros? Es imprescindible para seguirlo con todo nuestro ser.

"En los relatos evangélicos de estos días vemos a Jesús en plena actividad: pensando en quiénes serán sus discípulos, predicando, haciendo signos del Reino, respondiendo a los fariseos… La acción es una nota característica de la vida pública de Jesús, como lo será después en tantos hombres y mujeres de Dios que en el mundo han sido, en las más variadas facetas de la vida (predicación, educación de quien lo necesita, atención a los más vulnerables, investigación para entender y mejorar la existencia…). A la vez, junto a ese “darse” hay también un tiempo de “reservarse”. Es decir, tiempo de pararse, de cultivarse…  Cuidar la raíz de la vida, para que la acción tenga un sentido, un horizonte, y llegue a ser fructífera en el tiempo.
Por eso se nos cuenta que Jesús se apartaba de madrugada para orar o, como dice el relato de hoy, “se retiró con sus discípulos a la orilla del lago”. Necesitaba tiempo y espacio para el diálogo con el Padre y para la conversación con los discípulos. Aunque no siempre era fácil pues, como leemos hoy, la gente le buscaba y, literalmente, “se le echaban encima”.
En la vida hay tiempo para todo. La edad es la que marca en ocasiones cuál puede ser la prioridad: aprender cuando somos jóvenes; entregarnos en la edad madura; aportar serenidad y sabiduría cuando llegamos a ancianos. Aunque siempre hay una mezcla de cosas, a veces contrapuestas y que no siempre son fáciles de armonizar.
Hoy puedes pensar en qué momentos estás llamado a “darte” más, como Jesús: con generosidad, sin esperar nada a cambio, para bien de muchos… Y también, en qué ocasiones necesitas “reservarte” más: para descansar, para orar, para conversar, para dejarte acompañar… No en una reserva egoísta, de quien sólo busca su interés, sino un retiro buscado para cuidar las raíces y favorecer el crecimiento, que nos ayude a seguir dándonos.
Como dice la Palabra en otro momento, “para quienes aman a Dios, todo les sirve para bien” (Romanos 8, 28). Ojalá puedas vivir las polaridades y las tensiones de tu vida como ocasión de crecimiento, porque vivido desde el Señor, todo puede tener un sentido. Todo. Aunque para descubrirlo necesitemos dejar que pase el tiempo, y contemplarlo desde el final, con la mirada de Dios."
"Luis Manuel Suárez cmf, Ciudad Redonda)

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