"En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilatos gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo deconversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los olráculos del Profeta Isaías: 'Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios'."
El desierto tiene tres significados en la Biblia: un lugar de encuentro con Dios, un lugar de penitencia y un lugar de prueba, donde habita Satanás.
Juan habita el primer desierto, por eso allí recibe la llamada del Señor. Y Juan será esa Voz que clama en el desierto de la que habló Isaías.
Todos debemos ir al desierto. No de arena, sino de silencio y soledad. Allí, al encontrarnos con lo más profundo de nosotros mismos, es donde encontraremos a Dios. Un Dios que nos invitará a salir de ese lugar para actuar. Para preparar los caminos de su llegada, que no es otra cosa que ayudar a los hombres a ver a Dios en todas las cosas.
Juan predica un bautismo de conversión "para el perdón de los pecados". La palabra griega que traducimos por perdón es "áphesis", que significa "dejar ir", "liberar". Juan predica la liberación del pecado. Y como él habla todavía con el lenguaje del Antiguo Testamento, para él, liberar del pecado es conseguir el bienestar, curar la enfermedad, alcanzar la paz..., ya que el mal físico y económico era consecuencia directa del pecado.
Preparar los caminos al Señor, elevar llanos y abajar montañas no es otra cosa que despojarnos de nuestros egoismos, de todo lo que divide, separa, destruye...para poder ver a Jesús en cada hombre...
Adviento es un buen momento para retirarnos al desierto y escuchar la voz de Dios.
La primera vez que me hablaron de "hacer un desierto", no tenia ni idea de lo que me querían decir, lo fui aprendiendo poco a poco y ahora necesito cada año irme unos días a ese primer desierto del que hablas, pero aunque no sea lo mismo, en el día a día yo creo que también podemos buscar y encontrar esos momentos de silencio y soledad para encontarnos con nosotr@s mism@s y escuchar Su voz
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo
Hola Joan Josep:
ResponderEliminarQuizá sea cierto, he leído mucho al respecto, la verdad es que me asusta pensarlo, me asusta sentirme así, abandonada y perdida. Gracias por el comentario, tengo Fe en ello…
Un abrazo,
Laura
Desconocía que el desierto tuviera tres significados en la Biblia. Me gusta contemplar imágenes de éste, pero prefiero encontrarme en un oasis para meditar y relajar mi espíritu.
ResponderEliminarTe dejo muchos saludos desde Berlín.
La retirada al desierto es el tiempo de nuestro tiempo.EL que nos pertenece ,el que necesitamos para hacer un acto de introspección y descubrir los verdaderos planes del Creador.
ResponderEliminarMuchas veces voy al desierto....muchas veces no descubro,muchas veces ....seguiré yendo,hasta el final.
Gracias por todo¡¡
Besucos
Gó
Un abrazo al Anacoreta amiguiño...cuanta paz dan tus entradas...
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ResponderEliminarSan. la entrda eliminada es porque se me repitió dos veces la tuya. Cosas de internet. Un abrazo
ResponderEliminarJoan , es curioso que el mismo hombre busque el desierto, ¿no?
ResponderEliminarCreo que hay silencios que devuelven la vida. Pero, poco a poco, despues de mucho repaso a los contenidos aprendidos.
Un beso , grande y silencioso.