Andaba el joven que seguía al Anacoreta algo triste...De forma que en un momento de tranquilidad, el anciano lo tomó aparte y le dijo:
- No es bueno meditar demasiado sobre el dolor...La vida ya nos sirve una buena cantidad de él...Hemos de potenciar la espiritualidad de la felicidad.
El joven miró algo extrañado al Anacoreta. Este prosiguió:
- Es la espiritualidad que consiste en hacer felices a los que nos rodean, a todos aquellos que podamos...Ya decía Santa Teresa, poco sospechosa de frívola, que un santo triste es un triste santo...
Ya antes de que el joven abriera la boca para preguntar nada, el Anacoreta le indicó:
- Y recuerda que la alegría no se predica, ni se alcanza por decreto. La alegría se propaga por contagio. O sea, que se trata de ser alegres si queremos que los demás lo sean...
Y continuaron sus actividades riendo...
Xapó por los pallasos sin fronteras, y por la alegria sin fronteras,por la espiritualidad y el amor sin fronteras: lo que equivale ha decir hombre sin fronteras, hombre libre
ResponderEliminarEs verdad que la alegría no se predica, hay que llevarla muy dentro y vivir con ella, para poder contagiarla
ResponderEliminarHacía mucho que no recordaba esa frase de Santa Teresa y siempre me ha gustado mucho
Un abrazo
Soqui
P.D.- No se qué ha pasado que lo he tenido que repetir, espero no haberlo duplicado
Así como la depresión hace que nuestro sistema inmunologico se resienta, la alegría tiene la capacidad de aliviar enfermedades.
ResponderEliminarUn Abrazo alegre, Joan.
Así es.Joan.
ResponderEliminarHoy me has hecho sonreir,me has contagiado con tu comentario y mi cara ha esbozado una enorme sonrisa(repito)porque yo soy una pobre "santa" triste().
Y siento cómo todos los valotes del espíritu,todos esos gratuitos,no pueden ser comprados,ni obligados,si no que deben de salir por si mismos.Y sigo sientiendo que cuando se ofrece tu "lugar" a los otros es cuando en realidad la sonrisa brota por si sola
Besucos amiguco
Gó