MÍSTICA DE OJOS ABIERTOS

Así la denominó J.B.Metz. Así debería ser nuestra mística.

En este mundo postmoderno materialista, gobernado por el capitalismo neoliberal, las personas empiezan a mirar, para no quedarse en meros objetos, hacia la espiritualidad. Pero el descrédito de las religiones y la espiritualidad oriental mal entendida, nos llevan hacia una trampa. La de hacer una espiritualidad tan personal, tan centrada en nosotros mismos, que no sea sino un mirarse el ombligo. Se busca una paz, una serenidad, que corren el riesgo de ser unicamente mero egoísmo.

Olvidamos que el hombre es un animal social y ha de vivir sus asuntos fundamentales en comunidad. Una espiritualidad que, de acuerdo se vive como interiorización, no nos lleve a abrirnos al otro, es puro narcisismo.

"Yo tengo mi propia espiritualidad", se oye decir con frecuencia. Ciertamente encontramos a Dios en nuestro interior. Pero el Dios más seguro, la imagen con menos peligro de ser un montaje de nuestra mente, es el que nos mira desde el exterior. El Dios que nos mira desde los ojos amoratados de la mujer maltratada. El Dios que nos mira desde los ojos sin vida de las víctimas de la guerra. El Dios que nos mira desde los ojos tristes del niño hambriento. El Dios que nos mira desde los ojos sufrientes del enfermo. El Dios que nos mira desde los ojos huidizos del marginado. Un Dios que nos mira y que nos interpela.

Esa es la mística de ojos abiertos. Ese Dios que encontramos en nuestro interior en la meditación, será el verdadero Dios, si desde allí nos impele a verlo en los sufrientes, en los pequeñuelos que nos rodean...Y ese Dios hemos de compartirlo, porque esa será la única forma de cambiar el mundo.