Los Anacoretas no se preocupan demasiado por su aspecto. Es por eso que no suele haber espejos en sus cuevas. Y es por eso que los discípulos se quedaron muy extrañados cuando el Solitario dijo:
- Necesitamos espejos...
La cara que pusieron debió ser todo un poema, porque el Anacoreta se echó a reír y se explicó:
- Necesitamos espejos para conocernos...y esos espejos son los demás. Todo lo que odiamos en los demás es algo que odiamos en nosotros mismos. Todo lo que admiramos y amamos en los demás es algo que también poseemos y amamos en nosotros mismos.
Miró la cara de sorpresa de sus discípulos y siguió hablando:
- Cuando vemos algo odioso en los demás, si en lugar de criticarlo nos miráramos y reparáramos en que tenemos el mismo defecto, podríamos emplearnos en corregirlo y ser mejores personas. Si cuando vemos algo bueno en los demás, en vez de envidiarlo, nos diéramos cuenta de que también nosotros lo poseemos, podríamos dedicarnos a cultivarlo y hacerlo crecer. He aquí una buena manera de conocernos...
Y se fue al pequeño huerto a regar las pobres coles que andaban algo descuidadas...
(Publicado en La Cueva del Anacoreta hace tres años)
El Anacoreta dixit.
ResponderEliminarAmén.
Abraçades amb núvols de tormenta.
Moltíssimes gracias per compartir aquesta entrada.
ResponderEliminarFa tres anys no coneixia el teu blog.
I val la pena haberla llegit
Una abraçada, Montserrat
Home, d'acord en això de voler emmirallar en nosaltres mateixos els defectes que trobem en els altres; pot ser una bona forma de superació; però alhora veig moltes coses positives en altres persones que jo mai a la vida posseiré...
ResponderEliminarSort amb les cols!