El Anacoreta y su joven seguidor decidieron subir a una ermita que se encontraba en lo alto de una colina. El anciano siguió el sendero que subía serpenteando por la ladera hasta la iglesia. El joven seguidor se aventuró colina arriba sin seguir el sendero. El Anacoreta llegó a la puerta de la ermita y esperó a que el joven llegara. Tras veinte minutos apareció sudoroso el joven seguidor:
- ¡Uf! Subir directamente parecía más sencillo y rápido, pero ha sido muy fatigoso. Además, varias veces he tenido que recular, porque me encontraba en pasos impracticables...
Rió con ganas el Anacoreta y le dijo:
- Hay que seguir el camino...El camino se ha hecho gracias a todos los que han ido pasando por él. Todos sabemos que hay un camino en algún sitio, pero esto no sirve de nada si no lo encontramos. Es posible que haya varios caminos. También, que tu esfuerzo haya contribuido a abrir un nuevo camino. Pero no hemos de pretender ir por libre en la vida. Es esencial seguir un camino. Todos los caminos llevan a algún lugar. Los caminos espirituales llevan a Dios. Tenemos que encontrar nuestro camino..., pero es bueno preguntar a los que nos han precedido, cuál ha sido su ruta...
Que bello!!!.La subida y el camino cuesta, pero merece la pena. Es bueno hacerlo con los hermanos.
ResponderEliminar¡Gracias! Dios le bendiga.
La comunidad siempre nos ayuda a marchar hacia delante. Un abrazo: Joan Josep
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