domingo, 8 de septiembre de 2013

SEGUIMIENTO RADICAL


"Jesús iba de camino acompañado por mucha gente. En esto se volvió y dijo:
- Si alguno no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Si alguno de vosotros quiere construir una torre, ¿acaso no se sentará primero a calcular los gastos y ver si tiene dinero para terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, si no puede terminarla, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.’ O si un rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿no se sentará primero a calcular si con diez mil soldados podrá hacer frente a quien va a atacarle con veinte mil? Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos le enviará mensajeros a pedirle la paz. Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que tiene no puede ser mi discípulo."

Estamos ante un texto duro. Quizá por eso se ha interpretado tradicionalmente como dirigido a los religiosos. Sin embargo está claro que Jesús lo dice a la mucha gente que iba con Él. Es decir, a todos los que quieren seguirle.
El texto nos dice que seguir a Jesús no es una cosa simple y sencilla. Ser discípulo de Jesús es algo más que estar bautizado, ir a misa los domingos y colocar una cruz en una determinada casilla de la declaración de renta. Seguir a Jesús supone colocarlo por encima de todo, hacerlo nuestra vida.
Hay quien se escandaliza ante estas palabras de Jesús en las que parece decir que no hay que amar a la familia, que hay que abandonarla, "odiarla" dicen algunas traducciones.
Ningún texto del evangelio puede interpretarse aislado, sin tener presente la doctrina general de Jesús. Y todos sabemos que cuando le preguntaron por los mandamientos más importantes los resumió en dos: amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. También sabemos, que dijo que en el juicio, aquellos que dieron de comer, vistieron, curaron al necesitado, era a Él al que daban de comer, vestían o curaban...
Amar a Jesús más que al padre o la madre...significa simplemente amarlo de tal manera, que lo veamos en todas partes y en todas las personas. El amor que Jesús no quiere que tengamos, es ese amor egoísta que utiliza a los demás, que los considera propiedades nuestras. Y de esa manera podemos amar a nuestra familia, a la obra social que hacemos o nuestra lucha por la justicia.
Seguir a Jesús supone cargar con la cruz, es decir con las responsabilidades y dificultades que encontraremos al querer amarle por encima de todo, es decir,  incondicional, gratuitamente.
Porque esto no es fácil, nos aconseja que midamos nuestras fuerzas, que reflexionemos cada día sobre lo que debemos hacer y cómo debemos hacerlo.
Pero también hemos de tener en cuenta, que Jesús es misericordioso y abre los brazos a todos. Estas palabras de hoy nos indican la meta utópica, el fin al que debemos intentar llegar, sabiendo que somos débiles y que Él lo sabe y lo comprende. No olvidemos que el camino espiritual está lleno de caídas y vueltas a comenzar...

1 comentario:

  1. Bon diumenge Joan Josep:
    Penso que el amor incondicional ens el dona Déu, perque ens va oferir a Crist qui va demostrar l´incondicionalitat amb el seu sacrifici.
    Humanament es molt dificil ser incondicional, encare que hi han exemples contemporanis com Vicens Ferrer o Teresa de Calcuta.
    Una abraçada, Montserrat

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