Era un religioso muy activo. Hablando con el Anacoreta dijo:
- La contemplación es una evasión de la realidad, un buscar el gozo mirándose a sí mismo. Un abandonar a los hombres buscándose a uno mismo.
El anciano movió la cabeza y respondió:
- Eso que dices no es contemplación. Es narcisismo. La verdadera contemplación, aunque es oración pura, no nos separa del hombre. Más que subir a las alturas, es un descender a lo profundo de la tierra. Es allí donde encontramos la verdadera humanidad y nos hacemos más pacíficos, más solidarios, más justos. Allí encontramos la vida, la misericordia y la esperanza.
Y mirándole a los ojos concluyó:
- La contemplación nos purifica y da el recto sentido a nuestras acciones. Hace que en nuestra actividad no nos busquemos a nosotros mismos, sino a Dios en los hombres. Es allí donde encontrarás el verdadero sentido a tu actividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario