"Por aquel tiempo, Jesús caminaba un sábado entre los sembrados. Sus discípulos sintieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer los granos.
Los fariseos, al verlo, dijeron a Jesús:
– Mira, tus discípulos hacen algo que no está permitido en sábado.
Él les contestó:
– ¿No habéis leído lo que hizo David en una ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre?
Entró en la casa de Dios y comió los panes
consagrados, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus
compañeros, sino solamente a los sacerdotes.
¿O no habéis leído en la ley de Moisés que los sacerdotes en el templo no cometen pecado por trabajar los sábados?
Pues os digo que aquí hay algo más importante que el templo.
Vosotros no habéis entendido qué significan
estas palabras de la Escritura: ‘Quiero que seáis compasivos, y no que
me ofrezcáis sacrificios.’ Si lo hubierais entendido, no condenaríais a quienes no han cometido falta alguna.
Pues bien, el Hijo del hombre tiene autoridad sobre el sábado."
En el mundo de la religión, desde siempre, se da más importancia a las normas, los preceptos, los detalles, que a lo fundamental. Creemos que somos religiosos, porque rezamos mucho, hacemos muchas ceremonias, hacemos ayuno y penitencia, y, sin embargo, olvidamos lo fundamental: la misericordia. El verdadero sentido de la palabra misericordia: entregar el corazón, poner el corazón.
No es extraño que la gente se aparte de la Fe, cuando ve a personas que hacen gala de ser religiosas, porque asisten a misa, van a procesiones, se confiesan religiosas y sin embargo son corruptas, injustas con los demás y abusan de la gente sencilla.
Jesús ya nos lo advirtió. La verdadera Fe es amar al prójimo, es la misericordia. Lo demás, puede ser mera hipocresía.
La misericòrdia...Pare nostre.
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