"No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino solo los que hacen la voluntad de mi Padre celestial Aquel díao muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.’ Pero yo les contestaré: ‘Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, malhechores!’
Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!”
Cuando Jesús acabó de hablar, la gente estaba admirada de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como sus maestros de la ley."
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Entrar en el Reino es seguir y fundamentar nuestra vida en Jesús. Vivir conforme al Evangelio, la Buena Nueva. Todo lo demás es accesorio. No nos explicamos el por qué a veces nuestra vida se derrumba. No nos damos cuenta que la estamos construyendo sobre cosas frágiles, accesorias, inútiles. No son nuestras palabras, son nuestros hechos, los que nos salvan. Es cuando actuamos como Jesús actuó y nos enseña en el Evangelio, cuando no caemos.
"Estamos ante un texto evangélico precioso puesto por Mateo al final del sermón de la montaña, como queriéndonos decir: si ustedes viven conforme al código del sermón de la montaña están construyendo un mundo firme, sobre roca, un mundo seguro. De lo contrario están construyendo un mundo sobre arena, frágil y peligroso. Vendrán modas culturales y sus vidas se corromperán. Muchos novios escogen este texto en su eucaristía de bodas como para decirse a sí mismos: queremos construir nuestro hogar sobre cimientos sólidos. Queremos hacer de nuestro hogar una semilla de la nueva humanidad. Estos cimientos no son una simple devoción a Jesús, un simple alabarle diciéndole ¡Señor, Señor!, sino cimientos para vivir como Él vivió, para comprometerse con su causa, con su vida, con sus Bienaventuranzas. Lo importante para Jesús no son los ritos que cumplimos escrupulosamente sino vivir una vida inundados de una bondad absoluta hacia todos los seres humanos en problemas. ¿Entre tus cimientos de vida está la misericordia, la ternura y la compasión? ¿Estás construyendo sobre arena o sobre roca?"
"No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino solo los que hacen la voluntad de mi Padre celestial Aquel díao muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.’ Pero yo les contestaré: ‘Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, malhechores!’
ResponderEliminarTodo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!”
Cuando Jesús acabó de hablar, la gente estaba admirada de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como sus maestros de la ley."
Entrar en el Reino es seguir y fundamentar nuestra vida en Jesús. Vivir conforme al Evangelio, la Buena Nueva. Todo lo demás es accesorio. No nos explicamos el por qué a veces nuestra vida se derrumba.