martes, 11 de junio de 2019

SAL Y LUZ DEL MUNDO


"Vosotros sois la sal de este mundo. Pero si la sal deja de ser salada, ¿cómo seguirá salando? Ya no sirve para nada, así que se la arroja a la calle y la gente la pisotea. 
Vosotros sois la luz de este mundo. Una ciudad situada en lo alto de un monte no puede ocultarse; y una lámpara no se enciende para taparla con alguna vasija, sino que se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo." 

La verdadera FE no es algo que debemos guardar para nosotros mismos. Jesús nos dice que debemos ser sal y luz para el mundo. El discípulo de Jesús no puede encerrarse en sí mismo. A ejemplo de Él debemos luchar por cambiar la sociedad. Ser sal, dar gusto a la vida. Y esto no se hace con palabras, sino con hechos. Con nuestros actos y nuestros ejemplos. Nuestra sociedad cada día está más sumida en la oscuridad. ¿Somos realmente luz para ella como nos pide Jesús? Es muy cómodo quedarnos en dogmas y ritos, pensando que así seguimos a Jesús. Lo difícil es comprometernos sabiendo, que al igual que Él, esto nos puede comportar persecución e incluso la muerte. Pero esto es el auténtico seguimiento: ser sal y luz del mundo.

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