"La llegada de personas diferentes, que proceden de un contexto vital y cultural distinto, se convierte en un don porque las historias de los migarntes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos. Por esto pido especialmente a los jóvenes que no caigan en las redes de los que quieren enfrentarlosa los jóvenes que llegan de otros países,haciéndolos ver como seres peligrosos y como si no tuvieran la misma inalienable dignidad de todo ser humano." (Fratelli Tutti, 133)
Por desgracia en occidente hemos olvidado nuestro origen migrante. Desde que el hombre es hombre, las sociedades se han formado a base de migraciones. Sin embargo hoy vemos estos desplazamientos como un peligro. Les colgamos el sanbenito de peligrosos, delincuentes, perjudiciales.
La Biblia recordaba a los israelitas que ellos también fueron emigrantes. Los jóvenes de hoy, deberían recordar que ellos son hijos de inmigrantes. Personas que tras la guerra civil buscaron mejorar sus vidas en las principales capitales o en Alemania o Francia.
En el colegio hay un buen grupo de chicos procedentes de Marruecos, Pakistán, Venezuela...que han debido abandonar sus países, a veces, con un camino lleno de dificultades. Algunos de ellos sin padres, viviendo actualmente en un CRAE (Centros para refugiados).
No hablemos de los campos de refugiados, que son la verguenza de Europa o de los centros de internamiento, que son auténticos campos de concentración.
No podemos llamarnos cristianos y despreciar a esas personas, que son seres humanos con los mimos derechos que nosotros y que luchan por sobrevivir.
Por otro lado, desperdiciamos la ocasión de compartir con otras culturas, que también tienen grandes valores que debemos descubrir.
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