Descansaban tras haber trabajado en la pequeña huerta y el Anacoreta dijo:
- Hemos de ser puertas y ventanas.
El discípulo lo miró extrañado, pero no se atrevió a preguntar nada, esperando que el anciano se explicara.
- Hemos de ser puertas y ventanas a través de las cuales Dios resplandezca en los demás. Eso significa que debemos repartir amor a todos; ser reflejos del Amor de Dios...
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