Aquel adolescente había decidido pasar unos días con el Anacoreta. Tenía problemas y quería consultarlos con él; le habían dicho que era una persona sabia y comprensiva.
- En casa me llaman rebelde. No entienden que tengo mi personalidad. No se dan cuenta de que los tiempos han cambiado.
El Anacoreta sonrió. Y con dulzura le dijo:
- Tienes razón. Tienes tu personalidad. Aunque yo más bien diría, que ahora se está formando tu personalidad. No debes olvidar que hay otra cosa que se llama responsabilidad. No sólo se trata de hacer algo porque crees que es tu personalidad. Has de ser responsable de lo que haces. Mirar las consecuencias. Y sobre todo no dejarte llevar por quien quiere hacerte creer que esto o aquello es tu personalidad o es lo mejor para ti.
Ambos permanecieron un rato en silencio. Luego, el adolescente preguntó:
- ¿Y cómo puedo saber lo que me hace ser yo, lo que forma parte de mi personalidad y lo que no?
El anciano volvió a sonreír. Miró al adolescente a los ojos y le dijo:
-Has de abrir los ojos. Nuestro entorno nos ayuda pero también nos engaña. Hay quien desea que seas un borrego que sigue la corriente, que sigue la moda. Esos se aprovechan de ti. Busca cada día unos momentos de silencio y reflexión. Examina cada cosa. Abre los ojos y verás claro lo que es personalidad y lo que es borreguismo.
Luego, poniendo su mano en su hombro, concluyó:
- Y no creas que tus padres y profesores son anticuados...Si reflexionas, verás que bastantes veces tienen razón...
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