lunes, 31 de enero de 2022

ERRADICAR EL MAL

 


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo: "Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país.
Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.


Aquel hombre estaba poseído por una "legión" de males. Jesús es capaz de expulsarlos. Los arroja al mar. Nosotros también estamos llamados a erradicar el mal. Sin embargo aquellos geresanos pidieron que abandonara su territorio. El purificado quiere seguirle, pero Jesús le pide que se quede. Su misión es la de anunciar a sus conciudadanos la misericordia. Él nos pide también a nosotros que hagamos lo mismo en nuestro ambiente, en nuestro medio. Todos somos "misioneros" allá donde vivimos.

"El geraseno se puso a proclamar lo que Dios había hecho al liberarlo. De la misma manera que nosotros, cuando tenemos experiencia de la misericordia, superada la crisis, queremos compartir la alegría de sentirnos vivos. Eso sucede muy a menudo en actividades de la Iglesia, sobre todo, en retiros o encuentros profundos con el Señor en donde sentimos un fuerte llamado a darle otro rumbo a nuestras vidas y a seguirlo. Sin embargo, Jesús, en el Evangelio, nos recuerda que debemos recomenzar en casa, con la familia, con nuestra comunidad de base, para ser los primeros testigos del cambio que se generó. El texto de ayer nos decía que nadie es profeta en su tierra, recordándonos lo difícil que es ser creíble entre los nuestros y que la misión se convierte en un reto frente a quienes en algún momento hemos lastimado o defraudado. No olvides que la misión liberadora no se circunscribe a nuestros círculos habituales. La misión del Reino a favor de la vida no conoce fronteras ni límites." (Koinonía)

domingo, 30 de enero de 2022

EL PROFETA NO ES BIEN RECIBIDO EN SU TIERRA

 


En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír."
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían: "¿No es éste el hijo de José?"
Y Jesús les dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún."
Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, mas que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, mas que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

"El domingo pasado, después de la lectura que hizo Jesús del profeta Isaías, el evangelio terminaba diciendo que “todos los presentes tenían fijos los ojos en él...”. El evangelio de hoy continúa la escena, que –recordemos– se desarrolla en la sinagoga de Nazaret. Jesús dice que en él se cumplen las palabras de Isaías, es decir, que es «el ungido» (Mesías) para anunciar la Buena Noticia a los pobres y oprimidos... y el «año de gracia» del Señor.
Los vv. 22-30 los podemos dividir así: v. 22: la reacción de la gente; vv. 23-27: la respuesta de Jesús; vv. 28-29: indignación e intentos de matar a Jesús por parte de los nazarenos; vv. 30: Jesús continúa su camino.
Es interesante constatar el contraste entre la reacción de la gente en el v. 22 y la de los versículos 28-29. Inicialmente los de su pueblo aprobaban, y se admiraban de su paisano, pero no alcanzaban a ver en Jesús la gracia de Dios que salía de sus labios, ni al profeta anunciado por Isaías, sino simplemente al Jesús hijo de José. Jesús percibe que sus paisanos no están interesados en sus palabras sino en sus hechos, les interesa ante todo un espectáculo milagrero, que cure los enfermos del pueblo y basta. Jesús les responde con otro refrán: “ningún profeta es bien recibido en su patria”, dejando claro que en Nazaret no hará ningún milagro.
Entre los vv. 25-27 Jesús acude al AT para explicar su situación. El verdadero profeta no se deja acaparar ni mucho menos presionar para satisfacer a un auditorio interesado sólo por el espectáculo o por intereses individuales, aunque sean los de sus familiares o su propio pueblo. El profeta es libre y se debe a la palabra de Dios. La historia de Elías y Eliseo recuerda a los nazarenos cómo éstos tuvieron que irse a tierra de paganos porque su propio pueblo no quería escucharlos. La característica de la mujer de Sarepta es su confianza en Dios, confiando su vida y la de su propio hijo en un extraño como Elías; y característico del sirio Naamán es que depone su orgullo y soberbia nacionalistas ante las palabras de Eliseo. La misma Iglesia reconocerá en este texto su misión de anunciar la Buena Noticia a los más alejados, es decir, que la Palabra echa sus primeras raíces en las personas y en las familias, pero ése no es su destino final; tiene que ser una palabra que busque siempre el camino de los más alejados y necesitados.
Las palabras finales de Jesús enfurecen a los presentes e intentan arrojar a Jesús por un barranco en las afueras del pueblo. Es curioso cómo los pobres de Nazaret, sujetos preferenciales del Anuncio de la Buena Nueva, desprecian la palabra presente en su tierra. Pero la palabra no puede morir, y Jesús continúa su camino misionero al servicio de los pobres, marginados y excluidos, con una palabra de vida, aunque amenazada siempre de muerte por quienes hacen de su vida una mala noticia de egoísmo." (Koinonía)

sábado, 29 de enero de 2022

IR A LA OTRA ORILLA

 


Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla." Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: "¡Silencio, cállate!" El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" Se quedaron espantados y se decían unos a otros: "¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!"

Ir a la otra orilla es el consejo que nos da el Papa Francisco. Ir donde están los necesitados, los abandonados, los que necesitan Amor, los descreídos...Pero no es fácil. Las tempestades nos acechan en el camino. Sólo la Fe nos permitirá dar ese paso. Creer que Jesús está con nosotros, está en nuestra barca, aunque parezca dormido. Él nunca nos abandona.

"Si se pierde la batalla del corazón también se pierde la batalla por el Reino, decíamos ayer. Ambas batallas perdidas nos llevan a destrozar lo que a Dios tanto le ha costado: la vida humana y la vida del planeta. Actualmente, hasta lo más básico, la subsistencia alimentaria y la salud, se ponen en peligro. David puso en peligro no sólo su reino sino también la continuidad de su descendencia. Cuando el corazón se desvía, se desvía todo. Por algo nos lo recuerda Proverbios 4,23: «Por encima de todo, guarda tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida». Frente a las tormentas de la vida un corazón vacío por estar lleno de mezquinos intereses o por no estar enamorado del Reino puede sentirse naufragar y sin rumbo; pero la presencia de Jesús y la fe en Él nos puede sostener. Ante las tormentas, la clave siempre será la pasión por Jesús y por su causa, el Reino. O la sola convicción interior de sabernos en sus manos." (Koinonía)

viernes, 28 de enero de 2022

SABER ESPERAR

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega."
Dijo también: "¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas." Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.


El crecimiento del Reino nos invita a la esperanza. Como una semilla se desarrolla lentamente, lo mismo ocurre con el Reino. No se trata de resultados espectaculares. No siempre veremos el resultado de nuestra misión. Pero hemos de tener la seguridad de que, por pequeña que sea nuestra acción, si está en el camino del Señor, llegará a desarrollarse, dar fruto y cobijar a los hombres.

"Nadie sabe cómo crece dentro de sí el deseo por el Reino, pero el Espíritu sí. Dios ha colocado una semilla dispuesta a germinar en nuestro interior; la acción del Espíritu hace posible que vaya formándose hasta dar fruto y es Jesús quien nos muestra cómo y dónde compartirlo. Para que esto sea posible hemos de dejarnos encontrar y amar por el mismo Dios. Cuando eso sucede se da la hermosa experiencia de la segunda parábola: nos convertimos en personas capaces de aliviar y confortar a quien nos necesita. ¿Qué le pasa a la semilla en terrenos estériles? Lucha, batalla por crecer y desarrollarse, pero se le hace difícil y puede morir en el intento. Así sucede con las ansias de ver fructificar el Reino cuando no permitimos a Dios actuar. Para construir el Reino se requiere cuidar bien el corazón humano, porque puede pasarle lo que, al ungido de Dios, David: perdió la batalla del Reino porque había perdido la batalla del corazón. Pidamos a Dios no ser derrotados." (Koinonía)

jueves, 27 de enero de 2022

SER LUZ PARA TODOS




 En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.»

Seguimos con la idea de que debemos anunciar la Buena Nueva. Debemos ser luz para los demás; por ello no debemos ocultarnos. Nuestra misión es mostrar el verdadero Amor a todo el mundo.

"«Dígnate bendecir la casa de tu servidor». Es la petición que David dirige a Dios cuando reconoce que todo lo vivido y alcanzado ha sido por pura gracia, no con sus solas fuerzas. Es común en nuestros países la acostumbre de bendecir las casas o los bienes, devoción que brota de corazones agradecidos por el favor de Dios. Pero no debemos olvidar que esas bendiciones son, a la vez, don y tarea. Reconocer a Dios como fuente y origen de todo bien nos debe llevar a reconocer que el mayor regalo recibido es la vida misma, que nos comprometemos a cuidarla en familia, en comunidad, en sociedad. El evangelio de hoy puede darnos la impresión de que seremos medidos por Dios al final de nuestros días. Sin embargo, no será Dios quien nos medirá sino nuestros actos. Meditemos en nuestro proceder con un pensamiento de Pedro Casaldáliga: “Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”." (Koinonía) 

miércoles, 26 de enero de 2022

ANUNCIAR LA BUENA NUEVA

 


En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Miras que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, por que el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios.""

Todos estamos llamados a anunciar la Buena Nueva, el Evangelio. Aunque no todos debamos dejar nuestra casa, nuestro país...sí debemos todos anunciarlo a nuestro alrededor. Con nuestra palabra y con nuestros actos. Todos debemos hacer que Reino de Dios se establezca entre nosotros.

"«El reino de Dios está cerca de vosotros». Que hermoso es el hecho de que la gente, con nuestra presencia, testimonio y amor, sienta que el reino de Dios es posible. Si bien es cierto que la cosecha es mucha y pocas las personas dispuestas, que esas pocas se dispongan a dar testimonio de la experiencia sanadora suscitada en el encuentro con Dios en comunión con la vida en todas sus formas, también sanando, consolando y comunicando la paz que abra a la esperanza. El discipulado no resulta fácil; requiere de convicción y entrega; hay quienes lo intentan y se quedan en el camino. Sólo la comunión con el dueño de la mies logra lo imposible e impensable. Ánimo; hagamos nuestras las hermosas palabras que el Apóstol refiere a Timoteo: Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, amor y templanza». Si caminamos con esta convicción nada podrá desanimarnos porque Dios estará para fortalecernos y consolarnos. ¡Síguelo, sé agua fresca para quien tiene sed!" 

martes, 25 de enero de 2022

LOS SIGNOS DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS

 


En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos."

Jesús señala claramente cuales son los signos de sus seguidores: luchar contra el mal y vencerlo, sanar a los enfermos. Sé que me repito y me hago pesado.; pero anunciar la Buena nueva, el Evangelio, no es cuestión de palabras sino de actos. Ser cristiano no es solamente rezar, ir a misa, creer una doctrina; es hacer y luchar por el bien de la humanidad.

"En ocasiones, en ambientes eclesiales, sociales o políticos, por ejemplo, pensamos que hacemos bien siendo fieles a las instrucciones que dictan personas con autoridad, como sucedió a Pablo previo a su encuentro transformador con Jesús. Toda persona que tenga este encuentro con Jesús y su causa, quizás viva una especie de sacudida que cuestione su proceder. En ocasiones, sin darnos cuenta, actuamos por imitación, por costumbre o distracción sin realmente pensar si nuestra conducta daña o afecta a quienes nos rodean. Quizás adoptemos comportamientos para auto defendernos y subsistir, pero la vida siempre estará llamada a la relacionalidad pura sin miedos y complejos. La vida nunca será una línea continua sin dificultades; para un creyente los momentos de crisis serán el tiempo de purificar y reorientar la caminada. Se requiere una constante actitud de “metanoia” (conversión desde dentro), para descubrir el querer de Dios. ¿Qué haces en las crisis? ¿Te aferras, sin más, a tus seguridades o te abres a la acción de Dios? ¡Confía! ¡Él te acompaña!" (Koinonía) 

lunes, 24 de enero de 2022

ACUSAR A JESÚS



 


En aquel tiempo, unos letrados de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios". El los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil, no puede subsistir; una familia dividida, no puede subsistir. Si satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre".
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

"El cuestionamiento que se le hace a las acciones de Jesús consiste en que actúa no con el Espíritu Santo sino con uno maléfico. ¿Qué significará entonces blasfemar contra el Espíritu Santo? La acción del Espíritu Santo dio impulso a “la vida” en los orígenes del mundo, y le ha permitido recuperarse y regenerarse a lo largo de la historia. Todo lo que es y hace quien actúa con esa fuerza y vitalidad que da el Espíritu Santo está destinado a generar vida. Siendo así, aquellos que acusan a Jesús quedan en ridículo, porque todas las acciones de Jesús han sido a favor de la vida. Por ello, blasfemar contra el Espíritu Santo podría ser el intento por deslegitimar el servicio que alguien realiza a favor de la vida o favorecer los mezquinos intereses del anti-Reino. Es triste cuando en nuestros países se criminaliza a las personas defensoras de los territorios y el medio ambiente favoreciendo los intereses del capital transnacional. Nosotros, ¿Qué acciones favorecemos y cuáles desprestigiamos o desvaloramos? (Koinonía)

domingo, 23 de enero de 2022

LA MISIÓN DE JESÚS




 En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendio por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.”
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.”

Jesús nos dice ha qué ha sido enviad: evangelizar a los pobres, liberar a los cautivos, devolver la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos... No puede estar más claro.
"En primer lugar se nos indica que "Jesús volvió a Galilea". El lugar que escogió Jesús para desempeñar su actividad es significativo. Allí se daba en tiempos de Jesús, un doble cautiverio: el de la política del gobierno de Herodes Antipas (4 a.C.-39 d.C.) y el de la religión oficial. A causa de la explotación y de la represión política de Herodes Antipas, mucha gente quedaba marginada y sin empleo (Lc 14,21: Mt 20,3.5-6). Y la religión oficial llevada a cabo por las autoridades religiosas, en vez de fortalecer la comunidad para que pudiera acoger a los excluidos, usaba la Ley de Dios para justificar la exclusión de muchos: mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, leprosos, posesos, publicanos, enfermos, mutilados, parapléjicos... ¡Todo lo contrario de la fraternidad que Dios soñó para todos! Así pues, la situación política y económica, así como la ideología religiosa contribuían a debilitar la comunidad local impidiendo así la manifestación del Reino de Dios. Por tanto, el contexto, la situación real de las gentes, su sufrimiento, etc... le hace optar por Galilea. Ahí es donde quiere Jesús hacer presente a Dios, donde Dios tiene algo que decir y hacer, ahí precisamente quiere lanzar su propuesta para tantos que estaban mal. Allí llega «con la fuerza del Espíritu».
           El «instrumento» del que se ha servido para discernir su misión y su mensaje es la Palabra de Dios.  Formaba parte de su espiritualidad y de su oración... y la fuerza del Espíritu le había hecho sentirse personalmente interpelado por ese pasaje de Isaías, hasta el punto de asumirlo y ponerlo en el centro de todo. Así había ido descubriendo su vocación. Por eso lo «busca» al desenrollar la Escritura, para presentarse a sí mismo y para compartirlo con la gente: es la lectura comunitaria, tan importante y habitual, tal como nos lo ha descrito también la primera lectura. Lectura que le posibilita dar su testimonio personal.
          Por eso necesitamos nosotros cuidar, conocer, meditar, escuchar personalmente y juntos la Palabra de Dios. Es imposible que la fe se mantenga fuerte, fresca, viva, sin desgaste sin acudir frecuentemente a ella, tal como hacía Jesús. No podemos ser seguidores suyos si no conocemos su Palabra, si no nos dejamos transformar por ella, si no dialogamos, si no damos ocasión a que el Espíritu nos revele la voluntad de Dios por medio de ella." (Ciudad Redonda, Enrique Martínez de la Loma-Noriega

sábado, 22 de enero de 2022

EL BIEN ES INCOMPRENDIDO

 


En aquel tiempo volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Hacer el bien no siempre es comprendido. Las personas que han dedicado su vida a los más necesitados, han sido criticadas muchas veces. No todos aceptan el consejo del Papa Francisco de trabajar en la frontera corriendo el riesgo de mancharse de barro. Pero ese fue el camino de Jesús. No sólo incomprendido por los fariseos y doctores de la ley, incluso por su propia familia. Muchas veces serán los más cercanos los que dirán que hemos perdido la cabeza. Pero seguir a Jesús es entregarse totalmente. Lo que hizo Él.

"De muchas formas Jesús se hace presente en nuestros hogares, en la familia, en los vecinos, en los amigos; también en la vida hecha oración, sacrificio, compartir, y, por qué no, en los conflictos, pleitos, enfermedad, pérdidas, etc. Lo más importante es que seamos capaces de identificar su presencia amorosa y su fortaleza motivadora que nos invita a no desmayar ni a perder la fe. Si encarnamos su mensaje de Vida y Salvación, tengamos la certeza de que nos sucederá como a Jesús: su propia familia lo creía fuera de sí. Jesús fue visto como inadaptado por no seguir lo establecido para un varón de su edad en la sociedad judía. No actuar en conformidad con lo establecido por el sistema dominante, no practicar el silencio cómplice –quizá– frente a lo que empobrece la vida del pueblo, es una locura. Cabe preguntarnos: ¿Es válido el silencio cómplice en un momento en que sigue en peligro la vida de las mayorías? Reflexiona con tu familia y ora para alcanzar sabiduría." (Koinonía)

viernes, 21 de enero de 2022

LLAMA A LOS QUE QUIERE




 En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-; Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.

En Catalunya hoy se celebra San Fructuoso obispo de Tarragona y sus diáconos Augurio y Eulogio. Aquí se lee el evangelio Jn 17, 11b-19. distinto del que he puesto.

"Doce apóstoles (enviados). Personas elegidas y enviadas a conformar el nuevo pueblo de Dios. Cada integrante de la comunidad con sus propias historias y en ellas la presencia sanadora del Padre que, en su fragilidad, les propuso ser continuadores de su causa, junto a Jesús, predicando la Buena Noticia de un mundo alternativo. Una Buena Noticia que conlleva luchar por la consecución de una mejor vida para todas las personas. En un tiempo como el actual, donde la misma subsistencia alimentaria peligra, no podemos menos que sentir y escuchar el grito de las personas vulneradas. Sin revanchismos o venganzas, pero sí pidiendo justicia, trabajando por la paz y la unidad, como David, que perdonó la vida a Saúl. Construir apostólicamente el Reino de Dios dista de la paz intimista de quien no se inquieta frente al dolor ajeno. Necesitamos sentirnos personas llamadas por nuestro nombre, enviadas a «arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar y plantar» (Jer 1,10). ¡Debilitemos las estructuras de muerte, protegiendo la vida amenazada y vulnerable!" (Koinonía) 

jueves, 20 de enero de 2022

LE SEGUÍA MUCHA GENTE

 


En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: "Tú eres el Hijo de Dios". Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

"Una multitud tras de Jesús. Quizá no era una multitud como la que imaginamos siempre que leemos el texto o vemos en las películas, pero es una escena que se repite: muchas personas lo siguen porque encuentran en Jesús la certeza de liberarse de fuerzas que los oprimen, personalmente –en lo físico, psicológico o espiritual– o comunitariamente. El relato de hoy nos recuerda que no importa la clase o poder del mal (espíritus inmundos); siempre, por la Palabra del Hijo de Dios, podremos liberarnos y regenerarnos. El reto está en la fe y el seguimiento de la causa que libera y humaniza, devolviendo vitalidad; y seguirlo al punto de decir: «no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gálatas 2,20). Ser Hacer como Jesús será la clave, entonces, para resistir férreos ataques del mal, cualesquiera que sean éstos. ¿Qué fuerzas del mal en tu entorno debilitan la vida y la amenazan? ¿Cómo puedes colaborar en la misión de Jesús de sanar y liberar a personas oprimidas?" (Koinonía) 

miércoles, 19 de enero de 2022

SIEMPRE HACER EL BIEN

 


En aquel tiempo entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: "Levántate y ponte ahí en medio". Y a ellos les preguntó: "¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?" Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: "Extiende el brazo". Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

"Un hombre con la mano atrofiada era mal visto en aquella sociedad; se pensaba que era “castigo divino” y, por tanto, rechazado religiosa y socialmente. Quizá este tipo de exclusión era de lo más indignante para Jesús porque desfiguraba el rostro hermoso y profundamente humano de Dios. En un gesto de ira, indignación y desafío pone en evidencia lo poco interesada que está la religión en disponer los corazones para servir a los marginados, especialmente a quienes más vulnerada y amenazada tienen la vida. Con ello, está desnudando el mayor pecado de los “líderes” de aquella época: la incapacidad en la que puede incurrir la persona religiosa reduciendo su vida al cumplimiento de normas y ritos. La propuesta del Reino nos pide encargarnos de las personas despreciadas, oprimidas y olvidadas. ¿Cómo podrías hacer vida esta propuesta de Jesús? Hagamos nuestras las palabras de David: «Este servidor tuyo irá a luchar»; luchemos contra todo aquello que margina, excluye y descuida la vida en todas sus formas." (Koinonía)

martes, 18 de enero de 2022

EL SÁBADO PARA EL HOMBRE

 


Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: "Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?" El les respondió: "¿No habéis leído nunca lo que hizo David cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros". Y añadió: "El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado".

"Seguimos asistiendo al asombro que produce la actitud de Jesús en sus contemporáneos. Acostumbrados a hacer siempre lo mismo, en la calle, en la familia, en la sinagoga, la libertad de Jesús les parecía libertinaje. No podían creer lo que veían.
Jesús sabe siempre poner en primer lugar las necesidades de las personas con las que se encuentra. Y cuando hay hambre, se come. Lo hizo con las multitudes que le seguían, multiplicando los panes y los peces. Y permitió que los Discípulos hicieran lo que no estaba permitido.
Los que “somos de Misa”, los que estamos cerca de la Iglesia, solemos mirar con desconfianza las prácticas que no encajan en lo que siempre se ha hecho. Puede ser nuestra dificultad, cuando nos enfrentamos a los nuevos aires que el Espíritu va suscitando. Después del Concilio Vaticano II, se han abierto muchas posibilidades para vivir la fe, dentro de la Santa Madre Iglesia. Es bueno dar gracias por los diversos dones y carismas que conviven a nuestro lado. No todos, quizá, encajen con nuestra espiritualidad, con nuestra experiencia o con nuestros gustos. Lo principal es caer en la cuenta de que esas formas de vivir la fe ayudan a alguien a ser santo, o lo que es lo mismo, a ser feliz. Y si la iglesia las reconoce, “adelante con los faroles”.
“El sábado para el hombre y no el hombre para el sábado” no puede ser una excusa para hacer lo que queramos. Hay normas que realmente nos ayudan a ser mejores. Por eso siempre debemos tener en cuenta la dignidad de la persona. Todo lo que respeta o desarrolla la dignidad de cada ser humano podemos y debemos aceptarlo. Para eso existe el Magisterio de la Iglesia, que nos va orientando por el buen camino.
“Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.” En la primera lectura se nos recuerda que los criterios de Dios no son nuestros criterios. Es buen tenerlo en cuenta, cuando pensemos en nuestra opción de vida. No hay que ser el más alto o el más guapo o el más fuerte para ser seguidor de Cristo. Basta con creer que Dios ve todo lo bueno que hay en ti. Y confiar en Él. Atrévete a seguirle.
Comienza hoy la semana de la oración por la unidad de los cristianos. Vamos hacia los mil años de división con los ortodoxos. Con los luteranos, hemos “celebrado” ya los quinientos años. Recemos para que podamos dar un testimonio creíble al mundo." 
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F. (Ciudad Redonda)

lunes, 17 de enero de 2022

EMPEZAR DE NUEVO

 


En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: "Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?" Jesús les contestó: "¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán".
Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado, porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos".

Los judíos se escandalizaban de que Jesús no seguía todas sus tradiciones; entre ellas la del ayuno. No entendían que con Jesús empieza lo nuevo. Las mezclas no son buenas. Hay que empezar de nuevo. Si queremos seguir a Jesús hemos de imitar su vida, poner en práctica su Palabra. No seguimos unas tradiciones, seguimos a Jesús. Por desgracia, muchas veces actuamos porque siempre se ha hecho así, porque es la tradición. Lo que debemos hacer es meditar qué habría hecho Jesús en estas circunstancias, qué nos dice su Palabra. Y luego, actuar en consecuencia. 

domingo, 16 de enero de 2022

HACED LO QUE ÉL OS DIGA




 En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino."
Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora."
Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él diga."
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua."
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo."
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora."
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Hoy María nos da el mejor consejo: "Haced lo que Él os diga". Es así como de unas jarras vacías, de una agua corriente, sacaremos el mejor vino posible. Nosotros nos empeñamos en hacer nuestra voluntad. Creemos que nuestras reuniones, teorías, sistemas...son lo mejor para nuestro apostolado. Olvidamos el consejo de María. Sólo haciendo su voluntad, obtendremos auténticos frutos.

"El milagro de las bodas en Caná de Galilea, no es simplemente por la falta de vino. El asunto es otro: el relato tiene que ser entendido en perspectiva de Reino, en dinámica de tiempo mesiánico. El texto indica, que había allí en un lugar de la casa, unas tinajas de piedra vacías, seis en total. El texto hace énfasis en que están vacías. Son tinajas destinadas para contener el agua de la purificación ritual de los creyentes judíos. Pero están secas. Este símbolo, indica la sequedad en que se encuentra el modelo religioso judío. En la visión de los cristianos primeros, que acabaron separándose del judaísmo, la ley judía, antes que ayudar, terminó dificultando la relación de Dios con su pueblo. Les resultaba una ley vacía, sin sentido, que sólo generaba cargas y no posibilitaba la libertad y la alegría. Las tinajas, destinadas a la purificación, eran un símbolo que dominaba la ley antigua. Ese modelo de ley creaba con Dios una relación difícil y frágil, mediatizada por ritos fríos y carentes de sentidos. No se dice sin embargo que las tinajas estuvieran con agua. Son llenadas cuando Jesús lo ordena. Al estar llenas, las tinajas que no prestaban ya ningún servicio, más bien estorbaban en la vida normal de la gente, permiten una nueva manifestación del proyecto de Jesús: el agua está convertida en vino. ¿Qué nos indica ese signo? La ritualidad, el legalismo, la norma fría y vacía, es trasformada en vino, símbolo de la alegría, del gozo mesiánico, de la fiesta de la llegada del tiempo nuevo del Reino de Dios. Tenemos que acabar en nuestra vida y en la vida comunitaria, con los sistemas religiosos deshumanizantes, para lograr entrar en la dinámica liberadora, incluyente y festiva que Jesús inauguró.
¿Complicada esta interpretación? Efectivamente, es complicada, con la complicación que brota de un texto sofisticado, muy elaborado, con toda una trastienda de alusiones veladas y crípticos mensajes. Leer, proclamar, comentar el evangelio de Juan como si se tratara de una simple y llana historieta de unas bodas, en las que además Jesús funda el sacramento del matrimonio, sin más complicaciones... resultaría una lectura fácil y cómoda, pero sería profundamente carente de veracidad. Aunque sea más laborioso y menos grato, es mejor tratar a nuestros oyentes como adultos, y no ahorrarles la complejidad de unos textos que interpretados directamente a la letra nos llevarían solamente por caminos de fundamentalismo." (Koinonía)

sábado, 15 de enero de 2022

ACERCARNOS A TODOS


 En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían, un grupo de recaudadores y otra gente de mala fama se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos letrados fariseos, al ver que comía con recaudadores y otra gente de mala fama, les dijeron a los discípulos: "¡De modo que come con recaudadores y pecadores!"
Jesús lo oyó y les dijo: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores".

Nuestra sociedad, hoy, como los fariseos, también criticaría a Jesús. A Leví hoy lo llamaríamos "corrupto". Era recaudador de impuestos, colaborador por lo tanto con los dominadores, y se enriquecía haciendo trampas. Jesús no sólo se acerca a él, sino que lo llama para ser uno de sus discípulos. Hoy sería la Iglesia de las fronteras, de la periferia, que nos llama a ser el Papa Francisco. No tener miedo a mancharnos con el barro, si luchamos por atraer a los alejados, a los marginados, a los despreciados...a Dios.

"Jesús sale al encuentro de toda persona, principalmente de quienes la sociedad rechaza. Con ellas y desde ellas está dispuesto a construir el Reino. Pero, antes, es importante que quienes queramos seguirlo depongamos todo aquello que no nos dejará crecer en el seguimiento de Jesús. En algo somos frágiles, en algo hemos de crecer; una parte de nosotros debe cambiar para que el mundo cambie. Jesús llama a personas pecadoras para que aprendan a vivir con dignidad. Como a Saúl, el aceite de nuestro bautismo nos recordó que la vida se regenera cuando se la cura. La invitación es a construir relaciones dignificantes, en las familias, comunidades, sociedades que reconozcan su humanidad, en donde la política, la economía, la religión están al servicio de la vida. Eres persona ungida no por mérito sino por puro amor incondicional por parte de Dios; sólo espera la correspondencia a ese amor providente. Que nuestra acción pastoral sea para alegrar y transformar. ¿Dónde crees que Dios te está necesitando para iluminar y liberar? ¡Escúchalo y síguelo!" (Koinonía)

viernes, 14 de enero de 2022

FE SOLIDARIA

 


Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaúm, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos, que no quedaba sitio ni a la puerta. El les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados quedan perdonados". Unos letrados que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: "¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?"
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: "¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico: "Tus pecados quedan perdonados", o decirle: "Levántate, coge la camilla y echa a andar?" Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados..., entonces le dijo al paralítico: "Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa"". Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos.
Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo: "Nunca hemos visto una cosa igual".

Ayer era un leproso; el símbolo del mal. Hoy un paralítico; símbolo de las mil cosas que no nos dejan caminar, que no nos dejan actuar. Pero hoy, quien recibe los elogios de Jesús, son los compañeros que hacen hasta lo imposible para llevarlo a Jesús. Es la Fe solidaria. Una Fe que no se limita a nosotros, sino que nos lleva a hacer el bien a los demás. A llevarlos a Jesús. 

"Ya lo dijo el apóstol: “todo es gracia”. Lo más importante se nos da gratuitamente. La vida misma, las personas, los acontecimientos, la fe... Todo es recibido. Pero como al que se le da no es una piedra ni una inteligencia artificial, sino un ser humano con capacidad de respuesta libre, todo es –a la vez- tarea.
Esa es la dinámica creyente: recibir vida para entregarla. Recibir a las personas para crear fraternidad. Recibir los acontecimientos para ir haciendo con ellos camino. Recibir la fe para vivirla y comunicarla. Lo que hemos recibido quiere hacerse en nosotros respuesta. En esto no hay rebajas.
En el evangelio, el ponerse en pie y el perdón están ahí esperando, gratuitos. Pero el paralítico debe ponerse a tiro. Otros le ayudan y le llevan ante Jesús. Una bonita escena sobre la gracia y la tarea.
Entiendo que ésta sería la invitación de la Palabra de hoy: abre los ojos. Mira todo lo bueno que hay creado para ti. Te está esperando. Sólo falta que te pongas en camino. Que te pongas a tiro. De Dios y de los demás. Que respondas a lo recibido. Porque si todo fuera tarea, la vida sería como una dura escalada sin llegar a ninguna cumbre. Pero si todo fuera gracia que no pidiera respuesta, Dios nos habría creado inútiles.
Todo es gracia-para-corresponder. Ahí está la gracia. ¿Te convence?" (Ciudad Redonda)

jueves, 13 de enero de 2022

ÉL SIEMPRE NOS PERDONA




 En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme". Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero: queda limpio". La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. El lo despidió, encargándoles severamente: "No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés. Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes

Este evangelio me sugiere la esperanza. El leproso es símbolo de lo peor, de lo repugnante, del mal. Para los judíos la enfermedad era el producto del pecado. Un castigo de Dios. Y entre los enfermos, los más rechazados eran los leprosos a los que se les expulsaba de la sociedad. Jesús lo "toca". Jesús lo cura. Por pecadores que podamos ser, siempre hemos de tener la esperanza, la seguridad de que Él nos curará. Jesús siempre perdona.

"«Si quieres, puedes sanarme». Esta frase ha inspirado muchos escritos a lo largo de la historia, pero la respuesta de Jesús ha dado vida a muchas hermosas historias: «¡Quiero!, queda sano». Frente a la muerte, incluso explícita, como en la narración de I Samuel, la presencia de Jesús siempre da vida. En un momento histórico en el que la humanidad sigue viviendo un consumismo feroz en el que una parte de la población mundial devora la posibilidad de vida del resto poniendo en peligro incluso hasta la estabilidad y la soberanía alimentaria, la presencia de Jesús es absolutamente urgente. Un Jesús que invita a sanar a las personas, las familias, las comunidades, la política y la sociedad, para que detengamos la muerte del ser humano por el propio ser humano. Quizá el miedo nos detiene, pero quienes en Jesús creemos y vivimos siempre encontramos cómo reproducir ese «queda sano». ¿Será que nuestra acción pastoral va hacia quienes más nos necesitan o hay que ajustar algo?" (Koinonía)

miércoles, 12 de enero de 2022

ACTUAR Y ORAR


 En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: "Todo el mundo te busca". El les respondió: "Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido". Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

En el evangelio de hoy vemos a Jesús curando y orando. No podemos olvidar estas dos cosas en la vida: actuar y rezar. El "ora et labora" de los Benedictinos, es el modelo que nos presenta Jesús. Ciertamente debemos actuar en bien de los demás. Pero no debemos olvidar la oración. Esta nos dará el verdadero sentido de nuestra acción. Es allí que encontraremos la voluntad de Dios; lo que Él nos pide. 

"La enfermedad en el tiempo de Jesús era señal de impureza y marginación, muchas veces se asociaba a castigos divinos. Pero, la enfermedad es en sí debilitamiento de un cuerpo sano. Las personas enfermas que se encuentran con Jesús no sólo son tratadas con dignidad, sino que fortalecen su fe y se recuperan; su acción liberadora siempre está asociada a la rehabilitación de la vida, haciéndola sentir valiosa y digna ante Dios. Nuestra acción pastoral debería estar encaminada a la recuperación de tanta enfermedad física y espiritual. En ese sentido nuestro servicio evangelizador ha de ser de compasión y misericordia. Fijémonos en Samuel, a quien Dios no se cansa de llamar para que sea guía y servidor de su pueblo. En estos tiempos de tantos ruidos, no siempre llegamos a comprender el “querer” de Dios para nuestras vidas. Ojalá que sepamos discernir qué voces escuchamos y a qué nos llaman. Seamos oyentes y servidores del Dios que sana y libera, no de los dioses que nos esclavizan y condenan." (Koinonía) 

martes, 11 de enero de 2022

ENSEÑABA CON AUTORIDAD

 


Llego Jesús a Cafarnaúm y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios". Jesús lo increpó: "Cállate y sal de él". El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.
Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen". Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Enseñaba con autoridad y apoyaba con acciones lo que decía. Sanaba a los que le escuchaban. Había venido a liberar y salvar y lo hacía curando y devolviendo la paz a los que le escuchaban. 

"“Espíritus inmundos”, esterilidad, tristeza, angustia... en fin, tantos sufrimientos y sinsentidos de vida. Frente a todo ello siempre existe una esperanza: la presencia de Jesús como “libertador” en nuestra vida y en el mundo. Así como la oración de Ana fue escuchada, callando a quienes la rechazaban por la condición de esterilidad; así fue la expulsión de los “espíritus inmundos” en personas que parecían condenadas. También en nosotros se puede producir uno de los más grandes milagros: la “metanoia” , o sea, una conversión profunda que nos ayude a ser tierra fértil y liberada. Nuestra fecundidad, por gracia de Dios, nos convierte en testigos capaces de animar a personas “estériles de vida”, de “espíritus dudosos”, de tristezas profundas o sinsentido. ¿Cuál es el requisito? Sencillamente, un corazón dispuesto a seguir a Jesús; no se trata de adoctrinamientos que en ocasiones detienen hermosas iniciativas del Reino; se trata de procesos reales de dignificación y libertad. Hay tantas personas esperando la alegría del Evangelio en este mundo deshumanizado. ¿De qué necesitas liberarte? ¡Sé tierra fecunda!" (Koinonía)

lunes, 10 de enero de 2022

PESCADORES DE HOMBRES

 


Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios; convertíos y creed la Buena Noticia".
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres".
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Empezamos el Tiempo Ordinario. Y lo hacemos viendo como Jesús llama a Simón y a Andrés, a Santiago y a Juan. Los llama, y también a nosotros, a ser pescadores de hombres. Nos llama a creer y a anunciar la Buena Noticia, el Evangelio. Esta es la misión de todo cristiano.

"Llama la atención que la misión de Jesús comience en Galilea; sin embargo, se entiende que un lugar tan productivo y próspero sea escenario de injusticia social. Sus habitantes sufren mucha opresión, marginación y empobrecimiento por parte de las autoridades y terratenientes, amparados en leyes y costumbres, en su mayoría, inhumanas. En ese sentido podemos decir que hay muchas “Galileas” que atender en este mundo, y que la mejor manera de hacerlo es viviendo la llamada de Jesús –como la de los apóstoles–, erradicando cualquier tipo de discriminación, por ejemplo, como la que nos recuerda I Samuel, a propósito de la esterilidad de Ana, condición considerada, para la mentalidad hebrea, castigo de Dios. Si bien, a lo largo de la historia se han ido superando muchas situaciones, también es cierto que no se termina de incidir en la raíz de tanta maldad. La presencia de Dios nos invita a sentir la realidad de manera entrañable, respondiendo al sufrimiento con acciones concretas. ¿Cómo puedes convertirte en pescador de humanidad?" (Koinonía)

domingo, 9 de enero de 2022

BAUTIZARSE

 


En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego."
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto."

           "Al echar el primer vistazo al Evangelio de hoy... me he quedado pensando en esto: «Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado». Me han venido a la mente las muchas «filas» que hemos podido ver en estos días, en España y también fuera: Filas para vacunarse, filas para hacerse un test o ser atendidos en el ambulatorio, filas de personas que necesitan ayudas para poder comer, las filas de parados ante las oficinas de empleo, y tantas otras. Muchas de estas filas son filas «de la vergüenza», porque sólo se ponen en ellas los más necesitados, los que no tienen otros recursos para conseguir rápidamente lo que necesitan. Y el evangelista nos sitúa a Jesús en una de estas filas, mezclado con la gente, con los pecadores, recibiendo el mismo bautismo que ellos. 
          Jesús no necesitaba convertirse, ni prepararse para la llegada del Mesías que anunciaba Juan, claro está. Pero ya vemos un rasgo esencial de la personalidad y la misión de Jesús: estar cerca, mezclarse e implicarse en las necesidades, esperanzas, ansias y sufrimientos de su pueblo. Es todo lo contrario de Herodes y de tantos «jefes» que se les parecen: pretenden estar informados por lo que otros le cuenten (así se lo pidió a los Magos), pero sin moverse de su palacio. Sin "mojarse".
             Bautizarse significa «mojarse», en su sentido real y simbólico: empaparse e implicarse. A distancia uno no se moja, no se entera, no se ve afectado: es necesario acercarse, estar en contacto, conocer de primera mano. 
              Bautizarse significa dejar que te llene la vida el Espíritu de Dios, de modo que empiecen a correr por tus venas los ríos de solidaridad en favor del débil. Como hizo Jesús de Nazareth. Es significativo que el Espíritu «aprovecha» la presencia de Jesús entre los pecadores, entre la gente del pueblo, para bajar sobre él.
              Jesús ha pasado largo tiempo sin que tengamos noticias de él por los evangelistas, hasta este preciso momento. Pero no cabe duda que ha estado «creciendo en sabiduría», compartiendo la condición humana de las gentes, trabajando como uno más, en las difíciles circunstancias económicas y políticas de la Galilea de entonces. Y a la vez escuchando insistentemente en su interior una llamada del Reino, una voz de Dios, que le empujaba a  ponerse al lado y al servicio del pueblo débil.
          Para dar comienzo a su actividad misionera, ha elegido un escenario de «debilidad»: Se ha acercado al desierto, que no es un lugar frecuentado por la gente bien. Allí, en torno a Juan Bautista, se han ido reuniendo los que están «expectantes», aquellos que tienen una profunda necesidad de que las cosas cambien, siendo ellos los primeros dispuestos a cambiar, renovarse, purificarse, sanarse, convertirse... Allí van llegando los pobres, los enfermos, los esclavos, los pecadores, los inquietos..." (Ciudad Redonda)