En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros."
Jesús nos previene hoy del escándalo y de la tibieza. En nuestros días, los casos de pederastia deberían hacernos reflexionar profundamente. Cada vez que actuamos en contra de lo que anunciamos, estamos escandalizando y apartando a los demás de Dios. Cuando nuestra vida no es capaz de dar ánimos, de hacer reflexionar al otro, cuando nuestra vida es sal sosa, la tibieza nos domina y alejamos de Dios, en vez de acercar, a los hombres.
"El encuentro con Jesús marca el camino de quienes se atreven a seguirlo. El evangelio nos advierte que lo contrario a su proyecto no sólo hace más vulnerable la vida, sino que roba esperanzas de futuro. Hoy, la palabra nos pide no escandalizar a los pequeños, en quienes él se hace presente. Una vida más sencilla y sin apegos ha de ser el camino de los discípulos del Reino; necesitamos ser más humanos y no poner obstáculos para que otros caigan. Jesús nos invita a renunciar y arrancar de raíz todos aquellos males que nos llevan por caminos errados, convirtiéndonos en anti-testimonio y piedra de escándalo. Se trata de asumir nuestra misión y compromiso cristiano implicándonos en las causas a favor de la vida y en aquellas que luchan por la justicia. En un mundo en el que hay tantos sinsabores, estamos llamados a ser sal sanadora. ¿Acaso opto por el bien o dejo que el mal se apodere de mi vida? ¿Qué puedo hacer para llenarme de positivismo y esperanza?" (Koinonía)
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