Después de esto escogió también el Señor a otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo: “Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla. Andad y ved que os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni monedero ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie en el camino. Cuando entréis en una casa, saludad primero diciendo: ‘Paz a esta casa.’ Si en ella hay gente de paz, vuestro deseo de paz se cumplirá; si no, no se cumplirá. 7 Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, pues el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde os reciban bien, comed lo que os ofrezcan; y sanad a los enfermos del lugar y decidles: ‘El reino de Dios ya está cerca de vosotros.’
Hoy en Europa se lee este evangelio, porque es la festividad de Cirilo y Metodio, patrones de este continente. Son dos ejemplos de buenos segadores que supieron incardinarse en las diferentes culturas.
La crisis de vocaciones, sobre todo en Europa, es palpable. Quizá porque segamos mal. Jesús les pone las condiciones. Hay que hacerlo en comunidad. Los medios económicos y las estrategias externas son inútiles. Es repartiendo paz y amor, llevando una vida sencilla, que debemos anunciar la Palabra.
¿Es este el camino que seguimos? Si no es este, no nos extrañemos de la falta de segadores.
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