En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro."
Nos creemos únicos, pero Dios está en todas las personas de buena voluntad. Todo aquel que ama, que ayuda al necesitado, defiende al perseguido...aunque no sea consciente de ello, está con Jesús. No tenemos la exclusiva. El Espíritu se sirve de muchos para actuar y manifestarse.
"Como personas, nos encasillamos en normas o parámetros que nos impiden abrirnos al Espíritu. También como cristianos sentimos envidia, somos egoístas y nos enojamos porque otros acogen la vida y le dan un sentido distinto; caemos en la tentación de realizar la misión de Dios como un espacio cerrado o una forma de sentirnos privilegiados, creyéndonos dueños de Dios y de la verdad. A pesar de esto, el Espíritu de Dios llega para no ser encasillado bajo estructuras religiosas. Jesús les dice a los discípulos «no se lo impidáis» . (Mc 9,39), reconociendo que el Espíritu se manifiesta e ilumina a personas que, desde su experiencia y condición, optan por un mundo más humano, y no bajo criterios propiamente religiosos. Reconozcamos con humildad que no siempre nuestros planes y proyectos responden al querer de Dios. Evangelizar no es forzar a otros a que cumplan mandamientos; es más bien dar espacio a la gracia para que transforme y regenere la vida. ¿Descubro la bondad de Dios fuera de la Iglesia?" (Koinonía)
Si uno mantiene los ojos abiertos fácilmente constatará quanta verdad encierra la palabra de Jesús. La bondad y hasta la piedad no es ningún monopolio de la gente de Iglesia, aunque hay en ella tesoros de bondad y santidad. Y cuando digo Iglesia pienso en primer lugar en la gente sencilla que intenta vivir al unísono de su fe.
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