miércoles, 31 de mayo de 2023

PONERSE EN CAMINO CON ALEGRÍA

 


 Por aquellos días, María se dirigió de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se movió en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte, dijo Isabel:
– ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Tan pronto como he oído tu saludo, mi hijo se ha movido de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!
 María dijo:
“Mi alma alaba la grandeza del Señor.
 Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
 porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava,
y desde ahora me llamarán dichosa;
 porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
¡Santo es su nombre!
 Dios tiene siempre misericordia
de quienes le honran.
 Actuó con todo su poder:
deshizo los planes de los orgullosos,
 derribó a los reyes de sus tronos
y puso en alto a los humildes.
 Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
 Ayudó al pueblo de Israel, su siervo,
y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
 Así lo había prometido a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus futuros descendientes.”
 María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa.

Siempre me ha llamado la atención. Lo primero que hace María al recibir a Jesús en su seno, es ponerse en camino, servir, ayudar a su prima Isabel. Es la clave para saber si tenemos a Jesús con nosotros: si hacemos de nuestra vida una entrega a los demás.

"Son muchísimas las alusiones directas de la Palabra a la alegría, al júbilo, al regocijo, al gozo, al grito, a saltar, a danzar, a ser dichosos
La Palabra de hoy inflama el corazón de agradecimiento, impulsando no sólo a contar la experiencia de Dios sino más bien a CANTAR las maravillas que realiza en sus hijos
En María podemos contemplar la plenitud de esta alegría, de esta jubilosa ALABANZA que le hace ponerse en pie, ponerse en camino y atravesar aprisa regiones montañosas cual arca de la Nueva Alianza, como esperada nueva Hija de Sión y, de este modo, hacer posible y actual la continua visita de Dios a su pueblo, un Dios que se goza en sus hijos
¿Cómo es que la Madre de mi Señor viene a mí?... Viene siempre. María en medio de nuestras regiones montañosas viene a traernos la alegría porque lleva en su seno a Aquel que es la misma ALEGRÍA!
Su Magníficat es ante todo un estallido de alegría. Y ¿de dónde nace su alegría?: de la experiencia de haberse sentido MIRADA por Dios. Para nuestra mentalidad occidental no es fácil entender lo que para un oriental significa “ser mirado por Dios”. Para éste la santidad la transmiten los santos a través de su mirada. La mirada de un hombre de Dios es una bendición. ¡Cuánto más si el que mira es Dios! María da una importancia enorme a este acontecimiento por eso dice que todas las generaciones la llamarán bienaventurada… porque no hay nada más grande que pueda acontecer en la vida de una persona que SER MIRADA POR DIOS!!!
Todo ello nos conduce a activar esos “ojos del corazón” que saben ir más allá de las apariencias y permiten captar esa realidad esencial que permanece invisible a la percepción de la mente, ya que sólo puede alcanzarse con el amor. Donde reina el amor allí hay ojos que saben ver (Ricardo de San Víctor). Sólo conoce el que ama. En efecto, la capacidad de amar está en disposición de ir más allá del umbral inmediato de los acontecimientos, como ocurre con una lente de aumento o un microscopio, haciendo percibir horizontes que de otra manera serían imperceptibles.
Ojalá nuestra vida sea también un canto nuevo y bello por las maravillas que dejamos hacer a Dios en  nuestra humillación; un canto audaz, valiente, comprometido, un canto capaz de transformar en sinfonía el grito disonante de un mundo que todavía pide pan." (Ciudad Redonda)

martes, 30 de mayo de 2023

SEGUIDORES DE JESÚS

 


Pedro comenzó a decirle:
– Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido.
 Jesús respondió:
– Os aseguro que todo el que por mi causa y por causa del evangelio deje casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras, recibirá ya en este mundo cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones; y en el mundo venidero recibirá la vida eterna. Pero muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros.

Seguir a Jesús no es fácil. Muchas veces nos parecerá que somos despreciados, criticados, atacados...que, en definitiva, somos los últimos. Pero Jesús está siempre con nosotros y al final los últimos serán los primeros. Por eso no debemos temer entregarnos a todos, dedicar nuestra vida a amar.
 
"El evangelio nos augura un futuro de plenitud si nos hacemos disponibles hoy a la voz a de Dios que nos llama a la entrega por el Reino. El premio es el ciento por uno. Aquellos testigos que han sabido escuchar esta llamada y se han dado por entero a la causa de Jesús lo saben bien. Nunca se sintieron tan llenos como cuando se vaciaron, nunca se sintieron tan poderosos como cuando se hicieron débiles, nunca fueron tan sabios como cuando hicieron el viaje de la sencillez y la simplicidad… A nosotros parece que nos cuesta arrancar. Seguimos queriendo nadar y guardar la ropa, seguimos con la mano en el arado y mirando a atrás, seguimos queriendo ser “seguidores de Jesús”, pero “razonables seguidores”…no me acuerdo muy bien pero tengo la vaga idea de que Jesús habló una vez de los tibios…aunque eso mejor será dejarlo tranquilo, no vamos a exagerar… ¿verdad?" (Ciudad Redonda)

lunes, 29 de mayo de 2023

MADRE DE LA IGLESIA


 
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre:
– Mujer, ahí tienes a tu hijo.
 Luego dijo al discípulo:
– Ahí tienes a tu madre.
Desde entonces, aquel discípulo la recibió en su casa.
 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo se había cumplido, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:
– Tengo sed.
 Había allí una jarra llena de vino agrio. Empaparon una esponja en el vino, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús bebió el vino agrio y dijo:
– Todo está cumplido.
Luego inclinó la cabeza y murió.
 Era el día de la preparación de la Pascua. Los judíos no querían que los cuerpos quedasen en las cruces durante el sábado, pues precisamente aquel sábado era muy solemne. Por eso pidieron a Pilato que ordenara quebrar las piernas a los crucificados y quitar de allí los cuerpos. Fueron entonces los soldados y quebraron las piernas primero a uno y luego al otro de los crucificados junto a Jesús. Pero al acercarse a Jesús vieron que ya había muerto. Por eso no le quebraron las piernas.
 Sin embargo, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua.


Al finalizar el Concilio Vaticano II, el Papa proclamó a María Madre de la Iglesia. El evangelio de hoy nos presenta a María al pie de la Cruz. Y allí Jesús la une como madre a Juan. Al pie de la Cruz en el momento clave de la Redención. En la festividad de ayer, encontrábamos a María en medio de los discípulos cuando el Espíritu descendía sobre todos ellos. Cuando se constituían verdaderamente en Iglesia, en Comunidad y dejaban atrás el miedo, empezando a anunciar a todos la Buena Nueva, la Palabra.
María, guardando todas las cosas en su corazón, es nuestro modelo de seguimiento de Jesús. Antes de anunciar su Palabra, debemos meditarla profundamente, hacerla nuestra en el corazón.  
María es madre de la Iglesia. María es madre de todos nosotros.

domingo, 28 de mayo de 2023

ENVIADOS CON EL ESPÍRITU



  


Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:
¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
– Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.


"En Pentecostés celebramos el nacimiento de una Iglesia que no se está quieta, ni a la defensiva, ni siquiera protegida, sino que es CAMINANTE, QUE SALE al encuentro de las gentes. El Espíritu siempre zarandea y nos desequilibra: "¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?" ¿Qué hacéis ahí atrapados durante horas por la televisión, o internet, o con los mil mensajitos del móvil? ¿Qué hacéis ahí repitiendo las mismas cosas de siempre, y en los mismos lugares de siempre? ¿Qué hacéis ahí sentados en el despacho parroquial, en vuestras sacristías, al calorcillo de vuestro grupo cristiano? ¿Qué hacéis ahí repitiendo las mismas canciones, los mismos rezos, los mismos programas, las mismas...? 
        Jesucristo, el hombre sobre el que había reposado el Espíritu en el día de su bautismo, había «SALIDO» del Padre, para cumplir una tarea. Y por eso mismo encarga  a sus discípulos: "COMO EL PADRE ME ENVIÓ, YO OS ENVÍO". Su Espíritu nos quiere fuera, en medio de los hombres, con ellos. 
         En cambio, una Iglesia sentada, al resguardo, preocupada por que todo esté en orden, y que se comunica con el exterior por medio de «documentos» y «comunicados», denuncias y toques de atención... es una Iglesia sin Pentecostés, sin Espíritu Santo.
Esta Iglesia con la que debemos “sentir” es la casa de todos, no una capillita en la que cabe sólo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad. Y la Iglesia es Madre —prosigue—. La Iglesia es fecunda, debe serlo. (Papa Francisco)
            La gente acudió por el «ruido» provocado por el Espíritu, por lo que les pasa a los discípulos cuando el Viento los descoloca y transforma, y no ciertamente atraída por el rumor de las discusiones internas, los planes pastorales, los documentos, las campañas y las declaraciones solemnes. El viento, cuando sopla, provoca desorden, se lleva los papeles junto con todo lo que está seco, caído, sin vida. Y los «hijos del viento», los cristianos, disfrutan con las ventanas abiertas y olvidando el «miedo» a lo que pueda pasar «fuera». Sobre todo porque ellos también están fuera. ¿Recordáis al Papa Juan XXIII, cuando una buena mañana abrió de par en par las puertas y ventanas de la Iglesia para que se ventilara (Concilio Vaticano II)?. Algunos se cogieron un buen catarro, les sentó muy mal esa iniciativa. Y aún no se les ha pasado.
Por eso el Espíritu es el mejor antídoto contra el COMPLEJO DE OSTRA
Las ostras se agarran fuertemente a la roca. Quieren estar seguras, para poder aguantar las embestidas del mar. El "complejo de ostra" es el de aquellos que están siempre añorando tiempos pasados (que no sé por qué dicen que eran mejores, simplemente eran otros... que ya no son). Son los que están más obsesionados por reunirse, que por salir a los caminos y hablar el lenguaje de los hombres. Tienen complejo de ostra los que confunden la Comunidad con un nido, e incluso con una trinchera. Ya se dice en el lenguaje popular que «esto es más aburrido que una ostra». Porque las ostras no saben de riesgos, de novedad, de fantasía. Para las ostras, «todo tiene que ser como siempre». Tienen una alergia enorme a los cambios. Y si, encima, la poca agua que les llega está contaminada, desoxigenada, estancada... acaban oliendo ellas mismas a podrido, a rancio.
          ¿Podrías decir tú que últimante te has movido, que has mejorado, que has cambiado, renovado, actualizado en algo respecto a tu fe, a tu participación en la Iglesia? ¿Que has apoyado, animado, participado en iniciativas, propuestas nuevas...?
           La Iglesia recibió, como primer regalo, EL FUEGO. Jesús había anunciado que venía a traer fuego a la tierra, y que estaba deseando que ardiese. Los apóstoles recibieron unas llamaradas que les prendieron el corazón. Ya sabemos que el fuego purifica, libera de escorias, quema desde las raíces el orgullo, la vanidad, los adornos.  No dice Lucas que los apóstoles se llenaran la cabeza de ideas, discursos, ritos, o mensajes. Lo que les pasa es que se convierten en apasionados, y como el fuego, peligrosos, incontrolables, imprevisibles, ardientes (arden en caridad). 
          Pues el Espíritu es también una medicina excelente contra el «COMPLEJO DE BOMBERO».
        Siempre hay dentro de la Iglesia algunos muy pendientes de sofocar todo rescoldo, toda brasa, toda iniciativa, todo lo que pueda ser peligroso e incontrolable, todo lo que suene a carismático, todo lo que pueda ser peligrosamente contagioso. Podríamos preguntar a tantos santos cómo quisieron hacerles callar y controlarlos. Podríamos preguntar a tantos mártires de la justicia, de la paz, de los derechos humanos. Podrían darnos su experiencia tantos que, con un profundo amor a la Iglesia, la intentaron «sacar de sus casillas», igual que el Espíritu sacó a los apóstoles de su «casa». Podrían contarnos tantos fundadores de Congregaciones Religiosas e iniciativas apostólicas, cuántas prevenciones, cuántas zancadillas, cuánta cinomprensión...
          La Iglesia, en lugar de tomar la manguera y el hacha de los bomberos, haría bien en tomar una buena hélice y AVIVAR el Viento para que esos fuegos se extiendan, se multipliquen... porque tantas veces (seguramente con muy buena voluntad) andamos extinguiendo la Fuerza, el Fuego de Dios.
         La Iglesia, tan pronto como recibe el soplido del Espíritu, y se deja encender por el Fuego, tiene una PALABRA QUE DECIR y que todos pueden entender. 
          Uno de los frutos del Espíritu es saber captar el lenguaje del otro, saber escucharle, comprenderle, y desde ahí, hacernos entender. Así puede decirle a cada hombre lo que necesita y debe escuchar. Consiente que cada persona sea como es, sin intentar hacerla en serie, etiquetarla, pasarla por el aro, cambiarle las ideas, o provocar sentimientos de culpa... 
El lenguaje de la Iglesia animado por el Espíritu es el que habla al corazón del hombre. Un lenguaje universal, que todos entienden, porque todos entienden del amor, de la vida, de la reconciliación, de la fraternidad... "¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?".  
           Nos hace falta la vacuna del Espíritu para no dejarnos contagiar del COMPLEJO DE LOCUTOR.
          El "locutor", cuando tiene delante un micrófono, tiene que hablar. Y muchas veces da igual lo que diga: tiene que rellenar el tiempo, aunque sea repitiendo continuamente la hora, o lanzando opiniones, preguntas (incluso sin dejar responder), tantas veces haciéndose notar, que acaba siendo su presencia lo principal del programa. Y no digamos de algunos, que parecen saber sobre todos los temas habidos y por haber, y que nos dan lecciones sobre lo que tenemos que pensar y hacer.
           Los cristianos formamos un Cuerpo, donde hay diversidad de funciones. Pero a veces damos la impresión de que se nos ha hipertrofiado la boca, y «hablamos por hablar». O pretendemos saber e instruir sobre todos los temas. O hablamos con un lenguaje que para muchos es abstracto e incomprensible. Algunos reconocen que la Iglesia tiene un serio problema con los medios de comunicación.
           Bien haríamos en recordar que los cristianos sabemos sobre todo a Cristo Crucificado (San Pablo). Queremos contar su Palabra, lo que él ha hecho en nosotros. De esto tenemos que hablar. Y luego, seguir «haciendo» en silencio, es decir: que sigan funcionado las manos (verbos hacer y crear) y los pies (moverse en busca de los hombres). Dice un viejo dicho latino: «Hechos, no palabras». Y confirmaba Carl Jung : “eres aquello que haces, no lo que dices que harás”. Se habla mucho, pero se hace poco. Hablamos de los pobres, de Iglesia sinodal, de escuchar, de compartir responsabilidades en la comunidad, de ser solidarios, de defender la justicia, la verdad... ¿Sabrías decir «hechos» concretos que ratifiquen tus principios, tus discursos, tus opciones, tus valores cristianos?
             Las cenizas que nos impusieron al comienzo de la Cuaresma nos recordaban a qué nos reducimos cuando el Fuego se apaga. Y el Fuego de la Vigilia Pascual subrayaba que a Jesús ha presentado como la Luz, la Lámpara, la Sal que quema, el Camino que andar. Después de celebrar estos 50 días de Pascua debiéramos haber quedado todos un poco más abrasados, ardientes, y encendidos, habernos movido. Ya sabéis que el fuego tiende a propagarse, a contagiarse, a crecer...
           Así que hoy es un día estupendo para revisar nuestra fe: si vamos guiados por el Viento o se nos ha pegado el «complejo de ostras». Si andamos quemando y encendiendo corazones o nos hemos apuntado al «cuerpo de bomberos». O, peor aún, estamos más quemados que la pipa de un indio. Si tenemos palabras que hablen al corazón de los hombres, o nos hemos apuntado a calentar los oídos y las cabezas de los hombres con mucha palabrería... callándonos lo principal y olvidando los hechos, los actos. 
         Estaría bien que repases y ores con la secuencia de Pentecostés... para que recuerdes (pases por el corazón) cuál es la acción del Espíritu en nosotros. Amén"

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

sábado, 27 de mayo de 2023

EL DISCÍPULO AMADO

 


Pedro se volvió y vio que detrás de él venía el discípulo a quien Jesús quería mucho, el mismo que en la cena había estado junto a él y le había preguntado: “Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?” Cuando Pedro le vio, preguntó a Jesús:
– Señor, ¿y qué hay de este?
 Jesús le contestó:
– Si yo quiero que permanezca hasta mi regreso, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme.
 Por esto corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho que no moriría, sino: “Si yo quiero que permanezca hasta mi regreso, ¿qué te importa a ti?”
 Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas y lo ha escrito. Y sabemos que dice la verdad.
 Jesús hizo otras muchas cosas. Tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse.

"Llegamos también al final del evangelio de Juan. Se hace una referencia a la enigmática figura del discípulo amado, sobre el que se han hecho tantas conjeturas que no merece la pena perdernos en ellas. En el texto de hoy se vincula esta figura al discípulo que se recostó en el pecho de Jesús en la última cena y –lo que ahora importa más– al que testimonia la verdad de lo contenido en el evangelio. Lo escrito no es más que un símbolo porque si se escribieran una por una (todas las cosas que hizo Jesús) no cabrían ni en todo el mundo. No hay pruebas de que el redactor de esta afirmación fuera andaluz.
Mañana celebraremos la solemnidad de Pentecostés con la que termina el tiempo pascual. Os invitamos a echar un vistazo a los cincuenta días transcurridos:
  • ¿Cómo ha sido la Pascua de este año 2023? ¿Hemos experimentado alguna victoria “en tanta guerra”?
  • ¿En qué caminos se nos ha hecho más visible la presencia del Resucitado?
  • ¿Hemos metido nuestros dedos en algunas heridas para comprobar que efectivamente era Él?
  • ¿Con qué animo nos disponemos a celebrar la irrupción del Espíritu y a seguir caminando en la vida ordinaria? (Ciudad Redonda)

viernes, 26 de mayo de 2023

AMARLO

 


Cuando ya habían comido, Jesús preguntó a Simón Pedro:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
Pedro le contestó:
– Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis corderos.
 Volvió a preguntarle:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro le contestó:
– Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis ovejas.
 Por tercera vez le preguntó:
– Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Pedro, entristecido porque Jesús le preguntaba por tercera vez si le quería, le contestó:
– Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven te vestías para ir a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá y te llevará a donde no quieras ir.
 Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro había de morir, y cómo iba a glorificar a Dios con su muerte. Después le dijo:
– ¡Sígueme!

"Quizá podríamos centrarnos en un solo aspecto: la pastoral del amor. Por si esta fórmula resulta ambigua (y deliberadamente lo es), podríamos retraducirla así: el amor es el fundamento de toda pastoral. Jesús no pregunta a Pedro si se ha repuesto ya de su crisis, si se ha sometido a una terapia psicológica para recuperar la autoestima, si ha hecho un cursillo de liderazgo grupal, si sabe manejar situaciones de conflicto, si domina las dinámicas de animación comunitaria. Lo confronta con el fundamento de todo seguimiento y de todo cuidado pastoral: el amor a Jesús y a su comunidad, la decisión de entregar la propia vida para que tengan vida.
¿Qué criterios usamos hoy para elegir a nuestros dirigentes? ¿Les preguntamos si de verdad quieren a Jesús o nos fijamos, más bien, en sus cualidades humanas? ¿Qué significa hoy “apacentar los corderos/ovejas”? ¿No quiere decir, por encima de todo, dar la vida por los hermanos, no buscar el propio interés sino el de los más débiles?
El modelo de liderazgo que Jesús propone a Pedro desenmascara nuestros liderazgos de cartón piedra." (Ciudad Redonda)

jueves, 25 de mayo de 2023

LA UNIDAD DE JESÚS



No te ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí al oir el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí. Padre, tú me los confiaste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y estos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.


"Uno de los acentos del testamento de Jesús es su oración por la unidad. Las palabras Que todos sean uno se han convertido en un lema que ilumina muchas realidades cristianas, pero, sobre todo, en las últimas décadas, la causa ecuménica. Y se ha vinculado la unidad de la comunidad de Jesús con la credibilidad de su mensaje: Para que el mundo crea que tú me has enviado. No hay mucho que decir sobre esta vinculación. Salta a la vista.
¿De qué unidad habla Jesús? ¿De la que se logra a base de interminables diálogos, acuerdos, tratados? Este es el significado que suele tener el término “unidad” en perspectiva política. ¿Cómo se ha ido construyendo, por ejemplo, la Unión Europea? Pues a través de un largo proceso negociador en el que todos ceden un poco, pero en el que los más fuertes tienden a imponer su criterio a los más débiles. Creo, sin embargo, que la unidad que Jesús pide al Padre es de naturaleza pascualSe logra cuando uno muere para que el otro viva. No es un gesto de rendición o de debilidad sino de fe en el don de Dios. Lo nuevo sólo adviene cuando lo viejo es crucificado y sepultado." (Ciudad Redonda)

miércoles, 24 de mayo de 2023

UNIDAD, ALEGRÍA Y VERDAD

 


Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como tú y yo. Cuando estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los protegía con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura.
 Ahora voy a ti; pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo. Yo les he comunicado tu palabra; pero el mundo los odia porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal. Así como yo no soy del mundo, tampoco ellos son del mundo. Conságralos a ti por medio de la verdad: tu palabra es la verdad. Como me enviaste a mí al mundo, así yo los envío. Y por causa de ellos me consagro a mí mismo, para que también ellos sean consagrados por medio de la verdad.


"Jesús le pide al Padre por sus discípulos, por los que me has dado: para que no se pierdan, sean uno, tengan alegría, sean preservados del mal y santificados en la verdad. Fortalecidos por estos dones del Padre, podrán ser enviados. Por eso, el fragmento testamentario de hoy termina con un envío: Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Mientras medito estas palabras, pienso si nuestros “envíos” de hoy van acompañados por los dones que Jesús pide al Padre; es decir, por la unidad, por la alegría, por la verdad. ¿No os parece que nuestras acciones individualistas, tristes y de mera apariencia están llamadas al fracaso?" (Ciudad Redonda)

martes, 23 de mayo de 2023

LA GLORIA DE DIOS



Habiendo dicho estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti. Pues tú has dado a tu Hijo autoridad sobre todos los hombres, para que dé vida eterna a los que le confiaste. Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
 Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado lo que me encargaste que hiciera.  Ahora pues, Padre, dame en tu presencia la misma gloria que yo tenía contigo desde antes que existiera el mundo.
 A los que del mundo escogiste para confiármelos, les he hecho saber quién eres. Eran tuyos, y tú me los confiaste y han hecho caso a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me confiaste viene de ti,  pues les he dado el mensaje que me diste y lo han aceptado. Han comprendido que en verdad he venido de ti, y han creído que tú me enviaste.
 Te ruego por ellos. No ruego por los que son del mundo, sino por los que me confiaste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío; y mi gloria se hace visible en ellos.
 Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo voy para estar contigo.

Jesús mira al cielo y contempla la Gloria de Dios. Una Gloria, que a través de la Fe, se muestra también a nosotros. Una Gloria que podemos observar, por ejemplo, en la creación. Cuando reconocemos, que todo lo bello que hay en nosotros viene de Dios. Y como Jesús, damos Gloria al Padre, cuando nos entregamos, cuando amamos a los demás.

"El evangelio de Juan se adentra en el largo y denso capítulo 17. Es un capítulo tan cuajado de contenidos que, ante la imposibilidad de presentarlos detalladamente, bastaría con agruparlos todos bajo las primeras palabras pronunciadas por Jesús: Ha llegado la hora. Al comienzo del evangelio, Jesús es renuente a realizar el signo que su madre le pide en Caná, porque no ha llegado todavía mi hora. En vísperas de su muerte, no hay ya nada que esperar. El trigo está listo para la cosecha. El plazo se ha cumplido. La “hora de Jesús” es la entrega suprema de la muerte. Y, por eso, es también la hora de la glorificación y de la eficacia máxima." (Ciudad Redonda)

lunes, 22 de mayo de 2023

LUCHAR CONTRA EL MAL


 Entonces dijeron sus discípulos:
– Ahora estás hablando con claridad, sin usar comparaciones. Ahora vemos que sabes todas las cosas y que no es necesario que nadie te haga preguntas. Por esto creemos que has venido de Dios.
 Jesús les contestó:
– ¿Así que ahora creéis? Pues llega la hora, y ya es ahora mismo, cuando os dispersaréis cada uno por su lado, y me dejaréis solo. Aunque no estoy solo, puesto que el Padre está conmigo. Os digo todo esto para que encontréis paz en vuestra unión conmigo. En el mundo habréis de sufrir, pero tened valor, yo he vencido al mundo.

Vivir conscientemente el cristianismo no es fácil. La peor tentación es la de encerrarnos en nosotros e ignorar a los demás. Esto ahorra sufrimientos pero no nos hace encontrar la paz en nosotros mismos. Jesús nos pide que tengamos valor para enfrentarnos al mal (al mundo). Él estará siempre con nosotros, porque Él ha vencido al mal.

"En el largo testamento de Jesús, concentrado en los capítulos 13-18 del evangelio de Juan, hoy el Señor advierte a sus discípulos sobre lo que les va a suceder cuando él ya no esté físicamente con ellos: se producirá la dispersión de la comunidad y aumentarán las luchas con el mundo. Frente a estos dos fenómenos, que siguen presentes en toda comunidad cristiana, Jesús nos invita a “tener valor” porque él es la fuente de la paz (Encontraréis la paz en mí) y porque con él la victoria es posible (Yo he vencido al mundo). Por desgracia, estas palabras nos parecen maravillosas hasta el momento preciso en que nos toca vivir en carne propia situaciones reales de dispersión o persecución. Entonces se nos antojan demasiado idealistas y echamos mano de la psicología o de otras destrezas más a ras de suelo. ¿Habremos creído de verdad en lo que Jesús nos promete o lo habremos reducido a una exhortación piadosa sin fuerza real de cambio?" (Ciudad Redonda)

domingo, 21 de mayo de 2023

ENVIADOS A ANUNCIAR CON ÉL


Así pues, los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo:
– Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.


"Para comprender lo que Lucas nos quiso decir con su relato de la «Ascensión del Señor» (primera lectura) es bueno que nos fijemos en que ANTES de ascender... Jesús se dedicó a «bajar»:
 • Bajó del cielo, al seno de una mujer nazarena. Como también «bajó» a un pesebre en una cueva de Belén. Rebajó su «grandeza» divina, para ser uno de nosotros, un crío, totalmente dependiente del cuidado de sus padres (como todos los niños). Así lo describe San Pablo en uno de sus conocidos himnos: «Cristo, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango, y se hizo uno de tantos...».
           Y toda su vida anduvo «bajando»: al Jordán, para bautizarse entre los pecadores. Bajó a donde estaban las clases más bajas y rebajadas de la sociedad, para estar con todos y compartir su situación dolorosa e ignorada conscientemente por políticos y religiosos. Al suelo se echó para lavar los pies a sus discípulos. Y por andar entre pecadores, prostitutas y gente de mala fama «su prestigio personal» quedó por los suelos .Y por los suelos se arrastró llevando a cuestas el madero de la cruz, para terminar colgado sin aspecto casi humano, despreciado, machacado y rechazado por todos. 
 • El ser humano prefiere «subir»: al podio de las medallas deportivas, del cine o de la canción, a los resultados electorales, a los puestos directivos, a todo tipo de cargos con consideración social y buenos sueldos (también ocurre dentro de la Iglesia, como repetidamente denuncia el Papa Francisco)... Algunos, además, no tienen inconveniente en subirse sobre la espalda de los demás (su dignidad y derechos) para sentirse superiores.
         Jesús, en cambio, eligió bajarse y rebajarse, y tan abajo quedó que -de nuevo con Palabras de Pablo- "Dios lo levantó sobre todo y le concedió el nombre sobre todo nombre". O, como nos dice el evangelista Mateo en el Evangelio de hoy: «se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra». Por Amor Jesucristo bajó para estar con los que estaban más abajo... y por eso... el Padre quiso levantarlo a lo más alto.
 •  Y ya que Jesús dice haber recibido «pleno poder», ¿a qué poder se refiere? Y también ¿cómo deben entender y ejercer el «poder» sus discípulos? 
         Jesús «huyó» toda su vida del poder. Precisamente fue una de las tentaciones en el desierto: «le subió Satanás a lo alto y le ofreció el poder y todos los reinos del mundo». Pero Jesús lo rechazo. Cuando los que asistieron a la multiplicación de los panes, quisieron coronarlo como rey... Jesús se esfumó. Y además advirtió a sus discípulos que no fueran como los poderosos de este mundo... Ni siquiera debemos usar  «títulos honoríficos» (padre, maestro, rabí... eran los de entonces; hoy serían...), ni tampoco busquemos los primeros puestos, ni reverencias, ni... La tarea principal del que esté al frente de la comunidad es «servir». Por poner solo un ejemplo del «breve» Papa Juan Pablo I: 
El obispo-presidente del IOR (Banco Vaticano) debe ser sustituido: en cuanto usted lo crea oportuno. Deberá hacerse de manera justa y con respeto de la dignidad de la persona. Un obispo no puede presidir o gobernar un banco. Aquella que se llama sede de Pedro y que se dice también santa, no puede degradarse hasta el punto de mezclar sus actividades financieras con las de los banqueros, para los cuales la única ley es el beneficio y donde se ejerce la usura, permitida y aceptada, pero al fin y al cabo usura. Hemos perdido el sentido de la pobreza evangélica; hemos hecho nuestras las reglas del mundo”. 
      Por eso, el «poder» que dice tener Jesús es el de haber vencido a las fuerzas del mal y de la muerte, y que el Padre le haya constituido Señor del Universo, dando un «certificado de calidad» a sus valores y estilo de vida. 
        Así podemos entender que su llamada/envío a los discípulos no es a «montar un tinglado poderoso» a base de buscar adeptos. No quiere multiplicar el número de bautizados, o engordar las estructuras eclesiales (que por aquel entonces ni existían)... sino... hacer discípulos, que es bien distinto.
Siguiendo con el mismo lenguaje empresarial del texto anterior, otro Papa (Benedicto XVI) escribía:
"Cada empresa tiene el derecho de promocionar su producto. Pero la Iglesia no es una empresaSólo debe anunciar a Cristo. No debe atraer hacia sí, ni engrandecer su rebaño, ni procurarse clientes, sino mostrar el rostro de Jesús.  La fe no es una mercancía, ni propiedad de un grupo en expansión. Nosotros no poseemos nada. La Iglesia anuncia a Cristo, no busca consenso.  No se puede presentar como misión lo que no es otra cosa que burda propaganda sectaria o parcial. El mensaje de Cristo debe ser anunciado incluso allí donde no gusta.  La Iglesia es Iglesia de mártires, no Iglesia que martiriza.  Una Iglesia tolerante, que no persigue a sus adversarios".
 • Por eso hay que prestar atención a los «pequeños grandes detalles» del relato evangélico de hoy.
         Jesús les ha citado en un monte. Así, ¿sin especificar? Bueno, es que en la predicación del Reino, las Bienaventuranzas, fueron proclamadas en un «monte». Y en un monte, se transfiguró Jesús y explicó a sus discípulos que el camino de la gloria pasa por el sufrimiento y el rechazo. En un monte fue crucificado. El monte es el lugar de las revelaciones
        También tiene su importancia «Galilea». Es un lugar cargado de significado. Es lo que el Papa Francisco llama hoy «las periferias». Allí dio comienzo la historia de amistad de Jesús con sus discípulos, y allí desarrolló su misión. Galilea, es el lugar de la gente normal, que sufre y que vive, que busca y escucha la Palabra...  Era llamada «tierra de paganos», gentes de poca o ninguna fe. Lejos del Templo, de las leyes, de los distintos grupos políticos y religiosos influyentes, lejos de Jerusalem y Judea... que fueron precisamente quienes rechazaron y condenaron a Jesús. Hay que empezar y estar en donde y con quienes Jesús estuvo y empezó.
 • ¿La tarea? Id y hacer discípulos...bautizándolos. Es decir: compartir y contagiar la experiencia que ellos han vivido con el Maestro. El discípulo se deja primero enseñar por el Maestro... y luego hace discípulos. Sí: el discípulo de Jesús es aquel que «hace discípulos», compañeros de vida y de misión. Lo subrayaba también otro Papa: Juan Pablo II: 
«El cristiano y la Iglesia o son misioneros o no son tales. Quien ama la propia fe se preocupará también de testimoniarla, de llevarla a los otros y permitir a los otros de participar en ella. La falta de celo misionero es carencia de celo por la fe. Al contrario, la fe se robustece trasmitiéndola» .
         El término «evangelización» no es ya sinónimo de catequización, ni de ganar prosélitos o adeptos. Me parece mucho más sugerente el término acuñado por Teilhard de Chardin: «amorizar el mundo». En todo caso, el objetivo es «hacer discípulos, bautizándolos».
          Bautizar ¿en qué sentido? En aquellos primeros momentos de la Comunidad Cristiana, el bautizado era el que decidía poner su vida al servicio de Jesús, asumiendo su estilo, e incorporándose al grupo de discípulos (la fe cristiana siempre fue «comunitaria», compartida). Ellos son también los que «guardan sus enseñanzas», las contagian, las hacen vida y las ofrecen a todos. 
            Propongo, como uno de los mensajes principales de la fiesta de hoy, que es necesario, como tantas voces (incluida de del Papa Francisco) piden desde dentro y fuera de la Iglesia: que ésta se parezca mucho más a lo que Jesús quiso, pues el paso de los siglos la ha ido llenando de elementos poco evangélicos. Que sea mucho más «comunidad de discípulos y testigos» que sirven desde abajo.
           Y también que ES URGENTE QUE LOS BAUTIZADOS TODOS PASEN A SER DISCÍPULOS Y EVANGELIZADORES. Testigos de un Dios que quiere estar hoy en medio de todas las Galileas donde los hombres sufran, necesiten palabras y gestos de esperanza, donde haya cadenas que rompen, horizontes que abrir, fraternidades que ofrecer...

(Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf )