Os dejo la paz. Mi paz os doy, pero no como la dan los que son del mundo. No os angustiéis ni tengáis miedo. Ya me oísteis decir que me voy, y que vendré para estar otra vez con vosotros. Si de veras me amaseis os habríais alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo. Os digo esto de antemano, para que, cuando suceda, creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el que manda en este mundo. Él no tiene ningún poder sobre mí, pero así ha de ser, para que el mundo sepa que yo amo al Padre y que hago lo que él me ha encargado.
Jesús nos da la paz. La verdadera paz. Los romanos decían: si quieres la paz, prepara la guerra. Y las naciones han seguido este ejemplo. Acumulando armamento, formando grandes ejércitos, fabricando armas sofisticadas...Pero en los siglos que llevamos, ha seguido habiendo guerras, cada vez más destructoras,
Jesús nos da la verdadera paz: la del corazón. La de que sepamos ver en cada humano un hermano. La paz de la sencillez y del amor. La paz de la empatía y la entrega.
La paz del Reino de Dios. Por eso nos repite que no debemos tener miedo.
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