viernes, 11 de agosto de 2023

ABRAZAR LA CRUZ

 


Luego Jesús dijo a sus discípulos:
– El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la recobrará. ¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? El Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a sus hechos. Os aseguro que algunos de los que están aquí no morirán sin haber visto al Hijo del hombre venir como rey.

"La proclamación de la Palabra de hoy forma parte de esos temas del seguimiento de Cristo que presuponen una experiencia inicial de encuentro y seducción que haya atravesado las capas más profundas del corazón; de lo contrario, no se hace propia.
Solamente el que ama de veras no descarta del horizonte de su peregrinación la entrega, el sacrificio, la donación total.
Leemos y releemos desde ahí, el texto de hoy.
La exigente llamada de Jesús a correr su misma suerte, a negarnos a nosotros mismos, a cargar con la cruz no es una exhortación de corte ascético para combatir contra los deseos personales o para cargar con las dificultades de la vida.
No va en esa línea la llamada del Señor. Quien no haya descubierto ya que la vida, sin más, tiene también un “lado oscuro”, y que vivir es asumir también la contrariedad, la dificultad y la limitación es que no ha aterrizado aún en la densidad de lo real.
La apremiante llamada del Señor a cargar con la cruz no es una invitación a un ejercicio piadoso, sino a una opción serena y responsable en favor de aquellos a los que el sistema les impone la cruz de la intolerancia, la exclusion, la miseria y la muerte.
La exigencia de cargar con la cruz está en totsl consonancia con la trayectoria vital del Maestro, “que pasó haciendo el bien y liberando a los oprimidos por el mal, porque Dios estaba con él”.
Es el hilo de oro del tapiz de su mensaje y de su modo de ejercer el mesianismo: “he venido a servir y dar mi vida en rescate por todos, para que tengan vida y vida en abundancia”.
No tenenos ninguna necesidad de inventemos más cruces para no aceptar la verdadera cruz del Maestro. Ahí nos jugamos la autenticidad de nuestra adhesión a Él y de la verdad de nuestra colaboración en su envío a proseguir su misión solidaria y redentora (“es el amor más grande” el de dar la vida).
Dame, Señor, conocer tu cruz; contemplar tu cruz; abrazar tu cruz.
Dame, Señor, negarme a mi mismo y cargar con la cruz de tu seguimiento."
(Juan Carlos Rodríguez cmf, Ciudad Redonda)

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