sábado, 5 de agosto de 2023

EL EJEMPLO DE JUAN



 Por aquel mismo tiempo, Herodes, que gobernaba en Galilea, oyó hablar de Jesús y dijo a los que tenía a su servicio:
– Ese es Juan el Bautista. Ha resucitado, y por eso tiene poderes milagrosos.
 Es que Herodes había hecho apresar a Juan, y lo había encadenado en la cárcel. Fue a causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo, pues Juan decía a Herodes:
– No puedes tenerla por mujer.
 Herodes quería matar a Juan, pero temía a la gente, porque todos tenían a Juan por profeta. En el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías salió a bailar delante de los invitados, y le gustó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle cualquier cosa que le pidiera. Ella entonces, aconsejada por su madre, le dijo:
– Dame en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.
 Esto entristeció al rey Herodes, pero como había hecho un juramento en presencia de sus invitados, mandó que se la dieran. Envió, pues, a que cortaran la cabeza a Juan en la cárcel. Luego la pusieron en una bandeja y se la dieron a la muchacha, y ella se la llevó a su madre.
 Más tarde llegaron los seguidores de Juan, que tomaron el cuerpo y lo enterraron. Después fueron y dieron la noticia a Jesús.

"¿Cuál será la enseñanza que nos quiere acercar este relato al narrarnos la noticia de un hecho que se da en las coordenadas precisas de tiempo y lugar? ¿Qué nos quiere trasmitir el autor de este evangelio al componer el texto con los elementos esenciales de un drama: pasión y venganza, miedo y complacencia, danza final y vida humana servida en bandeja de plata?
Eres aleccionado, como discípulo del Señor, sobre el potente testimonio de vida de alguien que es un profeta y más que un profeta: Juan el Bautista, el mayor de los nacidos de mujer. Hombre de palabra, coherente e íntegro hasta el final.
Una lección nada banal.
Eres aleccionado, como discípulo del Señor, sobre las consecuencias que acarrea una vida en coherencia con la verdad, vivida en la verdad, entregada a la verdad. San Beda el Venerable, monje benedictino, lo expresó con acierto: “San Juan dio su vida por Cristo, aunque no se le ordenó negar a Jesucristo; solo se le ordenó callar la verdad”.
Una lección nunca fácil.
Eres aleccionado, como discípulo del Señor, sobre la grandeza de su precursor; invitándote a hacer tuyo, a apropiarte de su testimonio, como un ideal en tu camino de seguidor del Maestro.
Una lección en camino.
Eres aleccionado, como discípulo del Señor, para ir comprendiendo cómo la adversidad y la persecución van anticipando el estilo y las opciones del Mesías y van dibujando la cruz del seguimiento, imprimiendo en tu corazón esa máxima “vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas”.
Una lección que se suplica.
Drama en la historia. Testimonio de profeta de cuerpo entero, de una sola pieza.
Una llamada para pedir humildemente la gracia de ser fortalecidos para el momento de la prueba, ser sostenidos en la debilidad, ser consolados en la fragilidad.
Por intercesión de Juan, el Bautista, el más grande nacido de mujer, pequeño en el Reino de Dios."
(Juan Carlos Rodríguez cmf, Ciudad Redonda)

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