martes, 8 de agosto de 2023

ANDAR SOBRE LAS AGUAS



 
Después de esto, Jesús hizo subir a sus discípulos a la barca, para que llegasen antes que él a la otra orilla del lago, mientras él despedía a la gente. Cuando ya la hubo despedido, subió Jesús al monte para orar a solas, y al llegar la noche aún seguía allí él solo. Entre tanto, la barca se había alejado mucho de tierra firme y era azotada por las olas, porque tenía el viento en contra. De madrugada, Jesús fue hacia ellos andando sobre el agua. Los discípulos, al verle andar sobre el agua, se asustaron y gritaron llenos de miedo:
– ¡Es un fantasma!
 Pero Jesús les habló, diciéndoles:
– ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!
 Pedro le respondió:
– Señor, si eres tú, mándame ir a ti andando sobre el agua.
 – Ven – dijo Jesús.
Bajó Pedro de la barca y comenzó a andar sobre el agua en dirección a Jesús, pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, gritó:
– ¡Sálvame, Señor!
 Al momento, Jesús le tomó de la mano y le dijo:
– ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
 En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento.
 Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús y dijeron:
– ¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!
Atravesaron el lago y llegaron a tierra, en Genesaret. La gente del lugar reconoció a Jesús, y la noticia se extendió por toda aquella región. Le llevaban los enfermos y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su capa. Y todos los que la tocaban quedaban sanados.

Jesús envía a sus discípulos a la otra orilla; fuera de sus seguridades. Pronto se encuentran en medio de la tempestad. Pero Jesús no los abandona. Se acerca a ellos andando sobre las aguas. Él se nos acerca cuando estamos en dificultad de la manera más inesperada. Incluso puede que no lo reconozcamos.
Pedro quiere hacer lo mismo, pero tiene miedo y se hunde. Ayer veíamos la cantidad de veces que sale la expresión "no tengáis miedo" en las Escrituras. El miedo nos aleja de Dios. Debemos estar convencidos de que Él siempre nos dará su mano e impedirá que nos hundamos. 
Ir a la otra orilla, a las periferias, como nos dice el Papa Francisco, comporta sus riesgos y peligros; pero nuestra Fe ha de hacernos ver que Jesús está junto a nosotros, nos tiende su mano y nos sostiene. Eso es lo que nos permite llegar a la otra orilla y poder hacer el bien a los demás. 

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