El Anacoreta veía a su joven seguidor preocupado. Buscó un momento de tranquilidad para hablar con él pausadamente. Tras unos momentos de charla el joven le dijo:
- Hace unos días que tengo problemas. Alguien me persigue en internet. Me insulta, dice que yo persigo a los otros. Me atribuye mensajes de dos personas que insultan, que hablan mal de la religión y que no sé quienes son. Intento no hacer caso. Las mentiras es mejor ignorarlas...,pero, poco a poco me siento incómodo. Me hace daño, aunque quiera dejarlo de lado.
El Anacoreta dejó que el joven se sosegara. Luego dijo:
- Entiendo tu sufrimiento, pero no debes consentir que nadie te haga perder la paz...Eso es lo que intentan los que tienen envidia de tu paz. Todo esto es fruto de la hipocresía...
Puso una mano sobre el hombro de su seguidor y prosiguió:
- La hipocresía les hace ver sólo lo que quieren ver. Basta que una vez en tu vida hayas cometido un error...sólo verán eso e ignorarán las mil cosas buenas que haces.
Sonrió y añadió:
- Ellos se presentarán ante tí como personas seguidoras de una religión perfecta. En realidad su relación con Dios es meramente externa..., pero en su interior no cambia nada. Están inmersos en su egoísmo y creen que sólo ellos son buenos...
Luego esperó un instante antes de proseguir:
- Al hipócrita no le importa el otro para amarlo, para relacionarse con él, sino para condenarlo...Internet es un medio de relación humana, pero algunos lo utilizan para condenar, para juzgar, para descalificar, para hacer daño...
Miró con cariño al joven y concluyó:
- El hipócrita se ve a sí mismo tan mezquino, que utiliza todas sus fuerzas para hundir a los demás...Créeme. No hagas caso. Sigue tu camino como hasta ahora. Tarde o temprano se le caerá la careta al hipócrita. Los que te conocemos te amamos. Y Dios sabe toda la verdad y nunca te dejará solo...
Y los dos se fueron a rezar Vísperas al monasterio de monjas benedictinas, con el corazón esponjado...
La envidia, hace daño al que la siente, porque en vez de alegrarse de los logros de los demás,sufre por no poder conseguirlos , y en consecuéncia busca liberarse de esa frustración, criticando, calumniando,y haciendo daño a los demás.Pero la mejor respuesta, es no hacer aprecio de esas acciones, y el tiempo pone las cosas en su sitio. Un abrazo Joan.
ResponderEliminarAl final a todos se nos caen las máscaras. Es cuestión de tiempo y observación.
ResponderEliminarUn Abrazo Joan.
Joan
ResponderEliminarSiempre he pensado que la hipocresia se mantiene por defecto a seguirle a la envidia, y estas dos contienen los ingredientes para que se produzca el rencor.
Luego una persona hipócrita pienso que tiene mas defectos de los que no se da cuenta que los padece.
Un abrazo
Hola joan, mi gripe y yo pensamos:
ResponderEliminarDecía mi abuela que al pan pan y al vino vino y yo, desde hace muchos años, sigo su consejo. Cierto que todos cometemos errores y esos, los que en verdad son errores, los conocemos nosotros y ¡¡ nadie más¡¡¡ Llamar imbécil una imbecilidad, no es un error, decir que algo no es correcto, bajo nuestro punto de vista, no es error, es; poner en practica la libertad por la que lleva luchando el Hombre toda su existencia.
Imbéciles los habrá siempre, tontos soberbios que llevan una percha de cruz metida por su orificio más lejano a la boca, los hay y habrá por los siglos de los siglos y, retrasados que matan moscas con su corto rabo.... ¡¡¡¡ nacieron con las medusas y morirán con las cucarachas ( bichos repugnantes que van a sobrevivirnos a todos ) Es parte del paisaje, relleno para el decorado, personajillos que, al no tener hijos, esposa, padres y amigos que los amen y de quien ocuparse, pues andan como los perrillos, olisqueando el trasero de quienes vayan por delante de ellos.
Dile al discípulo que se de un paseo, compre un rico helado y disfrute de los paisajes de nieve que nos está regalando este invierno.
Las gentes de bien, sonríen pero, miran hacia otro lado cuando ven a alguien hacer el ridículo de una forma tan espantosa. Es cuestión de educación.
Un beso, de despedida de año, para el discípulo, y para el anciano anacoreta