Este texto lo publiqué hace tres años en la Cueva del Anacoreta. Como veis, el anciano estaba todavía en el desierto. Pero las circunstancias no han variado. Por eso os lo vuelvo a ofrecer.
El Anacoreta marchó a la ciudad para asistir a la Misa del gallo. Cuando vio tantas luces y escuchó tantos cantos y frases bonitas, se quedó perplejo
- ¿Qué hago yo en el desierto si estos están más cerca de Dios que yo? - se preguntó a si mismo.
Junto a unos grandes almacenes vio a un viejo gordo, con una larga barba blanca y vestido de rojo, que, haciendo sonar una campanilla, decía:
- ¡Jo, jo, jo, feliz Navidad!
El Anacoreta se acercó admirado y le preguntó:
- Oiga buen hombre, ¿qué es para usted la Navidad?
Aquel hombre le miró con desprecio y le espetó a la cara:
- ¡Una mierda! Pasar un frío de coj...haciendo el payaso en esta puerta por un contrato basura.
Y volvió a su cantinela de jo, jo, jo...sin volverlo a mirar.
El Anacoreta pensó que el lenguaje de los hombres había variado un poco desde que él se fue al desierto, y siguió caminando.
Luces, música, escaparates multicolores, algún borracho que otro (no muchos porque era demasiado pronto), pero empezó a notar una ausencia...Dios.
Entró en la Iglesia. Todas las luces estaban encendidas, por los altavoces sonaban villancicos, pero...¡Qué raro! se dijo el Anacoreta. ¿No es en la iglesia dónde está Dios? Pero, por más que miraba, no lograba verlo. Empezó la ceremonia. Cantos. Un sermón que no se acababa nunca...y Dios no aparecía por ningún lado.
El pobre Anacoreta, aturdido, dejó la iglesia. Tristemente emprendió el camino de regreso a su desierto, pensando que no había sido una buena idea celebrar la Navidad en la ciudad. Se encontraba ya en los suburbios, cuando alguien tiró de la raída manga de su hábito. Era un pequeñajo flacucho, vestido tan pobremente como él, pero con la sonrisa más bella del mundo, que le decía:
- Abuelo, abuelo, venga conmigo.
El Anacoreta se dejó arrastrar hacia una casucha de latas y cartones. Allí, alrededor de un pequeño fuego, estaba una pobre familia.
- Venga, venga, abuelo. Que hoy es Nochebuena y nadie puede quedarse solo.
Allí, el Anacoreta, tomó la mejor sopa de huesos mil veces hervidos que nunca había probado. Allí, el Anacoreta comió el plato de arroz con piedras mejor del mundo. Allí, el Anacoreta, bebió un café de marro recogido de las basuras de un restaurante, que le supo a gloria. Allí, el Anacoreta, mientras le resbalaban las lágrimas por las mejillas, vio, sentado, riendo y jugando con los niños, meneando la cabeza delante del abuelo que andaba un poco trompa, a Dios.
Y dicen que aquella noche una estrella acompañó al Anacoreta de regreso a su cueva...
¡Feliz Navidad Joan!.
ResponderEliminarun Abrazo.
Bon Nadal Joan Josep una abraçada
ResponderEliminar¡Feliz Navidad Joan Josep!
ResponderEliminarFraternalmente,
Joan
ResponderEliminarQue esa estrella te guie a donde tu quieras ir
FELICES FIESTAS
Un abrzo
Feliz Navidad, querido hermano Josep... que ese DIOS vivo y presnte en cada uno... en JESÚS y CRISTO... nos permita poderle VER dentro de nuestro humano y Divino Corazón... y sólo así... poderle reconocer en los demás.
ResponderEliminarDesde SU AMOR siempre presnte, recibe mi sincero abrazo en ÉL.
Carme.
Feliz Navidad Joan, por aquí se empieza a celebrar hoy, algunas empezaremos con la Misa del "pollo", por aquello de la hora más temprana de la celebración, y continuaremos con la celebración de la cena familiar
ResponderEliminarMe ha gustado la historia, podía ocurrir hoy mismo en cualquier lugar del mundo
Un abrazo muy fuerte
BON NADAL JOAN.SANTA NIT DE NADAL.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad Joan, y que esa estrella de luz, te acompañe siempre en tu camino...!. Un abrazo con calor de Navidad.
ResponderEliminarUn relat commovedor, estimat amic. No perdis mai de vista l'estrella que es va encendre aquella nit, i et faci llum al cor quan ho necessitis.
ResponderEliminarBon Nadal, Joan Josep!
¡Ha nacido el Señor!
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!