"Un día, mientras Jesús enseñaba, estaban allí sentados algunos fariseos y maestros de la ley, que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. Y el poder del Señor le impulsaba a realizar curaciones. En esto, aparecieron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y querían introducirlo para ponerlo delante de Jesús; pero como no veían la manera de hacerlo a causa del gentío, lo subieron a la terraza, lo bajaron por el techo en la camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo la fe que tenían, Jesús dijo:
- Hombre, tus pecados te son perdonados.
Los maestros de la ley y los fariseos empezaron a pensar:
- ¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?
Pero Jesús, dándose cuenta de lo que pensaban, les dijo:
- ¿Qué es lo que estáis pensando? ¿Qué es más fácil, decir. Tus pecados quedan perdonados; o decir: Levántate y anda? Pues vais a ver que el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder para perdonar los pecados.
Entonces se volvió hacia el paralítico y le dijo:
- Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Él se levantó en el acto delante de todos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, alabvando a Dios. Todos quedaron atónitos y alababan a Dios, llenos de temor, diciendo:
- Hoy hemos visto cosas extraordinarias."
Para reflexionar este evangelio nos podemos poner en la piel de tres personajes distintos. Empezaremos por colocarnos en lugar del paralítico.
Todos estamos paralizados por nuestro egoísmo y todo lo malo que hacemos. Querríamos hacer muchas cosas, pero todo acaba en palabras y teorías. La realidad es que seguimos en el mismo lugar sin movernos. Difícilmente podremos acercarnos solos a Dios. Necesitamos de las personas que nos aman para que nos acerque a Él.
Pongámonos ahora en el lugar de aquellas personas que transportan al paralítico en la camilla. Representan al verdadero apóstol, al que sabe amar y ayuda al pobre paralítico incapaz de dar un paso. Y lo hacen venciendo todas las dificultades. No pueden entrar por la puerta, pues lo hacen por el techo. Son creativos en su apostolado. No se atienen a lo corriente, a lo prescrito. Arriesgan. Jesús hará el milagro gracias a su Fe, no a la del paralítico.
Nos quedan los fariseos y maestros de la Ley. Actuamos así, cuando no nos importa el paralítico, los problemas de los demás. Cuando sólo estamos atentos a la ortoxia de las cosas. Posiblemente, incluso nos ha molestado que bajen a aquel hombre por el techo...
Nosotros somos los tres personajes. Somos paralíticos, cuando nos dejamos atenazar por el mal. Somos los amigos, cuando nos las ingeniamos para llevar a los otros a Jesús, para ayudarlos en sus males. Somos los fariseos y maestros de la ley, cuando hacemos pasar la ley, la ortodoxia, la doctrina, por encima del bien al otro.
Pero el mejor ejemplo nos lo da Jesús y quizá nos pasa por alto: Empieza por perdonar; por quitar la causa que impide a aquel hombre andar. Le perdona su egoísmo, lo libera de él. Volverá cargando él la litera, llevando con alegría sus problemas a la espalda.
Hemos de saber perdonar. Pero, ¿cuando queremos, que se resuelvan nuestros problemas, empezamos por pedir perdón? Alcanzar el perdón de Dios, el perdón de los demás y perdonarnos a nosotros mismos. Ese es el camino que nos permitirá volver a casa llenos de alegría...
Hola Joan:
ResponderEliminarGracias por mostrar este camino.
Como bien dices o así lo entiendo, primero hay que empezar por perdonar.
El perdón libera las cargas mentales del odio y el rencor.
El perdón es curativo.
Una abraçada, Montserrat
Pedir perdón a los demás, a Dios, y perdonarnos a nosotros mismos... es el paso necesário para sentirnos en paz con todo, y recobrar la salud emocional y la alegría para afrontar las didficultades que nos presente la vida diária. Un saludo.
ResponderEliminarAmigo Joan:
ResponderEliminarEs difícil entender esta entrada a tres bandos, cuando el beneficiario es solo uno y el entendimiento es para las tres partes. A veces para perdonar hay que poner condiciones que aclaren el mal, de la misma forma que existe la confesión.Ya que estas condiciones puede ser el arrepentimiento, y la aclaración. Para no seguir en la creencia de que con el perdón esta todo resuelto.
¿Quien asegura que el paralitico no volverá a pecar?
Un abrazo
José Luis. Si ponemos condiciones...ya no perdonamos, y, si lo hacemos,nuestro perdón no sirve para nada. Entiendo tu comentario. No olvides que todo el problema me toca a mi muy de cerca. Si el paralítico insiste en que las mismas cosas no le permitan caminar...Iba a escribir : es su problema...Quizá también es el mío. No he sabido perdonar, hacer patente mi perdon...No es fácil. Lo sé. Pero ese es el camino. Un abrazo: Joan Josep
ResponderEliminarA veces pasa desapercibido el amor de aquellos hombres hacia el paralítico, amor que les hace actuar de forma intrépida.
ResponderEliminarEn la acción, podemos equivocarnos algunas veces, pero es la intención y la capacidad para actuar lo que define el 'impulso vital' del ser humano para alcanzar los "beneficios de Dios": "El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias". (Salmo 103,3).
I que difícil és, de vegades, saber perdonar-nos a nosaltres mateixos...!
ResponderEliminarAgraeixo l'entrada i les explicacions posteriors; sempre donen motius per a la reflexió.
Una abraçada.
EL merito esta en los que llevan la carga, que meten al paralitico en las mismas narices de Jesus; el enfermo, por el ya no huviese ido, pero los que llebavan la carga, fueron los verdaderos penitentes, y actuaron en el nombre del invalido.
ResponderEliminarEn la vida real suele pasar mucho, unos y otros arrastramos los problemas de los demas, ho aliviamos su carga.Joan Josep como se llama ha esto?
La gent sol entendre bé el sentit de la paraula "perdó".
ResponderEliminarEl que ja costa més, perquè no s'hi sol pensar, és perdonar-se un mateix: reconèixer l'error propi i, molt important, ser prou humil per tirar endavant i oblidar l'orgull.
Una abraçada.
No estoy de acuerdo con la idea de que el perdón sólamente le sea útil al beneficiario directo. De una forma o de otra, el hecho de perdonar beneficia a todos los intervinientes en la acción, al que concede el perdon sin condiciones, al que solicita el perdón para otros, al que contempla la grandeza del acto de perdonar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puffff ¡ me siento tonta, Joan ¡
ResponderEliminarAyer escribí en tono de broma y... no supe hacerlo bien . Hoy, me siento confundida.
Los que se empeñan en llevar al paralitico... ¿estaba en esa situación por ser pecador ? Vale. Es perdonado pero... necesita una segunda intervención de Jesús para ponerse en pie. Y... aparece la duda: ¿ los que le llevan,se empeñan y salvan los impedimentos a petición del paralitico? Este, ¿no tenia esa fe que podia salvarle?... ¿ y no bastaba la fe, de todos, sin tener que meterselo por las narices?
Joan, si entendí que los pobres comparten porque conocen. Lo que no supe explicar es que ( para mi y en mi opinión ), esa "humanidad" que nos entrega a los demás, esta, tal vez, más cerca de la gente con vidas "sencillas".
Joan, cuanto más pobre soy, más cerca me encuentro de entender la "grandeza" que habita en nuestro interior. ( Lo de siempre; más rara que un perro verde)
Hoy escribo sobre un hecho real pero... hay mucho más de lo que parece en mis bromas. Algo, que busco pero no si si logro entender del todo, esta sucediendo en este medio silencio en el que ando.
Te dejo un beso, un abrazo, una carantoña, un chiste, un trocito de bizcocho y mucho cariño. ( haber si dejas de estar tan serio, con esta hereje)
Es el perdón el que nis limpia ,es el que nos acerca,el que nos cura,auqnue me siento farisea en muchas ocasiones .
ResponderEliminarPerdona que haga un comentario al de Jose Luis,amiguco,Jesús dijo que perdonáramos 70 veces 7 ,QUién puede no volver a cometer errores con total seguridad?Pero claro que entiendo tu psotura.A veces no somos capaces de dar sentido a un perdón,no sé¡.
Besucos a ambos.
Gó