"Jesús añadió:
- Os aseguro que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que se mete por otro lado, es ladrón y salteador. El que entra por la puerta, ese es el pastor que cuida las ovejas. El guarda le abre la puerta, y el pastor llama a cada oveja por su nombre y las ovejas reconocen su voz. Él las saca del redil, y cuando ya han salido todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque reconocen su voz. En cambio no siguen a un extraño, sino que huyen de él porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir.
Volvió Jesús a decirles:
- Os aseguro que yo soy la puerta por donde entran las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí fueron ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: el que por mí entra será salvo; entrará y saldrá, y encontrará pastos.
El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia."
Este pasaje no es tan bucólico como a primera vista parece. Hay que colocarlo en su contexto. Jesús ha curado a un ciego de nacimiento, los sacerdotes y fariseos, en lugar de acogerlo y certificar su curación, lo han echado de malas maneras del templo. Este texto es una regañina a los malos dirigentes.
Hoy, la imagen del pastor, nos resulta algo ambigua. Nos sugiere alguien que manda y a los demás obedeciendo como corderos. No es a eso a lo que se refiere Jesús. En Israel, el Pastor era imagen de Dios que cuidaba y protegía a su pueblo. Jesús, siempre que habla de pastores y ovejas nunca lo hace en el sentido de autoridad, sino de servicio, de amor, de protección...Añade aquí otro símbolo: la puerta. Una puerta abierta, para que las ovejas puedan salir y seguir al pastor. Las puertas cerradas propician que haya que entrar en el redil saltando la cerca, como los ladrones.
Jesús se aplica hoy estos dos símbolos: buen pastor y puerta. Jesús es aquel que nos llama a cada uno por nuestro nombre, que ha venido para que tengamos Vida. Jesús es la puerta abierta de par en par que nos lleva al Padre.
¿Somos nosotros también puertas abiertas? ¿Ayudamos a que aquellos que nos rodean encuentren al Padre o les cerramos la puerta para que no entren? Todo aquel que tiene algo de responsabilidad en la Iglesia debería reflexionar hoy sobre su forma de actuar. Juan XXIII abrió puertas y ventanas de la Iglesia. ¿No las estamos cerrando de nuevo? Cerrar la puerta para evitar peligros es dejar a las ovejas en manos de los ladrones sin posibilidad de escaparse. Cerrar la puerta es desconfiar de las ovejas y del Pastor. Ellas saben reconocer la voz del Pastor; precisamente, porque Él las conoce y las llama a cada una por su nombre...
Joan:
ResponderEliminarA lo largo de nuestra vida cotidiana nos toca llamar a muchas puertas, algunas se abren otras no,en otros casos nos invitan a entrar, y lo malo es cunado se da uno cuenta, que el pastor quiere ser Rey, sin querer ver que en el redil, todas las ovejas no piensan igual. Y es mas facil escuchar la mayoria, que cerrar la puerta.
Un abrazo