“Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos.Y yo pediré al Padre que os envíe otro defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con vosotros. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero vosotros lo conocéis, porque él está con vosotros y permanecerá siempre en vosotros.
No voy a dejaros abandonados: volveré para estar con vosotros. Dentro de poco, los que son del mundo ya no me verán; pero vosotros me veréis, y viviréis porque yo vivo. En aquel día os daréis cuenta de que yo estoy en mi Padre, y que vosotros estáis en mí y yo en vosotros. El que recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que me ama. Y mi Padre amará al que me ama, y yo también le amaré y me mostraré a él.”
No estamos solos...el Espíritu de la Verdad está con nosotros. Estas palabras de Jesús, las coloca Juan en el largo sermón de despedida de la Última Cena, antes de su muerte. Como todo el texto de Juan es profundamente teológico. El mensaje es claro. Jesús ya ha regresado, porque está en nosotros, como lo está el Padre y el Espíritu, que son el mismo Dios. Poco más, aunque se hayan escrito múltiples tratados, de la Trinidad: Dios no es un ser centrado en sí mismo, sino una donación total que habita en nosotros.
Soy consciente que estas palabras son muy abstractas. Pero Jesús siempre es muy explícito y claro. Esta vez nos los dice dos veces, al principio y al final del texto. La clave está en cumplir sus mandamientos. No dice "los", dice "mis". Y no sólo los repitió varias veces, si no que nos los mostró con su vida:"Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismo"."Amar a nuestros enemigos". "Amaos como yo os he amado". Un Jesús que más que hablar del amor lo practicó, curando, dando la vista, haciendo andar...y sobre todo dando su vida por TODOS.
El mundo no puede entender. En el Evangelio de Juan mundo no son las personas contrarias a Jesús. Mundo es "la mentira". Por eso ser conscientes de la Unidad de Dios y de nuestra participación en esta Unidad es recibir el Espíritu de la Verdad.
Nuestro problema es que relegamos a Dios al templo, a unos momentos de culto, a unos instantes de oración. No es extraño que nos encontremos solos...Él siempre está con nosotros. Sufre, llora, ríe, canta con nosotros, en nosotros. Si realmente fuésemos conscientes de esto...el mundo habría cambiado hace mucho tiempo y sería el Reino de la Verdad, el Reino del Amor.
No deja de llamarme la atención que casi todas las religiones quieren hacer a Dios suyo. Ese sentimiento de exclusividad no nos deja ver la verdadera grandeza del Señor. Jesús, educado en la rancia tradición judía, es capaz de ver la universalidad del Padre y su mensaje de salvación se propaga así a toda la humanidad. El requisito siempre el mismo: el mandamiento del amor.
ResponderEliminarUn abrazo
Pablo.
Siempre se ha dicho que el Amor mueve montañas, si estuviera más presente en nuestras vidas, seguramente todo cambiaría y el mundo sería mucho mejor, se parecería más a "ese otro mundo" por el que parece que se empieza a luchar con más fuerza
ResponderEliminarUn abrazo
es cierto... sobre todas las cosas, nos tenemos a nosotros mismos puesto que dentro de cada uno siempre hay un mundo por descrubrir yo me sorprendo muchas veces de mi misma asi que fijaté de todo lo que hay a mi alrededoer!!! siempre entretenida estudiando...
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