"En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
- Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.
Jesús les replicó:
- No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.
Ellos le replicaron:
- Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
Les dijo:
- Traédmelos.
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños."
Cuando comentamos este evangelio siempre hablamos de compartir, de solidaridad. Y es verdad; ese mensaje se encuentra en este texto. Pero me gustaría profundizar más en el simbolismo de este fragmento. En los evangelios se habla seis veces de la multiplicación de los panes. Y una de las cosas que más hace Jesús, curiosamente, en ellos, es comer. Va a una boda. Come con sus discípulos. Come con pecadores y también con fariseos. Y un momento central de su vida es la Última Cena. Y sigue comiendo con ellos después de la Resurrección. Si nos fijamos, vemos cómo, al igual que la noche del Jueves Santo, en cada multiplicación, Jesús empieza partiendo el pan.
Es evidente que los primeros cristianos, al escribir los evangelios, cuando relataban esas multiplicaciones, estaban pensando en la Eucaristía. El sacramento de la Unidad de la Iglesia.
En este relato vemos cómo Jesús busca un lugar solitario, pero la gente le sigue. Y al verlos se dedica a curar. Hace pasar el bien de las personas, el Amor, la Caridad, por delante de su propia tranquilidad, incluso de sus momentos de oración...
Los apóstoles ven a aquellas personas y quieren que ellas se solucionen sus problemas. "Diles que se marchen a las aldeas..."Jesús les señala, que son ellos quienes deben ayudarles:"Dadles vosotros de comer". Y ahí aparece el verdadero significado de la Eucaristía: el momento en que todos los cristianos somos Uno con el Uno. El partir y repartir el pan debe unirnos a todos. Jesús parte el pan y los peces, hay para todos y sobra.Y cuando partimos y repartimos el pan en la misa, eso que hacemos simbólicamente, debemos hacerlo realidad en nuestra vida. El Cristo presente en ese pan debe hacernos Uno. Lo recibimos para repartirlo. Recibimos un Jesús que dedicó su vida a curar, a sanar, a ayudar. Un Jesús que nos enseñó que todos somos hermanos porque tenemos un mismo Padre. Esa auténtica hermandad es la que hacía exclamar a los que veían a los primeros cristianos: "Mirad cómo se aman".
¡Que diferente sería nuestro cristianismo, si cada misa, cada Eucaristía, nos uniera y saliéramos de ella dispuestos a "dar de comer a todos"! La misa no es una obligación, Ni siquiera una devoción. La Eucaristía es el momento central en que los cristianos nos unimos a Cristo y a todos los hombres.
¡Que diferente sería nuestro cristianismo, si cada misa, cada Eucaristía, nos uniera y saliéramos de ella dispuestos a "dar de comer a todos"! La misa no es una obligación, Ni siquiera una devoción. La Eucaristía es el momento central en que los cristianos nos unimos a Cristo y a todos los hombres.
Estamos, a veces, tan preocupados por los ritos, el cánon, la lengua, los cantos...que nos olvidamos de lo fundamental: ser Unos en el Amor. Que en esos momentos Cristo se hace presente y nos hace Unos con Él.
Al igual que en la Eucaristía, en este texto, Jesús es el centro. Es Él quien da de comer a todos, pero, mirad, lo hace a partir de lo poco que tenían los apóstoles: cinco panes y dos peces. Si nosotros participamos con auténtica Fe en la Eucaristía, Jesús, a partir de nuestra pequeñez, mediante nuestra pobreza, podrá cambiar el mundo. Esperamos que Dios intervenga directamente en solucionar los problemas de esta tierra, pero olvidamos que sólo puede hacerlo a partir de nuestra pequeñez, de nuestros cinco panes y dos peces...
Al igual que en la Eucaristía, en este texto, Jesús es el centro. Es Él quien da de comer a todos, pero, mirad, lo hace a partir de lo poco que tenían los apóstoles: cinco panes y dos peces. Si nosotros participamos con auténtica Fe en la Eucaristía, Jesús, a partir de nuestra pequeñez, mediante nuestra pobreza, podrá cambiar el mundo. Esperamos que Dios intervenga directamente en solucionar los problemas de esta tierra, pero olvidamos que sólo puede hacerlo a partir de nuestra pequeñez, de nuestros cinco panes y dos peces...