El joven seguidor llevaba unos días triste y preocupado. El Anacoreta, antes de ir a rezar Completas lo hizo sentar junto a él y le dijo:
- Hace unos días que te veo triste y preocupado. ¿Qué te ocurre?
El joven, tras unos momentos de reflexión, respondió:
- Cuando veo a las demás personas me siento inútil. No destaco en nada y no sé qué hacer.
El anciano lo miró con simpatía. Sonrió y le dijo:
- Tranquilízate. Todos los hombres tenemos un don específico que Dios nos da. Ese don es el pilar básico de nuestra existencia. Si miras en tu interior y analizas tus actos, un día lo descubrirás. Aquel día se te abrirán nuevos caminos. Basta con estar atento. No dudes que lo descubrirás.
Y se fueron a rezar Completas...
Y con su sabiduría, seguro que hizo que el joven tuviera algo más de autoestima y esperanza.
ResponderEliminarUna abraçada, Montserrat