domingo, 14 de febrero de 2016

LAS TENTACIONES DEL HOMBRE


"Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del río Jordán, y el Espíritu lo llevó al desierto. Allí estuvo cuarenta días, y el diablo le puso a prueba. No comió nada durante aquellos días, y después sintió hambre. El diablo le dijo:
– Si de veras eres Hijo de Dios, ordena a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó:
– La Escritura dice: 'No solo de pan vivirá el hombre.'
Luego el diablo lo llevó a un lugar alto, y mostrándole en un momento todos los países del mundo  le dijo:
– Yo te daré todo este poder y la grandeza de estos países, porque yo lo he recibido y se lo daré a quien quiera dárselo. Si te arrodillas y me adoras, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
– La Escritura dice: 'Adora al Señor tu Dios y sírvele solo a él.'
Después el diablo lo llevó a la ciudad de Jerusalén, lo subió al alero del templo y le dijo:
– Si de veras eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque la Escritura dice:
'Dios mandará a sus ángeles
para que cuiden de ti y te protejan.
11 Te levantarán con sus manos
para que no tropieces con piedra alguna.'
Jesús le contestó:
– También dice la Escritura: 'No pongas a prueba al Señor tu Dios.'
Cuando ya el diablo no encontró otra forma de poner a prueba a Jesús, se alejó de él por algún tiempo."

Estas tentaciones, Jesús no solamente las sufre en el desierto, sino a lo largo de toda su vida. Son las tentaciones de manipular la religión, de utilizar la espiritualidad para dominar y conseguir poder. Son las tentaciones de la Iglesia y lo son también de todos los hombres, creyentes o no.
La primera tentación nos empuja a utilizar la religión para tener más. Utilizar a Dios y a la espiritualidad para acumular riquezas. Jesús responde que la vida no está en el poseer, en el tener cosas.
La segunda tentación es la de utilizar a Dios, la religión para dominar a los demás. Jesús responde que lo que debemos hacer no es dominar, sino servir.
La tercera tentación es la de utilizar a Dios, la religión en provecho propio. La de transformar la espiritualidad en magia. La de intentar poner a Dios a nuestro servicio. Jesús responde que no hay que poner a Dios a prueba. Él no es un objeto a nuestro servicio.
Os preguntaréis qué tienen que ver estas tentaciones con los no creyentes. Pues sí, son las tentaciones de todos los hombres. Jesús viene a la tierra para decirnos que a Dios lo encontramos en el otro, en el hermano. Es con esta clave que hay que leer estas tentaciones.
La primera es la de abusar del prójimo, de los otros hombres para tener más. El que roba, el que no paga un sueldo digno, el que se aprovecha de los servicios públicos, pero hace trampa al pagar sus impuestos, se está enriqueciendo a costa del otro y está cayendo en esta tentación. 
La segunda es la de utilizar las ideologías para dominar, esclavizar a los otros. No sólo la religión puede ser convertida en ideología. Ideas políticas, científicas, sociales, pueden ser mal utilizadas para colocar al otro bajo nuestra influencia.
La tercera es la de utilizar al otro en nuestro provecho. La de colocar al otro a nuestro servicio. Hay formas de caridad, de ayuda, que no piensan sinceramente en el otro, sino que son formas de hacer a los demás dependientes de nosotros.
Todos, en mayor o menor medida, podemos caer en estas tentaciones. Será bueno que reflexionemos sobre cómo actuamos cada día. No sea que nuestros actos, oculten deseos de tener, de poder o de esclavizar. Sólo si el amor domina nuestros actos, podremos vencer estas tentaciones. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario