"Los encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforjas, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto."
Jesús envía a sus discípulos a eliminar espíritus inmundos, es decir, a eliminar el mal. Y los manda, como hemos leído arriba, prácticamente sin nada. Nosotros, cuando hacemos nuestros planes apostólicos, dedicamos mucho tiempo en buscar los medios. Estamos muy preocupados por hacer propaganda en prensa, radio, TV...Organizamos grandes encuentros y para ello buscamos dinero para levantar grandes estructuras. ¿No nos extraña el poco fruto que sacamos de ello?
No son los medios, sino nuestra vida la que hace apostolado. Aquel misionero que vive con sencillez en un poblado del tercer mundo, ha entendido ese mandato de Jesús. Él si que ha convertido su vida en Evangelio. La comunidad de monjas que vive modestamente en un piso de un barrio pobre de nuestra ciudad, sí han entendido este evangelio de hoy, y por eso lo viven.
Debemos despojarnos de muchas cosas y confiar más en Dios que en nuestros montajes. Él podría haber venido con gloria y esplendor. Podría haber nacido en un palacio. Lo hizo en un establo y su cabeza no tenía dónde reposar...¿Cuándo aprenderemos?
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