"Si el mundo os odia, sabed que a mí me odió primero. Si fuerais del mundo, la gente del mundo os amaría como ama a los suyos. Pero yo os escogí de entre los que son del mundo, y por eso el mundo os odia, porque ya no sois del mundo. Acordaos de lo que os dije: ‘Ningún sirviente es más que su amo.’ Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; y si han hecho caso a mi palabra, también harán caso a la vuestra. Todo esto van a haceros por mi causa, porque no conocen al que me envió."
Debemos tener cuidado con este evangelio, porque en vez de invitarnos a la lucha y la imitación de Jesús, puede hacer de nosotros personas acomodadas y felices en nuestra traición al evangelio. Podemos quedarnos tan felices, porque nos critican por nuestra conducta alejada de lo que Jesús nos pide para seguirle.
Primero hemos de aclarar a qué se refiere Jesús cuando habla del mundo. No se refiere a las personas sencillas y corrientes, si no al poder, al mal, a los que dominan. Son a estos a los que molestaremos siendo fieles, siguiendo a Jesús. A Él lo odiaron los poderosos de su tiempo; no la gente sencilla.
Cuando en la Iglesia hemos buscado el apoyo de los poderosos; cuando nos hemos codeado con los gobernantes y los hemos llenado de alabanzas buscando sus beneficios, hemos sido traidores al mensaje de Jesús.
El odio que Jesús dice que nos tendrán, es el odio contra los que obran como Él lo hizo. El odio contra los que defienden a los pobres, luchan contra la injusticia, no se tuercen ante el poder corrupto. Cuando nuestra vida sea acorde con su Palabra, entonces seremos aceptados.
Debemos preguntarnos, ¿qué "mundo" nos odia? Así sabremos si somos verdaderos seguidores de Jesús o no.
Debemos preguntarnos, ¿qué "mundo" nos odia? Así sabremos si somos verdaderos seguidores de Jesús o no.