"No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino solo los que hacen la voluntad de mi Padre celestial.
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Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!"
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Ser cristiano es algo más que pronunciar palabras, por muy santas y sabias que sean. No se trata solamente de oraciones y ceremonias. No somos cristianos unas horas a la semana, sino toda nuestra vida. Por eso hay que construir nuestras vidas sobre roca. Y nuestra roca es Jesús.
Debemos colocar a Jesús en la base de nuestra vida. Ser cristiano es ser otro Cristo. Nuestra vida debe transparentarlo, mostrarlo a los demás. Una vida fundamentada en la entrega a los demás, en el amor. Seguir a Jesús es darse a los demás. Es ser sanación, alimento, vestido para el otro. Sólo así podremos resistir lluvias y tempestades. Sólo así nuestra vida podrá resistir las dificultades y ser un refugio para los demás.
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