"Al salir Jesús de allí, dos ciegos le siguieron, gritando:
– ¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!
Cuando entró en la casa, los ciegos se le acercaron. Él les preguntó:
– ¿Creéis que puedo hacer esto?
– Sí, Señor – le contestaron.
Entonces Jesús les tocó los ojos y les dijo:
– Hágase conforme a la fe que tenéis.
Y recobraron la vista. Jesús les advirtió severamente:
– Procurad que nadie lo sepa.
Pero en cuanto salieron, contaron por toda aquella región lo que Jesús había hecho."
Aquellos dos ciegos querían ver. Jesús les pregunta si creen en Él. Esa Fe es la que les devolverá la vista.
Si queremos ver, hemos de tener Fe en Jesús. Y hoy somos muchos los ciegos en este mundo. No vemos al que sufre a nuestro lado. No vemos la grandeza de Dios en sus obras. No vemos el mal que hacemos con nuestro egoísmo.
Sólo hay una solución: querer ver. Y sólo viendo el mundo con los ojos de Jesús, creyendo en Él recobraremos la vista.
La prueba de que hemos recuperado la vista, de que sabemos ver, es que no podremos callarnos. Iremos proclamando por todas partes, que ahora vemos la realidad, gracias a Jesús.
Aquellos dos ciegos querían ver. Jesús les pregunta si creen en Él. Esa Fe es la que les devolverá la vista.
Si queremos ver, hemos de tener Fe en Jesús. Y hoy somos muchos los ciegos en este mundo. No vemos al que sufre a nuestro lado. No vemos la grandeza de Dios en sus obras. No vemos el mal que hacemos con nuestro egoísmo.
Sólo hay una solución: querer ver. Y sólo viendo el mundo con los ojos de Jesús, creyendo en Él recobraremos la vista.
La prueba de que hemos recuperado la vista, de que sabemos ver, es que no podremos callarnos. Iremos proclamando por todas partes, que ahora vemos la realidad, gracias a Jesús.
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