"La multitud seguía juntándose alrededor de Jesús, y él comenzó a decirles:
– La gente de este tiempo es malvada. Pide una señal milagrosa, pero no se le dará otra señal que la de Jonás. Porque así como Jonás fue señal para la gente de Nínive,v así también el Hijo del hombre será señal para la gente de este tiempo. En el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, la reina del Sur se levantará y la condenará; porque ella vino de lo más lejano de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y lo que hay aquí es más que Salomón. También los habitantes de Nínive se levantarán en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y la condenarán; porque los de Nínive se convirtieron a Dios cuando oyeron el mensaje de Jonás, y lo que hay aquí es más que Jonás."
El único signo que nos da Jesús es el del Amor. El signo de su entrega total. Da su vida por todos. Nosotros buscamos milagros, pruebas... y no sabemos percatarnos de su Amor que nos rodea y que anida en nuestro corazón. Un Amor que se nos acerca cada día en mil y un detalles. ¿Estamos ciegos?
"Jesús es la Palabra definitiva del Padre Dios para toda la humanidad. Él es la imagen viva, histórica del Padre. Para saber cuál es el sentir de Dios; para comprender qué le gusta a Dios; para asimilar de parte de quien está Dios es necesario acercarse a Jesús. Es Jesús que nos dice todo sobre Dios. Él nos dice que el amor de Dios no conoce fronteras, ni límites. No podemos entender a Dios como un Señor condenador. Jesús cuando nos quiso decir quién es Dios, nos dijo que él es el amoroso, el misericordioso, el Padre de la ternura y del perdón. Por ello en esta Cuaresma más que volver sobre la idea del Dios condenador, del todopoderoso que se impone; es importante que experimentemos, unidos a Jesús, al Dios amor, que se expone hasta la muerte en cruz. Este Padre Dios sigue creyendo y apostando por la transformación real de cada hombre y mujer, que lo busca con sincero corazón. Jesús es la señal definitiva del amor de Dios para nuestras vidas. ¡Dejémonos transformar por él!" (Koinonía)
El único signo que nos da Jesús es el del Amor.
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