"No penséis que yo he venido a poner fin a la ley de Moisés y a las enseñanzas de los profetas. No he venido a ponerles fin, sino a darles su verdadero sentido. Porque os aseguro que mientras existan el cielo y la tierra no se le quitará a la ley ni un punto ni una coma, hasta que suceda lo que tenga que suceder. Por eso, el que quebrante uno de los mandamientos de la ley, aunque sea el más pequeño, y no enseñe a la gente a obedecerlos, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedezca y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos."
Jesús nos da el verdadero sentido de la ley, su profundidad: el Amor. Ama a Dios y amar al prójimo. Esto es la ley y los profetas. Toda la vida de Jesús es el cumplimiento de esta ley. Si nosotros nos consideramos sus seguidores, ese es el camino que debemos tomar. Su camino.
"Jesús es la palabra definitiva de Dios. Él es la norma que todo creyente debe asumir con sincero corazón. No podemos seguir desplazando a Jesús por devociones privadas, o por profecías de última hora que van ganando adeptos. Es muy importante que volvamos a Jesús. Que regresemos los ojos, el corazón, la conciencia y toda la vida hacia él. Este es el trabajo permanente que debemos hacer durante la cuaresma, a fin de ir cristificando la vida y ser en el mundo testimonio real y creíble del amor de Dios. Lo más esencial de toda la ley y lo fundamental de los profetas Jesús lo testifica con su vida. No es Jesús quien tiene que acomodarse a la Ley y a la profecía de Israel, sino al contrario es la Ley y la profecía que tienen a Jesús por norma. Lo que esté de acuerdo con Jesús vale y lo que no esté de acuerdo con Jesús no vale. Que mientras avanzamos en la cuaresma, avancemos también en obedecerle a Dios con sincero corazón." (Koinonía)
Però el que els obeeixi i ensenyi als altres a fer el mateix, serà tingut per gran en el regne del cel. "
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