"Jesús contó esta otra parábola para algunos que se consideraban a sí mismos justos y despreciaban a los demás:
- Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, malvados y adúlteros. Ni tampoco soy como ese cobrador de impuestos. Ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.’ A cierta distancia, el cobrador de impuestos ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de míl que soy pecador!’ Os digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado por Dios; pero no el fariseo. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido."
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Ante Dios debemos desnudarnos y vernos tal cual somos. Una oración que no es sincera, no es oración. Nos cuesta ver nuestros defectos y tendemos a creernos mejores que los demás. Vemos los defectos ajenos y no sabemos ver los nuestros. Esto nos lleva a una oración prepotente y falsa. El cobrador de impuestos supo presentarse ante Dios sin tapujos, sin disfraces, sin hipocresía. Por eso salió justificado.
"Nos encontramos frente a dos personajes que intentan relacionarse con Dios. Es una parábola a la que estamos llamados a leer desde nuestra propia vida. ¿Cuál de los dos papeles interpretamos en la experiencia cristiana? Jesús hace un contraste de dos figuras: Uno el hombre que se cree creyente y seguro de sí mismo. Siente que Dios tiene que agradecerle por tanta religiosidad con la que vive. La otra figura es la de un pecador; la de un marginado religiosamente hablando, que no siente seguridad de nada; lo único que hace es confiar en el amor misericordioso del Padre. Solo espera que Dios lo acoja y salve. No olvidemos que en medio de estos dos polos de relación con Dios hay muchísimas más opciones. Este tiempo de cuaresma es el momento propicio para saber discernir en qué lugar estamos y si estamos mal ubicados, hacia donde tendríamos que hacer el éxodo. Que Dios nos regale la gracia de sentirnos como el recaudador de impuestos. Que nunca sintamos mérito delante de Dios." (Koinonía) |
sábado, 30 de marzo de 2019
DESNUDARNOS ANTE DIOS
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A cierta distancia, el cobrador de impuestos ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de míl que soy pecador!’ Os digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado por Dios; pero no el fariseo. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido."Que nunca sintamos mérito delante de Dios.
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