"Pedro comenzó a decirle:
– Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido.
Jesús respondió:
– Os aseguro que todo el que por mi causa y por causa del evangelio deje casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras, recibirá ya en este mundo cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones; y en el mundo venidero recibirá la vida eterna. Pero muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros."
Este texto ha servido muchas veces para justificar los grandes conventos, templos, propiedades de la Iglesia. Jesús aquí se está refiriendo al Reino. Dejarlo todo significa pertenecer a la "gran familia" de Jesús y ser herederos del Reino. Este es el ciento por uno.
"En continuación con la escena del joven rico, viene la
intervención de Pedro ante la exigencia de Jesús por el reino. Esta vez se
refleja el desconsuelo de los discípulos que lo han entregado todo y ven en la
radicalidad de Jesús que no basta lo hecho hasta el momento. No obstante, Jesús
trata de dejarles algo claro: si bien, dejar casa, hermana, hermano, padre,
madre, hijos y campos es muy importante, es mucho más significativo lo que se
esconde tras esas renuncias: el reino de Dios. Luchar por el reino, asumir la
causa de Jesús es algo no muy llamativo hoy día. Por eso, la reflexión de la
lectura es a descubrir la profundidad del llamado de Dios a través de esa
radicalidad de Jesús. Vivir la espiritualidad cristiana con esa radicalidad es
algo contra corriente con los valores de este mundo, la invitación es a no
desfallecer, a no perder el horizonte. El evangelio obliga al discípulo de Jesús
a darlo todo: ¡ser o no ser, ésa es la cuestión!"(Koinonía)
Vivir la espiritualidad cristiana con esa radicalidad es algo contra corriente con los valores de este mundo, la invitación es a no desfallecer, a no perder el horizonte.
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