Mañana domingo por la tarde emprendo el vuelo hacia el Perú. El año pasado ya lo hice. Un proyecto solidario en el distrito San Juan de Lurigancho de Lima. Durante el año os he dejado alguna fotografía y algún vídeo de lo que allí se hace. Os confieso que allí quedó mi corazón. Y si tuviera "algunos" años menos, pediría quedarme allí.
Este año, el proyecto solidario también es en Perú, pero en un lugar diferente. En Abancay, en plenos Andes a 2300 metros de altura. Allí hay un centro para niños con discapacidades, con nombre catalán: Germà Jaume Hilari. Un profesor jubilado de la Salle Seo de Urgel es quien lo ha apoyado durante muchos años. Ahora está enfermo. El Hno. Jaume Hilari, san Jaume Hilari, fue martirizado en Tarragona durante la guerra civil. Era de Enviny, pueblo del Pallars; también de las montañas. La foto la he sacado de internet. Ya os iré colgando las que pueda hacer estos días.
Mañana emprendo el vuelo a Lima. De allí a Cuzco y luego cuatro horas de coche hasta Abancay.
Me despido de vosotros durante unos días. En cuanto pueda me comunicaré con vosotros. Todo depende de las posibilidades técnicas y de tiempo que tenga.
Espero que sea una buena experiencia. Y, sobre todo, que nuestra presencia, cuatro chicas y yo, sea positiva y enriquecedora para esos niños.
La foto de abajo es del lugar donde estuve el año pasado. Este año es un lugar rural, muy distinto. Ya os contaré.
"Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo preguntó a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
– Unos dicen que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún profeta.
– Y vosotros, ¿quién decís que soy? – les preguntó.
Simón Pedro le respondió:
– Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Entonces Jesús le dijo:
– Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún hombre te ha revelado esto, sino mi Padre que está en el cielo.Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi iglesia; y el poder de la muerte no la vencerá.Te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en este mundo, también quedará atado en el cielo; y lo que desates en este mundo, también quedará desatado en el cielo."
Las llaves del Reino no son las llaves del poder, como desgraciadamente la Iglesia ha interpretado muchas veces. Las llaves del Reino son las llaves que abren los corazones, las llaves del Amor. Unas llaves que implican imitar a Jesús. Es decir, entregarse totalmente a los demás. Curar, devolver la vista, ayudar a andar, devolver la vida...El papa Francisco lo ha entendido correctamente. Por eso, aunque lo critiquen, se arrodilla ante los hombres y mujeres, sean creyentes o no. Por eso pide perdón por los males causados por la Iglesia. por eso prefiere cristianos manchados del barro de la entrega, antes que los puros que se olvidan de los demás. "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” La pregunta quema a los apóstoles y a nosotros hoy. Porque la respuesta implica una toma de posición fundamental sobre el sentido de la vida. ¡Por eso a esta pregunta nunca se acaba de responder! “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo”, se atreve a decir Pedro. Quizá esté muy lejos aún de entender el verdadero alcance de estas palabras, pero ha dado en el clavo. Y no por casualidad, sino por un largo descubrimiento que ha ido haciendo de Cristo y, sobre todo, por una intuición que le sobrepasa: “Eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo”. Pedro cree, rodeado todavía de una gran oscuridad. Y Jesús exclama: tú vas a ser el fundamento, la roca, la piedra de base de la comunidad que nace.
“Te daré las llaves del reino”. Dar las llaves a un niño es reconocer que ha crecido y es capaz de ser independiente; es confiarle una responsabilidad. Esa llave es un poder y, por tanto, un peligro. Pero a lo largo de toda su vida Jesús no ha dejado de desmitificar el poder humano. Porque es indudable que existe una tendencia clara a acapararlo, a convertirlo en propiedad personal, a erigirlo en absoluto.
Pero las llaves, antes que un poder, son un servicio confiado. Esas llaves no son sólo para Pedro. “Me atrevo a decir, afirma san Agustín, que estas llaves las tenemos todos”. Jesús nos ofrece el universo con “las llaves puestas”. Nos toca a nosotros abrir.
La figura del Apóstol Pedro, prontamente, fue cobrando un lugar importante en las primeras comunidades. Seguir a Jesús y sentir a Dios como Padre son la clave para llevar a cabo una nueva misión en su vida: liderar, como lo hiciera Jesús, a las comunidades; incluso, dando la vida por ellas. Así se constituyó en una sólida columna para la Iglesia y modelo de liderazgo eclesial.
Igualmente el Apóstol Pablo: es admirable su lucha por abrir el cristianismo naciente a nuevas culturas y formas de pensar, para que todas las personas hagan la experiencia gozosa de Dios Padre y desde ahí vivan como verdaderos hermanos y hermanas. Su lucha no permitió que el cristianismo se quedara como un grupo judío más, sino que, también con sus reflexiones teológicas, ayudó a construir nuestra siempre nueva identidad. ¿Qué me enseñan Pedro y Pablo en mi seguimiento de Jesús?" (Koinonía)
- ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta encontrarla?Y cuando la encuentra la pone contento sobre sus hombros,y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos y les dice: ‘¡Felicitadme, porque ya he encontrado la oveja que se me había perdido!’Os digo que hay también más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse."
La parábola de la oveja perdida que hoy leemos, es paralela a la de la moneda perdida. Con ambas, Jesús nos quiere mostrar que Dios es Amor. Un Padre que busca al extraviado. Un Padre que se alegra del reencuentro. El corazón de Jesús, es Amor. Dios es Amor. Este es el núcleo de la festividad de hoy.
"El evangelio nos coloca delante del misterio insondable de la misericordia de Dios, a través de dos parábolas contadas por Jesús. En ellas se narra la experiencia de la reconciliación del ser humano con un Dios que “no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ez 18,23). Jesús ha contado estas parábolas para explicar su propio comportamiento en relación con los pecadores y perdidos. En estas parábolas se expresa lo más íntimo y decisivo del corazón de Jesús: la misericordia y la gratuidad en favor del ser humano pecador.
Mientras los fariseos y maestros de la ley se mantienen a distancia de los pecadores por fidelidad a la Ley (véase, por ejemplo, lo que dice Ex 23,1, Sal 1,1; 26,5), Jesús anda con ellos, come y bebe y hace fiesta con ellos (Lc 15,1-3). Lo que choca a los maestros de la ley no es que Jesús hable del perdón que se ofrece al pecador arrepentido. Muchos textos del Antiguo Testamento hablaban del perdón divino. Lo que sorprende radicalmente es la forma en que Jesús actúa, el cual en lugar de condenar como Jonás o Juan Bautista, o exigir sacrificios rituales para la purificación como los sacerdotes, come y bebe con los pecadores, los acoge y les abre gratuitamente un horizonte nuevo de vida y de esperanza.
Esto es lo que las parábolas quieren ilustrar; su objetivo primario es mostrar hasta dónde llega la misericordia de ese Dios que Jesús llama “Padre”, una misericordia que se refleja y se hace concreta en el corazón de Jesús, o sea en el principio que orienta y determina la conducta de Jesús frente a los pecadores.
Con toda probabilidad la parábola se inspira en la imagen del “pastor” tan presente en muchos textos del Antiguo Testamento: “Escuchen, naciones, la palabra del Señor; anúncienla en las islas lejanas; digan: El que dispersó a Israel, lo reunirá y lo guardará como un pastor a su rebaño” (Jer 31,10). En la Biblia la imagen del pastor es usada para hablar del cuidado que tiene Dios por su pueblo, mientras las ovejas descarriadas representan a todos aquellos que se han alejado de Dios: “Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a su redil, oráculo del Señor. Buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada; vendaré a la herida, robusteceré a la débil...” (Ez 34,15-16).
En las dos parábolas se desarrolla el tema de la conversión de los pecadores, que tiene lugar en el encuentro con el mensaje y la persona de Jesús que busca a todos los que se han alejado de Dios. El “pecador convertido” del que se habla representa a los publicanos y pecadores que han venido a escuchar a Jesús, a diferencia de los fariseos y escribas que murmuran de él y se quedan lejos (Lc 15,1-2).
Las dos parábolas insisten en la alegría que Dios siente cuando un pecador se convierte. En la primera parábola, la oveja descarriada se pierde “fuera” de casa; en la segunda, la moneda se pierde “dentro” de casa. Los cercanos y los lejanos tienen necesidad de ser buscados y encontrados por Dios. “Todos hemos pecado” (Rom 3,23), dirá San Pablo. Jesús proclama el gozo de un Dios que busca al ser humano para devolverle la vida. Aquella oveja y aquella moneda tienen en común una sola cosa por la cual son objeto del amor misericordioso de Dios: ¡oveja y moneda estaban perdidas!" (Koinonía)
"No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino solo los que hacen la voluntad de mi Padre celestialAquel díao muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.’Pero yo les contestaré: ‘Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, malhechores!’
Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca.Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena.Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!”
Cuando Jesús acabó de hablar, la gente estaba admirada de cómo les enseñaba,porque lo hacía con plena autoridad y no como sus maestros de la ley."
Entrar en el Reino es seguir y fundamentar nuestra vida en Jesús. Vivir conforme al Evangelio, la Buena Nueva. Todo lo demás es accesorio. No nos explicamos el por qué a veces nuestra vida se derrumba. No nos damos cuenta que la estamos construyendo sobre cosas frágiles, accesorias, inútiles. No son nuestras palabras, son nuestros hechos, los que nos salvan. Es cuando actuamos como Jesús actuó y nos enseña en el Evangelio, cuando no caemos.
"Estamos ante un texto evangélico precioso puesto por Mateo al final del sermón de la montaña, como queriéndonos decir: si ustedes viven conforme al código del sermón de la montaña están construyendo un mundo firme, sobre roca, un mundo seguro. De lo contrario están construyendo un mundo sobre arena, frágil y peligroso. Vendrán modas culturales y sus vidas se corromperán. Muchos novios escogen este texto en su eucaristía de bodas como para decirse a sí mismos: queremos construir nuestro hogar sobre cimientos sólidos. Queremos hacer de nuestro hogar una semilla de la nueva humanidad. Estos cimientos no son una simple devoción a Jesús, un simple alabarle diciéndole ¡Señor, Señor!, sino cimientos para vivir como Él vivió, para comprometerse con su causa, con su vida, con sus Bienaventuranzas. Lo importante para Jesús no son los ritos que cumplimos escrupulosamente sino vivir una vida inundados de una bondad absoluta hacia todos los seres humanos en problemas. ¿Entre tus cimientos de vida está la misericordia, la ternura y la compasión? ¿Estás construyendo sobre arena o sobre roca?"
"¡Cuidado con los falsos profetas! Vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces.Por sus frutos los conoceréis, pues no se recogen uvas de los espinos ni higos de los cardos.Así, todo árbol bueno da buen fruto; pero el árbol malo da fruto malo.El árbol bueno no puede dar mal fruto, ni el árbol malo dar fruto bueno.Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.De modo que por sus frutos los conoceréis."
Lo importante son nuestros frutos, no nuestras apariencias. Podemos predicar mucho, hablar mucho y actuar contrariamente a lo que decimos. Cuando nuestra actitud es falsa hacemos mucho daño a los demás. Mucha gente se aleja de la Iglesia por que no producimos frutos.
"Jesús en este texto de Mateo nos prepara para no caer en un peligro que acecha a todos y que no viene de fuera de las comunidades cristianas por una persecución religiosa, sino de dentro de la comunidad. Es un peligro más oculto pero que hace más daño que la misma persecución. Se trata de la hipocresía. Es la falta de coherencia entre el mensaje que predicamos y la vida que vivimos. Consiste en mantener simplemente las apariencias olvidando la profecía. Este comportamiento hace tanto daño como los lobos rapaces hacen con un rebaño. Las personas en ocasiones nos presentamos como corderos pero por dentro somos lobos. Por eso Jesús coloca un comprobante para distinguir a los falsos profetas de los verdaderos: los frutos. Con frecuencia estos profetas ni se dan cuenta de que lo son porque su única pretensión es aparecer como gente ejemplar, por fuera luchando para presentar una imagen de honradez, pero tienen apagado el fuego de la profecía del evangelio. ¿Cuáles son los frutos que ofreces a la Comunidad?" (Koinonía)
"No deis las cosas sagradas a los perros, no sea que se revuelvan contra vosotros y os hagan pedazos. Y no echéis vuestras perlas a los cerdos, para que no las pisoteen.
Así pues, haced con los demás lo mismo que queréis que los demás hagan con vosotros. Esto es lo que mandan la ley de Moisés y los escritos de los profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque la puerta y el camino que conducen a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que conducen a la vida son estrechos y difíciles, y pocos los encuentran."
A Jesús no se le puede seguir por autopistas. La senda es estrecha. Este camino no se lo podemos mostrar a todos. Muchos lo despreciarán. La puerta es estrecha, pero es la puerta de su corazón. "Las cosas santas y las perlas son el evangelio del reino, es el proyecto de Jesús, quién, en este texto, compara el reino de Dios con una perla, la más fina del mercado. Tirar las perlas a los cerdos o a los perros es tirarlas a los que no se interesan por ellas y viven de espalda al evangelio. Es como un comerciante de perlas finas que regala la más fina al que no aprecia el valor de la perla y la tira y pisotea. Una advertencia sabia siempre, especialmente a la hora de la nueva evangelización. El Evangelio es para toda la humanidad, pero ante los que no lo aceptan solo nos queda limpiarnos el polvo de las sandalias y caminar a otra frontera. El evangelio no es un camino fácil, es una puerta estrecha, exige conversión, exige una vida alternativa, una vida contra corriente. Pero es una puerta que nos conduce a una vida plena, ya aquí en este mundo, y más allá en la vida eterna. ¿Tu vida es un reflejo del Evangelio?" (Koinonía)
"Al cumplirse el tiempo en que Isabel había de dar a luz, tuvo un hijo.Sus vecinos y parientes fueron a felicitarla cuando supieron que el Señor había sido tan bueno con ella.A los ocho días llevaron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías.Pero la madre dijo:
– No. Tiene que llamarse Juan.
Le contestaron:
– No hay nadie en tu familia con ese nombre.
Entonces preguntaron por señas al padre del niño, para saber qué nombre quería ponerle.El padre pidió una tabla para escribir, y escribió: “Su nombre es Juan.” Y todos se quedaron admirados.En aquel mismo momento, Zacarías recobró el habla y comenzó a alabar a Dios.Todos los vecinos estaban asombrados, y en toda la región montañosa de Judea se contaba lo sucedido. Cuantos lo oían se preguntaban a sí mismos: “¿Qué llegará a ser este niño?” Porque ciertamente el Señor mostraba su poder en favor de él.
El niño crecía y se hacía fuerte espiritualmente, y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se dio a conocer a los israelitas."
"La liturgia de la iglesia no celebra solamente el día de la muerte de Juan el Bautista sino también el de su nacimiento. Es el mensajero que prepara la irrupción de la Buena Nueva de Jesús. Aunque es hijo del sacerdote Zacarías no se va al templo a predicar el bautismo de conversión, ni a denunciar las injusticias de la gente religiosa, de los soldados y del mismo pueblo, sino que se sitúa en el desierto, en las periferias, en los márgenes del templo y de la sociedad. El desierto es el lugar simbólico del enamoramiento de Yahvé, el lugar para limpiarse de las mentiras de los anuncios comerciales del imperio, y programar una nueva ética. El templo está agotado. Los ritos están muertos. Hace falta volver al desierto. El pueblo sufriente acudió en masa, ansioso de un cambio de estructuras. Jesús mismo encontró allí una inspiración para iniciar su proyecto. Se dejó bautizar de Juan Bautista. Así compartió con el pueblo como uno más en la fila de los que quieren cambiar este mundo según el proyecto de Dios." (Koinonía)
"Jesús los recibió, les habló del reino de Dios y sanó a los enfermos.
Cuando ya comenzaba a hacerse tarde, se acercaron a Jesús los doce discípulos y le dijeron:
– Despide a la gente, para que vayan a descansar y a buscar comida por las aldeas y los campos cercanos, porque en este lugar no hay nada.
Jesús les dijo:
– Dadles vosotros de comer.
Contestaron:
– No tenemos más que cinco panes y dos peces, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente.
Eran unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos:
– Haced que se sienten en grupos, como de cincuenta en cincuenta.
Así lo hicieron, y se sentaron todos.Luego Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces, y mirando al cielo dio gracias a Dios, los partió y los dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente.La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía llenaron doce canastas con los trozos que sobraron."
Jesús es el pan para todos. Ha predicado y ha sanado a los enfermos. Luego da de comer hasta que todos quedaron satisfechos; porque Él mismo fue el alimento. Y nos envía a todos, a que también nosotros seamos alimento para los demás. Ese es el sentido de la Festividad que hoy celebramos. El texto de Koinonía es un poco largo, pero creo que es muy interesante, porque nos presenta diferentes aspectos del evangelio que hemos leído.
"El evangelio de hoy relata el episodio de la multiplicación de los panes, que aparece con diversos matices también en los otros evangelios (¡dos veces en Marcos!), lo que demuestra no sólo que el evento posee un cierta base histórica (no necesariamente milagrosa), sino que también es fundamental para comprender la misión de Jesús.
Jesús está cerca de Betsaida y tiene delante a una gran muchedumbre de gente pobre, enferma, hambrienta. Es a este pueblo marginado y oprimido al que Jesús se dirige, “hablándoles del reino de Dios y sanando a los que lo necesitaban” (v. 11). A continuación Lucas añade un dato importante con el que se introduce el diálogo entre Jesús y los Doce: comienza a atardecer (v. 12). El momento recuerda la invitación de los dos peregrinos que caminaban hacia Emaús precisamente al caer de la tarde: “Quédate con nosotros porque es tarde y está anocheciendo” (Lc 24,29). En los dos episodios la bendición del pan acaece al caer el día.
El diálogo entre Jesús y los Doce pone en evidencia dos perspectivas. Por una parte los apóstoles que quieren enviar a la gente a los pueblos vecinos para que se compren comida, proponen una solución “realista”. En el fondo piensan que está bien dar gratis la predicación pero que es justo que cada cual se preocupe de lo material. La perspectiva de Jesús, en cambio, representa la iniciativa del amor, la gratuidad total y la prueba incuestionable de que el anuncio del reino abarca también la solución a las necesidades materiales de la gente.
Al final del v. 12 nos damos cuenta que todo está ocurriendo en un lugar desértico. Esto recuerda sin duda el camino del pueblo elegido a través del desierto desde Egipto hacia la tierra prometida, época en la que Israel experimentó la misericordia de Dios a través de grandes prodigios, como por ejemplo el don del maná. La actitud de los discípulos recuerda las resistencias y la incredulidad de Israel delante del poder de Dios que se concretiza a través de obras salvadoras en favor del pueblo (Ex 16,3-4).
La respuesta de Jesús: “dadles vosotros de comer” (v. 13) es un recurso literario para poner en destaque la misión de los discípulos. Éstos, aquella tarde cerca de Betsaida y a lo largo de toda la historia de la Iglesia, están llamados a colaborar con Jesús, preocupándose por conseguir el pan para sus hermanos. Después de que los discípulos acomodan a la gente, Jesús “tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los iba dando a los discípulos para los distribuyeran entre la gente” (v. 16).
Al final todos quedan saciados y sobran doce canastas (v. 17). El tema de la “saciedad” es típico del tiempo mesiánico. La saciedad es la consecuencia de la acción poderosa de Dios en el tiempo mesiánico (Ex 16,12; Sal 22,27; 78,29; Jer 31,14). Jesús es el gran profeta de los últimos tiempos, que recapitula en sí las grandes acciones de Dios que alimentó a su pueblo en el pasado (Ex 16; 2Re 4,42-44). Los doce canastos que sobran no sólo subraya el exceso del don, sino que también pone en evidencia el papel de “los Doce” como mediadores en la obra de la salvación. Los Doce representan el fundamento de la Iglesia, son como la síntesis y la raíz de la comunidad cristiana, llamada a colaborar activamente a fin de que el don de Jesús pueda alcanzar a todos los seres humanos.
En el texto, como hemos visto, se sobreponen diversos niveles de significado. El milagro realizado por Jesús lo presenta como el profeta de los últimos tiempos. Al mismo tiempo el evento anticipa el gesto realizado por Jesús en la última cena, cuando el Señor dona a la comunidad en el pan y el vino el signo sacramental de su presencia." (Koinonía)
"No acumuléis riquezas en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar.Acumulad más bien vuestras riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye, ni las cosas se echan a perder, ni los ladrones entran a robar.Porque donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.
Los ojos son como la lámpara del cuerpo. Si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo será luminoso;pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo será oscuridad. Y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad, ¡qué negra no será la propia oscuridad!" Ayer, por error, os puse el evangelio de hoy sábado. Os comento ahora el de ayer viernes. Son dos evangelios consecutivos que refuerzan la misma idea: las riquezas no sirven de nada, son perecederas y nos apartan de Dios. Si nuestra riqueza son los demás, los pobres, los inmigrantes, los perseguidos, es decir, Jesús, allí estará nuestro corazón. Desde ese momento, podremos estar seguros de que Él habita en nuestro interior.
"Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.
Por tanto, os digo: No estéis preocupados por lo que habéis de comer o beber para vivir, ni por la ropa con que habéis de cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?Mirad las aves que vuelan por el cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan en graneros la cosecha; sin embargo, vuestro Padre que está en el cielo les da de comer. Pues bien, ¿acaso no valéis vosotros más que las aves?Y de todos modos, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?
¿Y por qué estar preocupados por la ropa? Mirad cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan.Sin embargo, os digo que ni aun el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos.Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¿no os vestirá con mayor razón a vosotros, gente falta de fe?No estéis, pues, preocupados y preguntándoos: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué nos vamos a vestir?’Los que no conocen a Dios se preocupan por todas esas cosas, pero vosotros tenéis un Padre celestial que ya sabe que las necesitáis.Por lo tanto, buscad primeramente el reino de los cielos y el hacer lo que es justo delante de Dios, y todas esas cosas se os darán por añadidura.No estéis, pues, preocupados por el día de mañana, porque mañana ya habrá tiempo de preocuparse. A cada día le basta con sus propios problemas."
Jesús fue claro en su afirmación: el dinero nos parata de Dios. Sn embargo los cristianos hemos creado el capitalismo que nos aprisiona y llena toda la sociedad. Estamos preocupados por tener cada vez más. lo que conseguimos es que una pequeña parte del mundo tenga muchísimo y la mayoría nada. El dinero sólo nos sirve para crear diferencias, para dividirnos. Si supiéramos vivir con más sencillez, contentándonos con los necesario para vivir el mundo sería mucho mejor.
"Para los seguidores de Jesús, el único señor es el Dios del reino y el reino de Dios. Es vivir una vida con el tesoro encontrado del proyecto alternativo de mundo que ofrece el sermón de la montaña. Pero ¡qué curioso!, el principal enemigo del ese proyecto es el dinero. Jesús nos coloca ante esta disyuntiva: O Dios, es decir, o el proyecto de Dios o el proyecto del dinero tal y como funciona hoy en el mundo y cómo funcionaba en tiempo de Jesús. Un dinero endiosado. Un dinero al que se rinde culto en la banca y en el comercio global. Un dinero acumulado para el placer, para la destrucción ecológica y para la guerra. No el dinero ganado con honradez para la vida, para el compartir solidario con los necesitados. Este otro es el dinero “ofrenda” para la vida familiar, para la salud, para el alimento de los pobres. ¿Cómo se invierte el dinero en nuestro país? ¿Cómo se distribuye en salud, educación y apoyo a personas ancianas? " (Koinonía)
"Y al orar no repitas palabras inútilmente, como hacen los paganos, que se imaginan que por su mucha palabrería Dios les hará más caso.No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis aun antes de habérselo pedido.Vosotros debéis orar así:
‘Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra
así como se hace en el cielo.
Danos hoy el pan que necesitamos.
Perdónanos nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a quienes nos han ofendido.
Y no nos expongas a la tentación,
sino líbranos del maligno.’
Porque si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, vuestro Padre que está en el cielo os perdonará también a vosotros;pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará el mal que vosotros hacéis."
Debemos hacer que toda nuestra vida sea oración. Hay momentos concretos a los que siempre hemos llamado oración. Quizá hemos olvidado, que vivir todos nuestros actos conscientes de que estamos en la presencia de Dios, transforma todo lo que hacemos en oración. La espiritualidad debe impregnarnos y no hacer distinción entre momentos religiosos y momentos laicos. Todo es espiritualidad, todo es oración, si vivimos en presencia de Dios.
"La oración es una actividad constante y espontánea en muchas personas aunque no vayamos al templo ni a misa dominical. Sin duda, también oran las personas que profesan una religión distinta a la nuestra. Ordinariamente no rezamos para informar a Dios de un problema que estamos sufriendo. Dios conoce todas nuestras necesidades y angustias. No rezamos para hacer a Dios más bondadoso gracias a nuestro rezo. Él es amor. Es bondadoso siempre y sin límites. ¿Para qué rezamos entonces?: rezamos para dejarnos invadir del proyecto de Dios en el mundo. Para dejarle actuar en nosotros su proyecto de vida. Para hacer su voluntad en este planeta amenazado, como hacía Jesús cuando rezaba por las noches. Ese proyecto está incluido en la plegaria que Él nos enseñó. Primero cambiar el nombre de Dios. Llamarle Papá-Mamá y con la vida proclamar que ese nombre es santo. Luego abrirnos a su proyecto: ese reino de vida, ese pan compartido, ese perdón sin reservas y quedar libres de los ídolos del mundo." (Koinonía)
"No practiquéis vuestra religión delante de los demás solo para que os vean. Si hacéis eso, no obtendréis ninguna recompensa de vuestro Padre que está en el cielo.
Por tanto, cuando ayudes a los necesitados no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente los elogie. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa.Tú, por el contrario, cuando ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu más íntimo amigo.Hazlo en secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pieen las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa.Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa. Cuando ayunéis, no pongáis el gesto compungido, como los hipócritas, que aparentan aflicción para que la gente vea que están ayunando. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa.Pero tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien,para que la gente no advierta que estás ayunando. Solamente lo sabrá tu Padre, que está a solas contigo, y él te dará tu recompensa."
El cristianismo se vive en comunidad; pero esto no significa transformarlo en apariencia. Debemos orar en comunidad, pero es comedia si no va acompañada de una auténtica oración interior. Hemos de entregarnos a los pobres, pero con toda nuestra vida; no para "quedar bien". Hemos de llevar una vida austera por convicción, no para aparentar. Cuando nuestra espiritualidad es sólo una comedia, lo que hacemos es alejar a los otros de Dios.
"Jesús nos advierte a no hacer teatro con la vida religiosa, con las tres prácticas tradicionales de todas las religiones: la oración, el ayuno, la limosna. Hacer teatro de estas prácticas es caer en el engaño de las apariencias, de la fama, de que todo el mundo hable bien de nosotros. Es propio de esta época vivir de apariencias. Los famosos aparecen en las primeras páginas de los periódicos. Esta es una corriente cultural: hacer de nuestras vidas un show televisivo. La gente añora aparecer en los periódicos como famosos. Nos da envidia la fama de los famosos. Mucha gente lo consigue con el dinero, el poder, la belleza física, el éxito comercial. ¡Triste apariencia humana! Pero Jesús nos advierte que todavía es más triste buscar la fama en lo que se refiere a Dios y a las prácticas religiosas. Es una corrupción intolerable. Degrada el verdadero rostro de Dios y nos degrada a nosotros mismos" (Koinonía)
"También habéis oído que antes se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.’ Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen.Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos.Porque si amáis solamente a quienes os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¡Hasta los que cobran impuestos para Roma se portan así!Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¡Hasta los paganos se portan así! Vosotros, pues, sed perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto."
Cuando hablamos de amor, pensamos en nuestros familiares, en nuestros amigos. Quizá en los olvidados, los pobres, los perseguidos... Pero, difícilmente pensamos en los que nos odian y nos persiguen. Sin embargo, este es el amor que Jesús nos pide. Este es el verdadero amor: el amor totalmente gratuito. El amor que puede cambiar el mundo y transformarlo en un mundo mejor.
"El libro del Levítico ordenaba: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo” (Lev 19,18). Era la síntesis del amor al propio clan, a la propia tribu y el odio al que puede hacer daño a la propia familia tribal. Era un mundo pequeño todavía. El odio es un dinamismo terrible contra el que no es de nuestro propio pueblo y tenemos que defendernos con las mismas armas. Era un mecanismo de supervivencia, no de construcción de una nueva sociedad de gente incluida y de pueblos hermanos. Jesús, en el comentario que hace a las Bienaventuranzas, trata de poner en diálogo las leyes del Primer testamento con esta nueva ley de la buena noticia del reino. Aquí está la novedad. Aquí está la verdadera identidad de los hijos e hijas de Dios. Nuestra identidad de hijos de Dios no está en las prácticas rituales, ni en las doctrinas teológicas sino en el amor a los enemigos. Esta es la gozosa locura del evangelio." (Koinonía)