"Jesús paseaba por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a dos hermanos: a Simón, también llamado Pedro, y a Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la redr al agua.Jesús les dijo:
– Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres.
Al momento dejaron sus redes y se fueron con él.
Un poco más adelante vio Jesús a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca reparando las redes. Jesús los llamó,y al punto, dejando ellos la barca y a su padre, le siguieron."
Si queremos seguir a Jesús debemos dejar "nuestras redes". Seguiremos pescando, pero con las redes de Jesús. Sin ataduras.
"El Lago de Galilea era rico en pesca y a su alrededor se encontraban varios pueblos de pescadores. Los hermanos Andrés y Pedro vivían en Cafarnaún, y de ahí salían cada noche a pescar. También ahí tenían su “negocio familiar” Zebedeo y sus hijos Juan y Santiago. Estos sencillos pescadores son los primeros invitados a colaborar con Jesús en su misión. Los cuatro llamados están haciendo distintas tareas: los unos están echando las redes al mar y los otros reparando redes… son funciones complementarias y necesarias para su faena. No se puede pescar sin echar redes… y las redes rotas no atrapan peces. Los cuatro dejan apresuradamente lo que están haciendo para seguir a Jesús. Hoy somos llamados para ejercer diferentes y necesarias funciones dentro del mismo seguimiento de Jesús. Todos tenemos una misión diferente de acuerdo a nuestros carismas y a nuestra realidad. Unos tenemos que “echar redes” y a otras nos toca repararlas. ¿Estamos dispuestos a dejar nuestros propios proyectos para seguirle?" (Koinonía)
- Mirad la higuera, o cualquier otro árbol:cuando veis que ya brotan sus hojas, comprendéis que el verano está cerca.De la misma manera, cuando veáis que suceden esas cosas, sabed que el reino de Dios ya está cerca.
Os aseguro que todo ello sucederá antes que haya muerto la gente de este tiempo.El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."
La imagen de la higuera que brota nos invita a la esperanza. A pesar de las dificultades y problemas, el mal no triunfa. El Reino está cerca. "El texto evangélico trae un llamado a observar los signos de los tiempos, a darnos cuenta de que, aunque todo parece complicado, hay señales de que algo puede cambiar y el “verano” se acerca. Los problemas de injusticia, el sistema económico explotador, la crisis de valores, la violencia contra mujeres y niños, la explotación salvaje de los recursos naturales… parecen obstáculos imposibles de superar y es fácil caer en el pesimismo. Vale la pena recordar que “en el principio existía el Verbo” (Jn 1,1) y este Verbo encarnado es la Palabra que no pasará. Cuando este Evangelio se escribe, las palabras de Jesús ayudaban a las comunidades a leer sus penurias con lentes de esperanza. Hoy, el mismo texto, también nos da la seguridad de que el reino llegará y el imperio de aquellos que oprimen al pueblo se acabará. Los signos que sacuden la sociedad, no son signos de muerte, sino de vida. ¿Estamos dispuestos a colaborar con la Palabra en la construcción de un mundo más humano?" (Koinonía)
"Cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed que pronto será destruida. Entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas; los que estén en Jerusalén, que salgan de la ciudad; y los que estén en el campo, que no regresen a ella.Porque serán días de castigo en los que se cumplirá cuanto dicen las Escrituras.¡Pobres de las mujeres que en aquellos días estén embarazadas o tengan niños de pecho!, porque habrá mucho dolor en el país y un castigo terrible contra este pueblo.A unos los matarán a filo de espada, a otros los llevarán prisioneros por todas las naciones, y los paganos pisotearán Jerusalén hasta que se cumpla el tiempo que les ha sido señalado.
Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán confusas y angustiadas por el ruido terrible del mar y de las olas.La gente se desmayará de espanto pensando en lo que ha de sucederle al mundo, pues hasta las fuerzas celestiales se tambalearán.Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria.Cuando empiecen a suceder estas cosas, animaos y levantad la cabeza, porque muy pronto seréis liberados."
Estos días el evangelio nos presenta a un Jesús, que con lenguaje apocalíptico, nos muestra las dificultades de su seguimiento; pero al mismo tiempo, nos da la esperanza de la victoria final. Las dificultades son el preludio de nuestra liberación. "Jesús anuncia con un lenguaje apocalíptico muy típico de los profetas del Primer Testamento, que ha llegado el “día del Señor”, o el “día de la venganza” Su anuncio pone énfasis en la destrucción de Jerusalén, ciudad donde reside el poder político, económico y religioso de su época. Todo un sistema de dominación, que se opone a la propuesta de Jesús, va a caer estrepitosamente. El anuncio de Jesús no es para asustar a los discípulos por lo que va a suceder, sino que es más bien un llamado a la esperanza: los poderes de este mundo no son más fuertes que el poder de Dios. La victoria es del Hijo del Hombre anunciada por el profeta Daniel (cf. (Daniel 7, 13-14). Desde nuestras comunidades también estamos llamados a ser portadores de esperanza y no dejarnos desanimar por los tiempos difíciles que vivimos. Aunque nos parezca que nada tiene remedio y que todo va a seguir igual, hay que seguir luchando con la seguridad que el bien va a vencer al mal."
"Pero antes de eso os echarán mano y os perseguirán: os llevarán a juicio en las sinagogas, os meterán en la cárcel y os conducirán ante reyes y gobernadores por causa mía.Así tendréis oportunidad de dar testimonio de mí.Haceos el propósito de no preparar de antemano vuestra defensa,porque yo os daré palabras tan llenas de sabiduría que ninguno de vuestros enemigos podrá resistiros ni contradeciros en nada.Pero seréis traicionados incluso por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de vosotros y todo el mundo os odiará por causa mía,pero no se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza.¡Permaneced firmes y salvaréis vuestra vida!"
Seguir a Jesús, significa muchas veces ir contracorriente, ser impopular. Pero no debemos temer. El Espíritu estará siempre con nosotros.
"En textos como el de hoy es difícil distinguir si las advertencias que encontramos provienen de mismo Jesús o más bien reflejan la situación de persecución que están viviendo las primeras comunidades cristianas. En todo caso, el texto es claro: los discípulos, de ayer y de hoy, van a experimentar la misma oposición que Él de parte del poder religioso: la sinagoga, y de parte de poder político: reyes y gobernadores. El tiempo de persecución no es tiempo de huida, sino más bien es el momento de dar testimonio, es momento del martirio. Cuando se busca cambiar este mundo por uno más humano y más fraterno es lógico esperar persecución de parte de las autoridades que se oponen al cambio… pero lo más difícil es recibir oposición de parte de las personas más cercanas. A veces nuestra propia familia no comprende el camino que hemos tomado. Al mismo tiempo se nos pide no temer, pues en este camino no estamos solos: nos anima el Espíritu del Resucitado." (Koinonía)
"Algunos estaban hablando del templo, de la belleza de sus piedras y de las ofrendas que lo adornaban. Jesús dijo:
– Vienen días en que de todo esto que estáis viendo no quedará piedra sobre piedra. ¡Todo será destruido!
Preguntaron a Jesús:
– Maestro, ¿cuándo ocurrirán esas cosas? ¿Cuál será la señal de que ya están a punto de suceder?
Jesús contestó:
- Tened cuidado y no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘Ahora es el momento’, pero no los sigáis.Y cuando oigáis alarmas de guerras y revoluciones no os asustéis, pues aunque todo eso tiene que ocurrir primero, aún no habrá llegado el fin.
Siguió diciéndoles:
- Una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro;en diferentes lugares habrá grandes terremotos, hambres y enfermedades, y en el cielo se verán cosas espantosas y grandes señales."
El triunfo de Jesús no se consigue con las armas. Él tiene una sola "arma": el Amor. Es así como esta sociedad puede ser transformada. No se trata de asustarse. Se trata de amar. Al final, la victoria será del Amor.
"El Templo de Jerusalén era un lugar santo y motivo de orgullo para todos los judíos. Era un símbolo de tiempos mejores, en que Jerusalén era la ciudad sede del reino de Israel. La riqueza del recinto alimentaba los sueños mesiánicos del regreso a la monarquía, a la grandeza de la época del rey David. Ante el anuncio de destrucción, los discípulos no parecen asustarse y más bien preguntan: “¿cuándo?” Presuponen que ahora sí Dios intervendrá para cambiar la historia por obra del Mesías esperado. Jesús les advierte que no ha llegado la hora y que no crean en falsos mesías. Él es el único y verdadero Mesías. Pero Jesús no es un Salvador poderoso en armas para luchar contra los dominadores romanos, como muchos esperaban. Jesús es un Mesías diferente: Él es un servidor, al estilo del Siervo Sufriente anunciado por el profeta Isaías (Is 52,13-53,12) ¿Sabemos reconocer al verdadero Salvador? ¿Nos dejamos llevar por falsos predicadores que ofrecen una solución mágica para nuestros problemas?" (Koinonía)
"Jesús estaba viendo cómo los ricos echaban dinero en las arcas de las ofrendas,y vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de cobre.Entonces dijo:
– Verdaderamente os digo que esta viuda pobre ha dado más que nadie,pues todos dan sus ofrendas de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento."
Sucedió esta semana en el colegio. Estamos haciendo una campaña de becas para Madagascar. Ante la indiferencia en una clase, una alumna inmigrante se levantó y dio 20 euros a la profesora para las becas. La profesora no quería aceptarlos diciéndole que ella lo necesitaba más. La muchacha le respondió: Ellos lo necesitan más. Yo ya puedo asistir a clase gracias a vosotros. Los demás alumnos, avergonzados, empezaron a contribuir con su dinero a las becas. Aquella alumna me ha recordado a la viuda que lo entregó todo.
"Jesús se encuentra en Jerusalén con sus discípulos y ahí fija los ojos en una sencilla mujer que deposita dos moneditas en las arcas del Templo. Esta mujer, pobre y viuda, absolutamente insignificante desde el punto de vista social y religioso de su tiempo, es puesta por Jesús como ejemplo. De ella pueden los discípulos aprender algo muy importante: una fe total en Dios y una generosidad sin límites. Difícilmente se encuentra en el ambiente del Templo un corazón más religioso y más solidario que el de esta viuda. Ella ha dado más que nadie, pues esas monedas son todo lo que tiene para vivir. Implícitamente Jesús está condenando el sistema del Templo que explotaba a los más pobres, exigiendo altos impuestos y costosas ofrendas. La viuda anónima representa la verdadera espiritualidad de los seguidores de Jesús que ponen en Él toda su confianza y no en las riquezas ni en el poder. ¿Qué damos nosotros? ¿De lo que nos sobra o de lo que tenemos para vivir?" (Koinonía)
"La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él diciendo:
– Salvó a otros; ¡que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido!
Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban a él y le daban a beber vino agrio,diciéndole:
– ¡Si eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo!
Y sobre su cabeza había un letrero que decía: “Este es el Rey de los judíos.”
Uno de los malhechores allí colgados le insultaba, diciéndole:
– ¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!
Pero el otro reprendió a su compañero diciendo:
– ¿No temes a Dios, tú que estás sufriendo el mismo castigo?Nosotros padecemos con toda razón, pues recibimos el justo pago de nuestros actos; pero este no ha hecho nada malo.
Luego añadió:
– Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.
Jesús le contestó:
– Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso."
"El evangelio de hoy nos presenta cómo reina Jesús el Cristo: no desde un trono imperial, sino desde la cruz de los rebeldes. La rebelión de Jesús es la más radical de todas: pretende no sólo eliminar un tipo de poder (el romano, o el sacerdotal) para sustituirlo por otro, que con un nombre distinto estaría basado en la misma lógica de dominación y violencia (que era lo que correspondía a las expectativas judías).
Podríamos decir que Jesús es el anti-modelo de rey de los sistemas opresores: no quiere dominar a las demás personas, sino promover, convocar, suscitar, el poder de cada ser humano, de modo que cada una y cada uno de nosotros asumamos responsablemente el peso y el gozo de nuestra libertad.
Uno de los grandes sicólogos del siglo XX, Erich Fromm, plantea, en su libro El miedo a la libertad, que ante la angustia que produce en el ser humano la conciencia de estar separados del resto de la creación, adoptamos dos actitudes igualmente patológicas: dominar a otros, y buscar de quién depender entregándole nuestra libertad. En ambos casos, las personas tratamos de, a través de estos mecanismos, disolver esa barrera que nos separa de las otras personas y del resto del universo. El pecado fundamental del ser humano es, según esto, un pecado de poder mal administrado, mal asumido. Y éste es el origen de todos los demás pecados: la avaricia, que conduce a un orden económico injusto; la soberbia, que nos impide ver con claridad nuestros errores y pecados; la mentira, que nos lleva a manipular o a dejarnos manipular; la lujuria, el sexo utilizado como instrumento de poder para “poseer”, oprimir; el miedo, que nos impide levantarnos y caminar sobre nuestros propios pies.
Enmarañados en estas trampas del poder a que nos conduce nuestro “miedo a la libertad”, cuando un régimen opresor de cualquier signo que sea se nos hace insoportable, buscamos cómo derrocarlo... para sustituirlo por otro que sin embargo funciona sobre la misma lógica. Esa es la lógica que Jesús desarticula de manera radical.
Cuando en Getsemaní acuden los soldados y las turbas “de parte de los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo” (Mt 26,47) para prender a Jesús, él no recurre a violencia de ningún tipo. Jesús se niega a ser coronado rey al estilo del “mundo”, luego de la multiplicación de los panes y los peces (Jn 6,15). La tentación del poder, entendido al estilo de los sistemas opresores persigue a Jesús desde el desierto hasta la cruz. Y desde el desierto hasta la cruz, Jesús rechaza este modelo, denuncia con toda claridad que procede del diablo, del “príncipe de este mundo”, no cae en sus trampas. El costo de esta resistencia no sólo valiente sino lúcida de Jesús es la muerte.
En la cruz Jesús derrota radicalmente al demonio del poder concebido como violencia y opresión por una parte y como dependencia, sumisión y alienación por otra. De este modo que inaugura así un nuevo tipo de relaciones entre las personas y con el universo entero, basadas no en la dominación/dependencia, sino en el respeto mutuo, en la armonía, en la valentía para asumir el peso de la propia libertad responsable."(Koinonía)
"Después acudieron algunos saduceos a ver a Jesús. Los saduceos niegan que haya resurrección de los muertos, y por eso le plantearon este caso:
– Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda para darle hijos al hermano que murió.Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos.El segundoy luego el tercero se casaron con la viuda, y lo mismo hicieron los demás, pero los siete murieron sin dejar hijos.Finalmente murió también la mujer.Así pues, en la resurrección, ¿cuál de ellos la tendrá por esposa, si los siete estuvieron casados con ella?
Jesús les contestó:
– En este mundo, los hombres y las mujeres se casan;pero los que merezcan llegar a aquel otro mundo y resucitar, sean hombres o mujeres, ya no se casarán, puesto que ya tampoco podrán morir. Serán como los ángeles, y serán hijos de Dios por haber resucitado.Hasta el mismo Moisés, en el pasaje de la zarza ardiendo, nos hace saber que los muertos resucitan. Allí dice que el Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos!
Algunos maestros de la ley dijeron entonces:
– Bien dicho, Maestro.
Y ya no se atrevieron a hacerle más preguntas."
"Los saduceos negaban la resurrección, ya que en vida detentaban el poder económico y político, lo que les daba todo lo que necesitaban, al punto que no les importaba colaborar con los invasores romanos. Le plantean a Jesús un caso hipotético basado en una ley absolutamente degradante para las mujeres, porque implica que varios hombres tomen posesión de una misma mujer con el solo objeto de hacerla “producir” un hijo. La respuesta de Jesús es clara: hay una diferencia radical entre nuestra vida terrestre y la vida plena en la nadie será propiedad de otro… como los ángeles. Sin caer en lo absurdo de lo planteado por los saduceos, muchas veces nos preguntamos: ¿Qué hay después de la muerte? Hoy encontramos todo tipo de grupos preocupados con el fin del mundo, con los espíritus, con supuestas revelaciones o visiones del más allá. Gastamos mucho tiempo y energías en discusiones inútiles sobre estos temas en lugar de preocuparnos más por la realidad… por el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas que necesitan nuestra solidaridad." (Koinonía)
"Después de esto, Jesús entró en el templo y comenzó a expulsar a los que allí estaban vendiendo.Les dijo:
– En las Escrituras se dice: ‘Mi casa será casa de oración’, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.
Todos los días enseñaba Jesús en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y también los jefes del pueblo andaban buscando cómo matarlo. Pero no encontraban la manera de hacerlo, porque toda la gente le escuchaba con gran atención."
No podemos convertir la religión en un negocio. Nadie debe "vivir" de la religión. Y esto ocurre cuando separamos la espiritualidad de la religión. Cuando creamos privilegios y olvidamos a los sencillos, a los pequeños. No convirtamos la religión en una cueva de ladrones. "En la primera lectura vimos que Judas Macabeo y sus hermanos purifican y vuelven a consagrar el Templo que había sido difamado por Antíoco, gobernador e invasor de Siria. Ese Templo santo se ha convertido ahora en “cueva de ladrones” Jesús se indigna porque en el recinto se comercializaba los animales para los holocaustos y había mesas para cambiar el dinero romano y griego por el judío que podía ser usado en las ceremonias del Templo. La reacción de Jesús es contra aquellos que han convertido la religión en un negocio. Enojado, no solo grita su indignación sino que pasa violentamente a la acción… lo que molestó tanto a las autoridades y sacerdotes que empiezan a buscar cómo matarlo para hacerlo callar. Nosotros, la comunidad cristiana, ¿somos capaces de indignarnos junto con Él? ¿Somos capaces de denunciar a los “ladrones” que proliferan en nuestra sociedad e Iglesia? ¿O tenemos miedo a la reacción de las autoridades?" (Koinonía)
"Cuando llegó cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, lloró por ella 42 y dijo:
- ¡Si entendieras siquiera en este día lo que puede darte paz!... Pero ahora eso te está oculto y no puedes verlo.Pues van a venir días malos para ti, en los que tus enemigos te cercarán con barricadas, te sitiarán, te atacarán por todas partesy te destruirán por completo. Matarán a tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no reconociste el momento en que Dios vino a salvarte."
Jesús llora ante Jerusalén y también lo hace ante nosotros si no sabemos reconocer a Dios, si no sabemos reconocerlo en los demás. En el pobre que sufre, en el inmigrante, en el perseguido... "Jerusalén era una ciudad venerada por todos los judíos pues en ella se encontraba el Templo, lugar donde habitaba Dios. Contra esta ciudad Jesús lanza, con dolor, una sentencia condenatoria: la Ciudad Santa va a ser destruida como consecuencia del rechazo a la presencia del mensajero de la paz… Y efectivamente la ciudad fue destruida el año 70 de nuestra era por las tropas de ocupación romanas. Actualmente vemos violencia y guerra en muchas partes del planeta. Parece que todavía no entendemos el mensaje que Jesús nos trajo para vivir en armonía entre nosotros y con la naturaleza. Ante esta situación cabe preguntamos: ¿Por qué no reina la paz en nuestra sociedad? ¿Qué consecuencias trae esta falta de paz en nuestras vidas y en nuestro mundo? Una vez más estamos llamados a buscar el lugar que nos corresponde como fieles discípulos para ser constructores, en nuestros ambientes, de esa paz que tanto necesitamos y que aún sigue siendo esquiva." (Koinonía)
"La gente escuchaba estas cosas que decía Jesús. Y él les contó una parábola, porque ya se encontraba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios estaba a punto de manifestarse.Les dijo:
- Un hombre de la nobleza se fue lejos, a otro país, para ser hecho rey y regresar.Antes de partir llamó a diez de sus criados, entregó a cada uno una gran suma de dinero y les dijo: ‘Negociad con este dinero hasta que yo vuelva.’Pero las gentes de su país le odiaban, y enviaron tras él una comisión con el encargo de decir: ‘No queremos que este hombre sea nuestro rey.’
Pero él fue hecho rey. A su vuelta, mandó llamar a aquellos criados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.El primero se presentó y dijo: ‘Señor, tu dinero ha producido diez veces más.’El rey le contestó: ‘Muy bien, eres un buen administrador. Y como has sido fiel en lo poco, te hago gobernador de diez ciudades.’Se presentó otro y dijo: ‘Señor, tu dinero ha producido cinco veces más.’También a este le contestó: ‘Tú serás gobernador de cinco ciudades.’
Pero se presentó otro, que dijo: ‘Señor, aquí está tu dinero. Lo guardé en un pañuelo,pues tuve miedo de ti, porque eres un hombre duro que recoges lo que no pusiste y cosechas donde no sembraste.’Entonces le dijo el rey: ‘Tú eres un mal administrador, y por tus propias palabras te juzgo. Puesto que sabías que yo soy un hombre duro, que recojo lo que no puse y cosecho donde no sembré,¿por qué no llevaste mi dinero al banco para, a mi regreso, devolvérmelo junto con los intereses?’Y ordenó a los que estaban allí: ‘Quitadle el dinero y dádselo al que ganó diez veces más.’Ellos le dijeron: ‘Señor, ¡pero si este ya tiene diez veces más!’El rey contestó: ‘Os digo que al que tiene se le dará más; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará.Y en cuanto a mis enemigos, a esos que no querían tenerme por rey, traedlos acá y matadlos en mi presencia.’ "
El Papa Francisco ha repetido muchas veces que prefiere un cristiano manchado de barro por ir a la periferia, que uno impoluto encerrado en sí mismo. Eso es lo que le ocurrió al que enterró su talento por no arriesgarse. No hizo nada malo, pero tampoco hizo nada bueno.
"Generalmente cuando se explica la parábola “de los talentos” se pone énfasis en cómo se invierten los dones que hemos recibido. Dios nos da diferentes habilidades y destrezas… depende de cada persona el hacer fecundo ese regalo. Se trata de usar los “talentos” personales para servir a la construcción del Reino. Pero en la parábola hay un siervo que no hace nada con su talento… ¿Alguna vez nos hemos preguntado por qué el “siervo indigno” no hizo producir el talento? Este siervo tiene una imagen falsa de su Señor… solo conoce al Dios del castigo y por eso no se arriesga a actuar… el miedo lo paraliza. En realidad no hace nada malo, pero al conservar su talento y no “invertir” creativamente en pro del crecimiento del reino, peca por omisión. Y, ¿cuál es nuestra respuesta personal al don recibido? ¿Qué hacemos como comunidad eclesial? Sabiendo que el Dios de Jesús no es un rey castigador sino un Padre lleno de misericordia, podemos arriesgarlo todo y hacer fructificar nuestros talentos." (Koinonía)
Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
2 Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma.a3 Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura.Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
– Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús.Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor:
–M ira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
– Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham.Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido."
Nosotros hacemos como Zaqueo. Para ver a Jesús nos subimos a un árbol: estudiamos teología, leemos libros, asistimos a conferencias...En pocas palabras, nos vamos por las ramas. Para conocer a Dios, lo que debemos hacer es bajar del árbol y recibir a Jesús en nuestra casa, en nuestro corazón. Es entonces que compartiremos lo que tenemos con los pobres. Es entonces que nos entregaremos. Es entonces que sabremos Amar.
"Zaqueo es el jefe de cobradores de impuestos de Jericó y es un hombre muy rico. Los recaudadores de impuestos eran despreciados por ser colaboradores de los romanos y responsables directos de los onerosos impuestos. Su cargo también traía el desprecio religioso, eran considerados impuros, pecadores. El texto que vemos hoy es uno de búsqueda y encuentro. Por un lado, Zaqueo busca a Jesús y por otro, Jesús encuentra a Zaqueo, le llama por su nombre y se invita a su casa. Así es la doble dimensión de la gracia: don gratuito de Dios que requiere de nuestra voluntad para ser recibida. Al reconocer a Jesús como su Señor, Zaqueo es capaz de librarse de la esclavitud del dinero y devolver a los pobres lo que es justo y por tanto recibe la palabra de salvación. Porque a eso ha venido Él. A salvarnos. Hoy día, ¿en qué consiste nuestra conversión para obtener la salvación? ¿Qué sería concretamente dar la mitad de nuestros bienes?" (Koinonía)
"Se encontraba Jesús ya cerca de Jericó. Un ciego que estaba sentado junto al camino, pidiendo limosna,al oir que pasaba mucha gente preguntó qué sucedía. Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba por allí,y él gritó:
– ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
Los que iban delante le reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía más:
– ¡Hijo de David, ten compasión de mí!
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca le preguntó:
– ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego contestó:
– Señor, quiero recobrar la vista.
Jesús le dijo:
– ¡Recóbrala! Por tu fe has sido sanado.
En aquel mismo momento recobró el ciego la vista, y siguió a Jesús alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto alababa también a Dios."
Haz que vea. La petición de este ciego a Jesús ha de ser nuestra petición. Nuestro problema es que no sabemos ver. Nuestra mirada es corta, se queda en la superficie y no vemos más allá de las cosas. El día que sepamos trascender los que nos rodea, veremos de verdad y nuestra vida será una alabanza a Dios, porque sabremos verlo en todas las cosas. "El evangelista presenta al ciego que se encuentra a la vera del camino de Jericó en contraste con los discípulos, que no han logrado entender el anuncio de la pasión que se presenta en los versículos precedentes (Lc 18,31-34). Este ciego anónimo es un creyente. Aun sin poder ver a Jesús, lo reconoce como el Hijo de David, como el Mesías. Y los discípulos, que llevan un tiempo siguiendo a Jesús, no son capaces de entender su misión. Cuántas veces vemos sido como este ciego a la orilla del camino. Sintiendo el rechazo de la sociedad… brota desde el fondo de nuestras entrañas el grito de auxilio: “¡ten piedad de mí!”… y llega la palabra llena de misericordia: “¿Qué te pasa? ¿Qué necesitas? ¿Cómo te puedo ayudar?” ¿Somos capaces de reconocer en la respuesta de quienes nos ayudan la voz amorosa de Jesús? ¿Hoy, quiénes son los verdaderos ciegos? ¿Las personas con discapacidad visual o los que tenemos todos nuestros sentidos, pero no somos capaces de “ver” lo que pasa a nuestro alrededor?" (Koinonía)
"Algunos estaban hablando del templo, de la belleza de sus piedras y de las ofrendas que lo adornaban. Jesús dijo:
– Vienen días en que de todo esto que estáis viendo no quedará piedra sobre piedra. ¡Todo será destruido!
Preguntaron a Jesús:
– Maestro, ¿cuándo ocurrirán esas cosas? ¿Cuál será la señal de que ya están a punto de suceder?
Jesús contestó:
- Tened cuidado y no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘Ahora es el momento’, pero no los sigáis.Y cuando oigáis alarmas de guerras y revoluciones no os asustéis, pues aunque todo eso tiene que ocurrir primero, aún no habrá llegado el fin.
Siguió diciéndoles:
- Una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro;en diferentes lugares habrá grandes terremotos, hambres y enfermedades, y en el cielo se verán cosas espantosas y grandes señales.
Pero antes de eso os echarán mano y os perseguirán: os llevarán a juicio en las sinagogas, os meterán en la cárcel y os conducirán ante reyes y gobernadores por causa mía.Así tendréis oportunidad de dar testimonio de mí.Haceos el propósito de no preparar de antemano vuestra defensa,porque yo os daré palabras tan llenas de sabiduría que ninguno de vuestros enemigos podrá resistiros ni contradeciros en nada.Pero seréis traicionados incluso por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de vosotrosy todo el mundo os odiará por causa mía,pero no se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza.¡Permaneced firmes y salvaréis vuestra vida!"
La descripción que hace el evangelio se refiere a todos los tiempos. Siempre hay dificultades, problemas y dificultades. Siempre, los que siguen sinceramente a Jesús, son perseguidos de una forma u otra. Lo que nos pide hoy es que confiemos, que perseveremos, que seamos fieles. Todo pasa. Al igual que el templo de Jerusalén fue destruido, todas las obras humanas son perecederas. Sólo el Reino seguirá en pie. El verdadero discípulo es aquél que persevera y confía. El que sigue adelante a pesar de las dificultades. A este, Jesús le pone en su boca su Palabra de Amor. Ello nos ayudará a construir un mundo más humano. No podemos negar que vivimos tiempos de crisis religiosa. Las iglesias cada vez están más vacías, hay pocas vocaciones y la gente se declara agnóstica o atea. En los medios se nos presentan todos los días violencia, guerra y calamidades. Pero esto no es el fin. La solución no es desesperarse, quejarse. Debemos ser fieles y perseverar. Confiar en el Señor. Luchar con nuestra vida para que el Amor reine en la tierra.
"Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse.Les dijo: - Había en un pueblo un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.Y en el mismo pueblo vivía también una viuda, que tenía planteado un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario. Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero finalmente pensó: ‘Yo no temo a Dios ni respeto a los hombres.Sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, le haré justicia, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia.’
El Señor añadió:
- Pues bien, si esto es lo que dijo aquel mal juez,¿cómo Dios no va a hacer justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar?Os digo que les hará justicia sin demora. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?"
Hemos de ser perseverantes en nuestra oración y en nuestra entrega. No desanimarnos en la búsqueda del Señor. Él saldrá a nuestro encuentro si sabemos esperarlo con perseverancia.
"Dios Padre escucha siempre el clamor de sus hijos, pero necesitamos orar con fe y vivir con coherencia. No se trata de pedir egoístamente lo que queremos. Se trata, en primer lugar, de colocarse en las manos de Dios con entera confianza. Es una de las dimensiones más genuinas de la fe. En segundo lugar, no es intentar manipular a Dios con nuestros caprichos sino buscar siempre su voluntad en nuestras vidas. Orar es escuchar, oír con el corazón lo que Dios nos habla a los oídos del corazón. Es discernir los signos de Dios en la cotidianidad de la vida. Es decirle al Señor nos conceda lo que considere mejor para nosotros aunque aparentemente sea contradictorio con nuestros intereses mezquinos y egoístas. Orar, decía alguien, es dejarse amar entrañablemente por el Amor. Es dejarse saturar totalmente de la gracia de Dios, es dejarse penetrar libremente de la presencia de Dios, es vivir siempre con la mirada puesta en la mirada de Dios. ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de tu vida de oración?" (Koinonía)