"Cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed que pronto será destruida. Entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas; los que estén en Jerusalén, que salgan de la ciudad; y los que estén en el campo, que no regresen a ella. Porque serán días de castigo en los que se cumplirá cuanto dicen las Escrituras. ¡Pobres de las mujeres que en aquellos días estén embarazadas o tengan niños de pecho!, porque habrá mucho dolor en el país y un castigo terrible contra este pueblo. A unos los matarán a filo de espada, a otros los llevarán prisioneros por todas las naciones, y los paganos pisotearán Jerusalén hasta que se cumpla el tiempo que les ha sido señalado.
Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán confusas y angustiadas por el ruido terrible del mar y de las olas. La gente se desmayará de espanto pensando en lo que ha de sucederle al mundo, pues hasta las fuerzas celestiales se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, animaos y levantad la cabeza, porque muy pronto seréis liberados."
Estos días el evangelio nos presenta a un Jesús, que con lenguaje apocalíptico, nos muestra las dificultades de su seguimiento; pero al mismo tiempo, nos da la esperanza de la victoria final. Las dificultades son el preludio de nuestra liberación.
"Jesús anuncia con un lenguaje apocalíptico muy típico de los profetas del Primer Testamento, que ha llegado el “día del Señor”, o el “día de la venganza” Su anuncio pone énfasis en la destrucción de Jerusalén, ciudad donde reside el poder político, económico y religioso de su época. Todo un sistema de dominación, que se opone a la propuesta de Jesús, va a caer estrepitosamente. El anuncio de Jesús no es para asustar a los discípulos por lo que va a suceder, sino que es más bien un llamado a la esperanza: los poderes de este mundo no son más fuertes que el poder de Dios. La victoria es del Hijo del Hombre anunciada por el profeta Daniel (cf. (Daniel 7, 13-14). Desde nuestras comunidades también estamos llamados a ser portadores de esperanza y no dejarnos desanimar por los tiempos difíciles que vivimos. Aunque nos parezca que nada tiene remedio y que todo va a seguir igual, hay que seguir luchando con la seguridad que el bien va a vencer al mal."
"Jesús anuncia con un lenguaje apocalíptico muy típico de los profetas del Primer Testamento, que ha llegado el “día del Señor”, o el “día de la venganza” Su anuncio pone énfasis en la destrucción de Jerusalén, ciudad donde reside el poder político, económico y religioso de su época. Todo un sistema de dominación, que se opone a la propuesta de Jesús, va a caer estrepitosamente. El anuncio de Jesús no es para asustar a los discípulos por lo que va a suceder, sino que es más bien un llamado a la esperanza: los poderes de este mundo no son más fuertes que el poder de Dios. La victoria es del Hijo del Hombre anunciada por el profeta Daniel (cf. (Daniel 7, 13-14). Desde nuestras comunidades también estamos llamados a ser portadores de esperanza y no dejarnos desanimar por los tiempos difíciles que vivimos. Aunque nos parezca que nada tiene remedio y que todo va a seguir igual, hay que seguir luchando con la seguridad que el bien va a vencer al mal."
A unos los matarán a filo de espada, a otros los llevarán prisioneros por todas las naciones, y los paganos pisotearán Jerusalén hasta que se cumpla el tiempo que les ha sido señalado.
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Desde nuestras comunidades también estamos llamados a ser portadores de esperanza y no dejarnos desanimar por los tiempos difíciles que vivimos. Aunque nos parezca que nada tiene remedio y que todo va a seguir igual, hay que seguir luchando con la seguridad que el bien va a vencer al mal."