"Los fariseos preguntaron a Jesús cuándo había de llegar el reino de Dios, y él les contestó:
– La venida del reino de Dios no es posible de calcular. No se dirá: ‘Aquí está’ o ‘Allí está’, porque el reino de Dios ya está entre vosotros.
Y dijo a sus discípulos:
– Vendrán tiempos en que querréis ver siquiera uno de los días del Hijo del hombre, pero no lo veréis. Algunos dirán: ‘Aquí está’, o ‘Allí está’, pero no vayáis ni los sigáis. Porque así como el relámpago, con su resplandor, ilumina el cielo de uno a otro lado, así será el Hijo del hombre el día de su venida. Pero primero tiene que sufrir mucho y ser rechazado por la gente de este tiempo."
Buscamos a Dios por todas partes y no nos damos cuenta de que está en nuestro interior, en nuestro corazón. Nos falta el silencio necesario para encontrarlo. Nos falta pararnos y dejarnos encontrar por Él.
"“El Reino de Dios está entre vosotros”, es decir, entre nosotros. Porque el reino o reinado de Dios no es otra cosa que el señorío, la soberanía de Dios en el corazón de la humanidad. Cuando la humanidad derribe los muros del egoísmo, la codicia y prepotencia y deje lugar a Dios, entonces podremos decir que el reinado de Dios se está realizando en medio de nuestra historia. El reino de Dios no se impone por la fuerza, no es tampoco portentoso o ruidoso. Como lo hemos visto en algunas parábolas, es semilla, fermento, fuerza interior que va transformando al ser humano firme pero imperceptiblemente. El reino de Dios no es un sistema político ni tampoco un sistema religioso. Es la fuerza vigorosa y transformante de Dios que va creando y recreando todo según su plan de salvación. A nosotros nos corresponde disponer todas nuestras facultades y dimensiones para que Dios actué en nosotros y a través de nosotros. ¿Qué signos del reino de Dios percibes en tu vida, en tu familia y comunidad?" (Koinonía)
"“El Reino de Dios está entre vosotros”, es decir, entre nosotros. Porque el reino o reinado de Dios no es otra cosa que el señorío, la soberanía de Dios en el corazón de la humanidad. Cuando la humanidad derribe los muros del egoísmo, la codicia y prepotencia y deje lugar a Dios, entonces podremos decir que el reinado de Dios se está realizando en medio de nuestra historia. El reino de Dios no se impone por la fuerza, no es tampoco portentoso o ruidoso. Como lo hemos visto en algunas parábolas, es semilla, fermento, fuerza interior que va transformando al ser humano firme pero imperceptiblemente. El reino de Dios no es un sistema político ni tampoco un sistema religioso. Es la fuerza vigorosa y transformante de Dios que va creando y recreando todo según su plan de salvación. A nosotros nos corresponde disponer todas nuestras facultades y dimensiones para que Dios actué en nosotros y a través de nosotros. ¿Qué signos del reino de Dios percibes en tu vida, en tu familia y comunidad?" (Koinonía)
Pero primero tiene que sufrir mucho y ser rechazado por la gente de este tiempo."
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