Paseaban al atardecer entre las dunas, cuando el Anacoreta dijo:
- Una de las cosas que más daño nos hace, es olvidar que no somos nosotros los que hemos decidido seguir totalmente a Jesús, sino que es Él quien nos ha elegido.
El discípulo miró al anciano con una mirada de interrogación. El Anacoreta prosiguió:
- Eso hace que pensemos que realizamos nuestra obra, que tenemos mucho mérito, que sabemos el camino. Así olvidamos preguntarle en nuestra oración y meditación, qué es lo que quiere de nosotros, cuál es el camino que debemos seguir...Eso nos hace equivocarnos, ya que seguimos nuestro ego y no su voz.
Miró al horizonte y concluyó:
- Cada mañana debemos hacernos la misma pregunta: ¿Qué quieres que haga hoy, Señor? ¿Qué he de hacer para seguir tu camino de Amor? Y ten por seguro que Él te dará mil señales de lo que debes hacer.
Y regresaron a la Cueva para rezar Vísperas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario