Aquel hombre se acercó preocupado a la cueva del Anacoreta. Estaba desorientado:
- No sé a quién hacer caso. No sé si tienen razón los inmovilistas o los que quieren cambiarlo todo en la Iglesia.
El anciano lo miró con simpatía. Lo hizo sentar bajo la palmera, le trajo agua de la pequeña fuente y le dijo:
- Jesús dijo a sus apóstoles, que el debía marchar, pero que nos dejaría su Espíritu. Él nos enseñaría el camino a seguir.
Bebió un sorbo de agua y prosiguió:
- Los tiempos cambias y el inmovilismo sólo fosiliza las cosas. El Evangelio de Jesús ha de adaptarse a cada tiempo, a cada momento para que sea luz en nuestro camino. El Concilio habló de los Signos de los Tiempos. Son esas señales del Espíritu que nos indican qué camino debemos seguir en cada momento.
Luego miró a los ojos del visitante y concluyó:
- No se trata de cambiar por cambiar sino de buscar, mirando esos Signos, qué es lo mejor en cada momento para ser fieles al Evangelio, para seguir a Jesús...
No hay comentarios:
Publicar un comentario