Aquel religioso se lamentaba de la falta de vocaciones. El Anacoreta le escuchó atentamente. Luego quedó un rato en silencio. Después le dijo:
- ¿Has meditado el evangelio de hoy? Jesús, a aquellos que quieren seguirle, les dice que Él no tiene donde reposar la cabeza y al otro que los muertos entierren a los muertos. Que han de dejarlo todo. Que han de renunciar a todo.
El religioso asintió con la cabeza mientras decía:
- Sí. Los jóvenes de hoy en día no quieren hacer sacrificios. No quieren hacer renuncias.
Sonrió tristemente el anciano y movió la cabeza negando:
- No. No es ese el problema. Los jóvenes de todos los tiempos han sido iguales. Y siempre encontrarás algunos que están dispuestos a darlo todo con generosidad.
Guardó un momento de silencio, y, luego, mirando fijamente al religioso a los ojos, añadió:
- Los jóvenes necesitan modelos, ejemplos...Si una Congregación religiosa fue fundada para educar a los niños pobres y la mayoría de sus obras son colegios para niños que pueden pagar; si hacemos voto de pobreza y vivimos en grandes casas, como personas de dinero...¿Cómo quieres que esos jóvenes se sientan empujados a seguir esa vocación? Te dirán que siendo profesores, casándose...pueden hacer lo mismo.
Volvió a guardar silencio. Luego concluyó:
- Si no cambiamos no tendremos vocaciones. Es cierto que la vocación la da Dios; pero los jóvenes necesitan referentes. Somos nosotros los que debemos exigirnos, los que debemos cambiar...Los que debemos ir a la otra orilla como Jesús, o a las periferias como nos pide el Papa Francisco...
Anar a l'altra riba... i de fet posar-hi els peus.
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