En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz."
Zacarías proclama la misión de su hijo Juan: anunciará al pueblo la salvación. Preparará el camino al Señor. Esta profecía la reza la Iglesia cada mañana en la oración de Laudes. Es una invitación a dejarnos iluminar, a seguir al Señor por los caminos de paz. Hoy víspera de Navidad nos ayuda a comprender el verdadero espíritu de esta fiesta: servirle con santidad y justicia todos los días.
"Zacarías se llenó de Espíritu Santo y profetizó. Es un dato interesante que hay que saber analizar, dentro del movimiento que hace el personaje. Zacarías, mientras está en el Templo, en su trabajo de “oficial de la religión”, no le cree a Dios. Es un hombre envejecido, porque la religión le quitó vitalidad y novedad. Él como buen hombre de religión estaba acostumbrado a vivir la ritualidad sin contenidos, que observaba en sus más mínimos detalles, sin tener la esperanza de que algo nuevo pudiera suceder. Zacarías, mientras está en el Templo no puede vivir su dimensión profética. Esta realidad aflora en él, cuando va a casa y asume su rol de padre. Lejos del templo, en la casa, es donde percibe a Dios como novedad. Descubre que Dios siempre tendrá más imaginación que todas las religiones. Zacarías debe aprender a hacerse cómplice de Dios, y asumir que en esta complicidad, muchas cosas no coincidirán con su tradición religiosa y cultural. ¿Estamos dispuestos a abandonar tradiciones para asumir la novedad del Evangelio?" (Koinonía)
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