En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies." Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones: "Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis."
Ayer Jesús nos decía que no es cuestión de palabras, sino de actos. Hoy vuelve a repetirlo. Quiere que proclamemos su Reino y eso se hace curando, ayudando, luchando por la justicia. Muchos cristianos nos olvidamos de hacerlo. Por eso los trabajadores son pocos. Es hora de dejarse de teorías y tenemos que pasar a la práctica. Vivir como vivió Jesús.
"Para el común de los católicos está muy adentro de sus conciencias, porque así se enseñó desde hace mucho tiempo, el concepto que el anuncio de la Buena Noticia es cuestión de transmitir una doctrina o de predicar discursos. También se creyó que era asunto de enseñar y memorizar fórmulas dogmáticas inentendibles. Sin embargo, el Evangelio, leído con tranquilidad y con mirada interpretativa seria, hace caer en cuenta de que para Jesús el anuncio de la Buena Noticia equivalía a devolverle la vida digna a la gente, en especial a los más pobres y a los que eran víctimas del sistema de poder vigente entonces. La Buena Noticia del Reino, recuerda el Evangelio, consistió en sanar toda clase de enfermedades y dolencias. Jesús indica a sus seguidores que el anuncio de ella ha de manifestarse en actitudes concretas: Sanar enfermos, resucitar muertos, limpiar a los leprosos y expulsar demonios. La gratuidad será la norma, la medida, la realidad que lo rija todo: “Gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar”" (Koinonía)
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