Id y proclamad que el reino de de los cielos está cerca
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
"Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaros en su casa hasta que os vayaís. Al entrar en una casa, saludad, si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no lo merece, la paz volverá a vosotros"
"El anuncio del Evangelio es confiado a los discípulos para que lo anuncien “gratuitamente” a toda creatura. Ese es el objetivo de la misión encomendada: “hay que proclamar que el Reino está cerca” mediante signos concretos: acoger a los excluidos, aprender de la hospitalidad de los sencillos, dar testimonio poniendo todo en común, convivir sin quejas ni conflictos, ser portadores de paz. Con la realización de estos gestos se puede decir que ¡el Reino ha llegado! No hay que esperar la vida eterna para realizarlos. Lo puedes vivir con quienes tienes a tu alrededor. Los cristianos tenemos que hacer vida esta enseñanza de Jesús. Comprendamos que, en la evangelización, lo más importante no es enseñar verdades y doctrinas bien elaboradas sino humanizar la vida desde nuestra fe y compromiso. El anuncio de la Buena Nueva de Jesús que no va acompañado de testimonio y transformación no posibilita a la gente una nueva manera de vivir y convivir, de pensar y de actuar. (¡No olvidemos que los primeros evangelizados tenemos que ser los evangelizadores!" (Koinonía)
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